Ejemplos con panegíricos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por ello abundan los panegíricos, epitafios, epigramas y otros poemas de circunstancias.
El amor entre jóvenes pajes, soldados o novicios pederastía fue sujeto de las introducciones líricas a los panegíricos desde el inicio de la poesía persa y del ghazal.
Los cuadros medievales de la santa son muy frecuentes, desde los siglos XIV y XV se le asigna como atributo un órgano, o se la representa sentada tocando el órgano, evidentemente para expresar lo que se le atribuyó erróneamente a menudo en los panegíricos y poemas basado en una mala traducción de las Actas de Santa Cecilia: Cantátibus órganis illa decantábat.
Podría haber hombres desesperados, tristes hasta la muerte, misántropos, pero no habría poetas pesimistas si el mal no fuera materia política, si no pudiera atribuírsele cierta sustantividad que es exigida para que haya objeto de gran poesía, verdadera belleza, y esta sustantividad y como dignidad estética del mal, sólo cabe en civilizaciones y creencias en que predomina el dualismo, en que el monoteísmo tiene esas que, por lo menos, parecen confusiones, cuando no contradicciones, en que al mal se le reconocen derechos de beligerante, categoría metafísica casi igual al bien, igual en muchas cosas, grandeza suficiente como contraste, hasta el punto que la mayor parte de los panegíricos cristianos, históricos, teológicos y poéticos se fundan principalmente en la comparación del dolor sufrido, del mal superado, de cuya magnitud se hace nacer la sublimidad, del esfuerzo triunfante y de la victoria.
Los documentos son un estorbo para los panegíricos.
Contaba con algo por el estilo al disponer el programa del festín, y aun en los comienzos de éste anduvieron bastante ajustados a la palpable realidad sus cálculos de tantos días, pero el vuelo inesperado que tomaron las peroraciones de tantos y tan ilustres comensales, aquel mezclarse los panegíricos de sus virtudes cívicas y políticas, de sus altísimos merecimientos personales, con las cuestiones más candentes de la actual gobernación del Estado, en boca de los hombres que tenían en sus manos los destinos de la patria, aquel cielo de esplendores y de gloria, aquella radiante apoteosis a que se le elevaba de pronto y por tales gentes, todo aquello, que levantaba cien codos por encima de sus cálculos, aunque no de sus «nobles ambiciones», era más que suficiente para dar al traste con la serenidad de un estoico, cuanto más con la de un hombre como él, tan trabajado por «los acontecimientos» y hasta por los achaques y los años.
Grande sería la atención con que Pancho Vila escuchó los panegíricos que la beata le hizo de Irene, pero quizás no tanto como la de ésta al oír el relato de doña Mónica.

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