Ejemplos con papanatas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Marchóse el mozo, y quedóse Peñascales hecho un papanatas.
Quedose el Leonés hecho un papanatas, sin saber qué decir ni qué cara poner.
Da importancia escribir a los parientes de Europa, a los papanatas de la tierra, en el papel del Banco con un membrete que impone respeto, en el que se consignan los millones del capital y las operaciones del establecimiento.
Ante los amigos que formábamos corrillo en dos mesas próximas leyó la esperada y emocionante lista, que reproduzco para conocimiento de los papanatas del tiempo venidero:.
Revueltos con ellos, iban los disfraces de siempre: mamarrachos con arrugadas chisteras y levitas adornadas con arabescos de naipes, bebés que asomaban la poblada barba bajo la careta y al compás del sonajero decían cínicas enormidades, diablos verdes silbando con furia y azotando con el rabo a los papanatas, gitanos con un burro moribundo y sarnoso tintado a fajas como una cebra, payasos ágiles, viejas haraposas con una repugnante escoba al hombro, y los tíos de ¡al higuí! golpeando la caña y haciendo saltar el cebo ante el escuadrón goloso de muchachos con la boca abierta.
Los papanatas asombrábanse ante las casacas blancas y las cruces rojas de los caballeros de las órdenes militares, honrados y pacíficos señores, panzudos los más de ellos, que hacían pensar en el aprieto en que se verían si por un misterioso retroceso de los tiempos tuvieran que montar a caballo para combatir a la morisma infiel.
Era un desfile brillante de autoridades y uniformes, que admiraba a los papanatas, grupos de chicuelos y mujeres se agolpaban ante los Eccehomos que se exhibían en las calles sobre un pedestal: imágenes manchadas con brochazos de sangriento bermellón, la corona de espinas sobre las lacias y polvorientas melenas que agitaba el viento, una caña entre las manos y a los pies una bandeja con céntimos y un viejo pedigüeño.
No me pasmo de nada de eso, ni digo que don Eugenio mienta, pero usted es un papanatas, un infeliz, porque aquí no se trata de Sabel, ¿entiende usted?, sino de su padre, de su padre.
Sería cuando estaba el papanatas que suele reemplazarme.
La mujer, Violeta Goold, que tiene de cardo inmensamente más que de violeta, es la misma Furia del averno, en cuyo viscoso fondo desapareció la personalidad del papanatas de su marido.
Esto era «obvio, de toda notoriedad e inconcuso», y, sin embargo, su nombre no aparecía jamás entre aquellos otros, tan traídos y tan llevados, ni había un papanatas que le siguiera, ni un mal periodista que le preguntara su parecer sobre la política del Czar y las últimas circulares de nuestro ministro de Estado.
Todavía añadió mi padre a lo dicho este parrafejo, que no es malo: «Cierto que es el mío nombre de gran resonancia en el país, que me revuelvo y me contoneo en el fondo de eso que se llama ''cosa pública'', como el pez en el agua, me dan convites en provincias los hombres afiliados a mi partido, y peroro a los postres en loor o en contra del gobierno, según que sea o no sea de mi gusto, que mis palabras se escriben por los papanatas de la prensa local, y transmitidas por el telégrafo a la de la corte, se descifran mis cláusulas como los misterios de la Esfinge: cierto que soy jefe de mesnada en las Cortes, y que, por serlo, cobro el barato en ellas a cuando la hora es llegada y la ocasión lo pide, que mi nombre danza en corrillos y papeles, y salta y rebota en tertulias y comisiones a cada crisis ministerial y a cada gresca parlamentaria, cierto, en suma, que hoy en la cumbre del poder y mañana en los profundos de la oposición, a todas horas soy en España y sus Indias, caudillo de empuje, hombre de pro, pájaro de cuenta, como me llaman por ahí, o, si lo prefieres, personaje conspicuo, pero cierto es también que todo esto junto, con ser tanto y tan visible, convertido en substancia de puchero es puro caldo de borrajas.
«Me pareces un papanatas, y me pasma que estés hecho un doctrino cuando yo te he puesto a su lado con el mejor propósito.
Todo el día se lo pasaron injertando, podando y traspasando, es decir, estas cosas las hacía la señorita, que se llamaba Florina, ella era la que con mucha maña y actividad enseñaba a Amado, que estaba hecho un papanatas, avergonzado de su ignorancia.
Pero este papanatas sí las ha visto, y por eso yo le preguntaba, sólo que tiene una cabeza como un marmolillo y todo lo olvida.

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