Ejemplos con pajarera

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Donde ahora se encuentra el actual teatro había una tasca de mala muerte llamada La Pajarera.
Éste cambió el nombre de la taberna por el de La Pajarera Catalana, y montó un precario entarimado de tres metros de largo donde ofrecía un cuadro flamenco, formado por un grupo de jóvenes andaluces, ex-criados y jornaleros, que querían triunfar en el mundo artístico.
Como estos pájaros son muy afectos al baño, es más que recomendable el colocar en la pajarera una bañadera para aves, a la que habrá que ponerle agua fresca a cada tanto, sobre todo en la temporada estival.
Un gran número de especies vegetales y su pajarera hacen de este lugar una espectacular fusión de luminosidad y sonido.
En la parte sur se localiza la boca de la Laguna Pajarera Central, que es pequeña y poco profunda, en la parte central se encuentra la boca de la Laguna de Puerto Viejo, que sólo se puede cruzar en bote por su profundidad y anchura, por último, hacia el norte de la isla se encuentra la boca de la Laguna Norte, que es angosta y profunda.
Entre sus muchas atracciones se encuentra una gran pajarera con forma de cúpula que encierra una interesante colección de patos y otras aves.
La zarza pajarera es una planta espinosa, tumbada y pegada al suelo.
Castellano: ala de monte, ala de mosca, alsine, boca de gallina, bocado de gallina, boruja, cloquera, coruja, fozón, gallinera, gargantilla, hierba canariera, hierba de canarios, hierba de las aves, hierba de los canarios, hierba gallinaria, hierba gallinera, hierba pajarera, hierba ponedora, la dama, lapilla, lirada, mariquita de invierno, maruja, marusas, merubia, meruia, meruja, merusia, meruxa, meruya, miosota, moraca, morruges, moruca, moruja, moruquera, moruquilla, morusa, morusia, morusín, moruxia, moruxón, moruya, murages, muraje, murajes, oreja de ratón, orejas de ratón, orejuelas de ratón, pajarera, pamplina, pamplina de canarios, pamplinas, paulina, picagallina, pica gallina, picagallinas, picapol, pijuelo, regaho, tripa de gallina, yerba cloquera, yerba de canarios, yerba de las aves, yerba de los canarios, yerba gallinera, yerba pajarera.
Era grato escuchar el de los ateridos gorriones, guareciéndose por centenares en una washingtonia que había cerca de casa, como en una gran pajarera: era grato ir a dar de comer a los animalitos exóticos que don Rosendo tenía en su finca, salvando en almadreñas la distancia que separaba sus cobertizos de la casa: era grato también quedarse adormecido en una butaca al pie de la chimenea con el cigarro en la boca y la botellita de ron delante, mientras Cecilia leía un cuento interesante o algunos versos sonoros y armoniosos.
Entonces pude columbrar el interior: gracioso jardín, amplios y frescos corredores, pretiles llenos de macetas con rosales, camelias y azaleas, jaulas y jaulitas, una pajarera llena de canarios que cantaban regocijados.
¡Pues si lo hubiera, amiga mía, si lo hubiera! Y creen muchos que la peor cabeza de esta casa es la del pobre Maxi, cuando la mía es una pajarera.
Lucía gustaba mucho de los pájaros, y, merced al Comendador, no había ya casta de aves en toda la provincia, ora de paso, ora permanentes, de que Lucía no tuviese un par de muestra en su pajarera.
A más de los cisnes, tenía una vasta pajarera, como amante de la armonía del arrullo, del trino, y cerca de ella iba a ensanchar su espíritu, leyendo novelas de M.
El rey tenía cisnes en el estanque, canarios, gorriones, senzontes en la pajarera: un poeta era algo nuevo y extraño.
-No hagas eso- contestó el mochuelo-, sino llena el jarro del agua clara y pura que brota de un manantial al pie de la fuente del «agua de muchos colores», en seguida entra en la pajarera, que se halla al frente de la puerta, no escojas ninguno de los pájaros de vistosos colores que te salgan al encuentro y te atolondren gritándote todos a la par, que ellos son el «Pájaro de la Verdad», sino coge a un pajarito blanco, a quien los otros tienen arrinconado, y a quien persiguen sin descanso sin poderlo matar, porque no puede morir.
El niño echó a correr, entró en el patio, donde halló la fuente, que tenía muchos caños, por los que vertía agua de distintos colores, pero, no los miró, sino que llenó su jarro del manantial de agua clara y pura que brotaba al pie de la fuente, y se encaminó a la pajarera.
Y se acordó de las que tenía en la pajarera.
En la pajarera de Quintanar cantó un jilguero.
Oíase cantar a los pájaros del jardín, y de una pajarera próxima al salón.
Los canarios, jilgueros y tordos de su pajarera, que hacían demasiado ruido, fueron encerrados bajo llave, para que no llegasen sus cánticos profanos al tocador-oratorio de la Regenta.
Mientras dura la enfermedad, no se oye una mosca en la casa, pero, en cambio, tan pronto como el enfermo se restablece, aquello es una pajarera.
Se iba muriendo y, avara de encontrar algo bello, armonioso y dulce en derredor suyo, tenía en su gabinete una pajarera, y se pasaba las horas muertas delante de ella, oyendo los trinos de sus canarios, única nota de poesía que vibraba en aquel hogar repleto de lujo y falto de ternura.
Mari Pepa vendrá aquí de enfermera con mil amores, y viniendo ella, vendrá Lita también, y con el pretexto de acompañar a don Celso, se pasarán a su lado todo el día y harán de este caserón una pajarera.
Y así en todas las mieses, por los cuatro costados de Valdecines, de modo que la poca gente útil que había en el pueblo se echó, también cantando, a la calle, y cátate convertida la comarca en una pajarera, motivo por el cual los viejos que se habían quedado resallando, juzgando de ''mal ver'' seguir en la tarea, también la suspendieron por aquel día, volviéndose al lugar, si no cantando, oyendo embelesados los cantares y recordando con gozo los ya remotos años en que ellos, con igual motivo, hacían dos cuartos de lo propio.
En aquel bienhadado asilo, casi solo, porque, si no es dos o tres días en el año, pocos son los concurrentes a los jardines del Alcázar, oyendo el ruido de las tijeras de los jardineros, que, cortando las fibras del boje y del arrayán, las forzaba a exhalar por doquiera sus esencias perfumadas, mi imaginación se gozaba en su propio recogimiento, como el ave criada en una pajarera, que nada desea de lo que está más allá de sus alambres.

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