Ejemplos con opuesta

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tras hacerse con el control de la ciudad de Ankh-Morpork y elminar la resistencia opuesta por el sombrero mágico de Archicanciller, encierra a los dioses, liberando a su vez a los gigantes de hielo que a punto estuvieron de destruir el disco.
Recuerde cómo se formuló la pregunta: Si la carta muestra un número par, entonces la cara opuesta muestra un color primario.
¿A qué cartas debería dar vuelta para comprobar la veracidad de la proposición que si una carta muestra un número par por un lado, entonces la cara opuesta muestra un color primario?,.
A un conjunto de líneas par o impar se le llama campo, y un aparejamiento consecutivo de dos campos de paridad opuesta se le llama marco.
Y cuando Febrer parecía inquieto contemplando el mar amenazador, le explicaba el viejo que al abrigo de la parte opuesta del Vedrá encontrarían aguas tranquilas.
Jaime atravesó el recibimiento, entrando en las habitaciones del ala opuesta.
Y oyóse un revuelo de cascabeles, que se dividían en dos bandadas, y cada cual volaba en dirección opuesta.
Piensa, pues, el maestro que una alta preocupación por los de la especie es opuesta del todo al espíritu de la democracia.
Guiada negativamente por el ruido, Lucía siguió andando en dirección opuesta, hacia el extremo del pasillo, en que reinaba el silencio.
Se marchó sin mirarle, y Desnoyers, por instinto, caminó en dirección opuesta.
Seguían pasando en dirección opuesta los trenes militares.
No encontraron un vehículo que quisiera recibirlos: todos iban en dirección opuesta, hacia las estaciones.
Dos quetzales altivos, dos quetzales de cola de tres plumas, larga la del centro como una flecha verde, se asían a los bordes de la taza de Ana: ¡el quetzal noble, que cuando cae cautivo o ve rota la pluma larga de su cola, muere! Las asas de la taza de Lucía eran dos pumas elásticos y fieros, en la opuesta colocación dedos enemigos que se acechan: descansaba sobre tres garras de puma, el león americano.
Por un lado del tren, se abarcaba el vertiginoso movimiento de la ría con sus barcos y fábricas: por la ventanilla opuesta, admirábase la paz de los campos, el trabajo cachazudo y tranquilo de los aldeanos, removiendo la tierra arcillosa.
Avanzaba él tren hacia Bilbao, deteniéndose en las estaciones de la orilla izquierda, Luchana, Zorroza y Olaveaga, pueblos que prolongaban su caserío hasta la ribera opuesta.
Aresti veía ahora en sentido inverso y desde la orilla opuesta el paisaje que había admirado por la mañana en el tren.
¿Por qué, pues, odiarlos? Era que la masa, por instinto, adivinaba en ellos la barrera opuesta a toda tentativa de avance.
Una tarde de verano, escribía Sanabre en su despacho, junto a una ventana abierta que encuadraba un pedazo de la ría, con dos vapores, un trozo de cielo azul cortado por varias chimeneas y el monte de la orilla opuesta.
Se sentaban con aire de señores, rodeando al maestro, mientras por la galería opuesta paseaba el como un fantasma negro, leyendo su libro de horas y lanzando de vez en cuando una mirada triste sobre el grupo.
Y ambos echaron a andar agarrados del brazo, sin pronunciar una palabra, atravesando diagonalmente el paseo para ganar la acera opuesta, por parecerles quizá menos solitaria.
Por la tarde, cuando la mayor afluencia de máscaras y de gente acudía al Prado y a Recoletos, nadie osaba pisar aquel sitio regado de sangre, y llamábanse todos a la acera opuesta, lanzando a la segunda ventana una mirada larga y medrosa.
Jacobo no se aturdió, ni Tom Sickles tampoco, empuñó el primero las riendas sin hacer ningún movimiento y saltó el segundo fuera del coche, abalanzándose a la rueda opuesta a la hundida, y tirando hacia el centro del camino con todas sus fuerzas, la vieja casera acudió en su ayuda, tirando con sus descarnados brazos, que parecían tener el aguante de dos poderosos cables.
Oyó entonces que echaba un fósforo el vecino y aseguraba la puerta del corredor cerrando la llave por dentro Oyó después acercarse a la débil puertecilla unos ligeros pasos que no ahogaba del todo la alfombra, y sintió un leve crujido en el pasador por la parte opuesta.
A la mañana, al otro lado del Bósforo, apareció en la orilla opuesta el cadáver de un eunuco estrangulado.
Pronto estimé a Porras en cuanto valía, no tardé en medir, aquella nobleza de corazón, aquella sencillez de alma que parecía opuesta a toda acritud, y que, sin embargo, era ingente en mi amigo, sencillez ingenua, infantil, que se manifestaba a cada minuto en burlas y censuras de cuanto parecía injusto y merecedor de vituperio.
En la región opuesta vagos albores anunciaban la aurora.
Salían del templo algunos hermanos de la Vela Perpétua, los vicarios departían en el cuadrante con los campaneros, y en la esquina opuesta una vendedora de frutas secas dormitaba en espera de marchantes, a la luz de un farolillo de papel.
Llegó día en que Maxi se expresaba con una violencia muy opuesta a su carácter pacífico, y cuando no le contradecían, se contestaba él, echando leña por sí propio en la hoguera de su ira, y por fin se iba refunfuñando, cerraba con golpe formidable la puerta, y bajaba la escalera de cuatro en cuatro peldaños.
La índole de tan sagrada institucióndiscurría Juliánes opuesta a impúdicos extremos y arrebatos, a romancescos y necios desahogos, ardientes y roncos arrullos de tórtola , por eso alguna vez que el esposo se deslizaba a familiaridades más despóticas que tiernas, parecíale al capellán que la esposa sufría mucho, herida en su cándida modestia, en su decente compostura, figurábasele que la caída de sus párpados, su encendimiento, su silencio, eran muda protesta contra libertades impropias del honesto trato conyugal.
Inmediatamente bajé a ella, y la atravesé hasta la parte opuesta que tiene media legua de ancho, y me parece que con tiempos fuertes se anega toda.

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