Ejemplos con ofendida

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Apareció en The David Letterman Show, donde se mostró muy ofendida por el tratamiento cómico de sus habilidades por parte de Letterman.
Julieta reacciona ofendida con una cachetada, y se va de la fiesta, pero no puede olvidarse de lo que sintió por primera vez en su vida.
Leela, horriblemente ofendida, corta con Adlai y le obliga a deshacer la cirugía que realizó con ella.
Ella se irguió ofendida y pudorosa, lo mismo que si acabase de recibir un insulto.
En el tren se humanizó, hasta perder su mal gesto de ofendida.
No, señordeclaró Lucía ofendida, le entiendo a usted muy bien, y en prueba de ello voy a adivinar eso que se calló.
Ella parecía ofendida de que se le quisiera obligar a violentas resoluciones: él pensaba de nuevo en el doctor, en aquella guitarra trovadoresca de que le había hablado el burlón Aresti al describir su vehemencia amorosa.
Quieto, ¿eh?dijo pasando sin transición de la dulzura a la altivez, con una voz que no parecía la misma, ofendida, como si el joven intentase una monstruosidad.
Y convencido de que nunca había de triunfar sobre una voluntad rebelde al amor, fué alejándose, sin que la esposa se mostrase triste y ofendida.
Fuese, pues, derecho al bulto, no bien el coche se puso en movimiento, y apoyado en la autoridad de sus años, en la confianza del parentesco que con Villamelón tenía y en su dignidad de jefe de la conspiradora, le pidió categóricas explicaciones del hecho Mas Currita, volviendo a abrir palmo y medio los claros ojos y muy espantada y ofendida, y casi llorosa, se limitó a repetir la historia ya referida, con nuevas afirmaciones y protestas Suponer otra cosa era un insulto verdadero.
Echáronse todos encima con grande furia y él comenzó a soltar a diestro y siniestro enormes desvergüenzas, mientras Currita, con altivez de reina ofendida, llamaba a Fritz el lacayo y dábale orden de ir al punto a Loyola para anunciar al superior que la señora condesa de Albornoz iría de dos y media a tres a visitar la casa y el Santuario.
Jacobo, sin hacer una sola caricia a la niña, despidióse fríamente, y Monina le miró marchar, chupándose, con altivez de dama ofendida, tres dedos al mismo tiempo.
Alborotóse Jacobo al oír tan fielmente expresado parte al menos de su pensamiento, y con aire de dignidad ofendida, exclamó:.
No, señorreplicó la víctima algún tanto ofendida.
Por eso, como yo no sabía nada, dije antes de ayer en casa de Beatriz lo que creía, ¡claro está!, la verdad Que el ministro vino a ofrecerme el cargo, y yo me había negado a aceptarlo muy ofendida, tomándolo por una majadería de esa gentuza Figúrese usted mi sorpresa cuando ayer se me entra por las puertas ese animal de Martínez, tan ordinario, tan groserote, muy ofendido con mi negativa, gritando como un energúmeno que nadie jugaba con el Gobierno, y amenazándome con una carta de Fernandito, que iba a refregarme ¡por los hocicos, Butrón, por los hocicos!.
No le intimidaban, sin embargo, a ella los mugidos del , incorporóse un poquito, y muy extrañada y ofendida, y con los claros ojos fijos siempre en el vacío, comenzó a decir con su suave vocecita algún tanto apurada:.
Siguió adelante la ofendida señora, pero a los pocos pasos la detuvo el escándalo que estalló a su espalda.
Y doña Manuela, ofendida por la insistencia de su hijo, que tildaba de quijotesca , se separó de él casi tan huraña y despreciativa como Conchita.
, que defiende a capa y espada la Rifa de la Inclusa, y está medio ofendida porque no le han dado a regentar en ella una tienda de juguetes, ¿verá con gusto estos horribles días en que el pobre no trabaja ni encuentra pan, en que el viajero pierde el camino y se hiela, y en que los niños que no tienen zapatos pisan una alfombra.
Cuando se quedaron solos los Delfines, Jacinta se despachó a su gusto con su marido, y tan cargada de razón estaba y tan firme y valerosa, que apenas pudo él contestarle, y sus triquiñuelas fueron armas impotentes y risibles contra la verdad que afluía de los labios de la ofendida consorte.
¿Perdona usted también a esa mujer de quien se suponía ofendida, y a quien usted ofendió de palabra y de obra, con o sin motivo?.
Fue a buscarme al cajón, muy ofendida porque el señor Ballester no la dejó entrar a verte.
¡Yo!exclamó ella con el acento de la dignidad ofendida, ¡pero estás loco! Yo no tengo devaneos más que contigo.
Guillermina no tuvo paciencia para esperar más la respuesta, y acalorándose expresó lo que sigue: ¿Pero usted no sabe que esa señora es mujer legítima mujer legítima de aquel caballero? ¿Usted no sabe que Dios les casó y su unión es sagrada? ¿No sabe que es pecado, y pecado horrible, desear el hombre ajeno, y que la esposa ofendida tiene derecho a ponerle a usted las peras al cuarto, mientras que usted, con dos adulterios nada menos sobre su conciencia, la ofende con sólo mirarla? Pero vamos a ver, ¿usted qué se ha llegado a figurar, que estamos aquí entre salvajes y que cada cual puede hacer lo que le da la gana, y que no hay ley, ni religión, ni nada? Pues estaríamos lucidos con esas ideítas, sí señor No extrañe usted que me enfade un poco, y dispense.
Y cuando él lo negaba, la ofendida esposa, que sentía en su alma la convicción profundísima de la autenticidad del hecho, irritábase más: No lo niegues, no me lo niegues, pues yo sé que es cierto.
Pero la misma ofendida no extremaba mucho, como parecía natural, los anatemas contra el seductor, por cuya razón tuvo Maximiliano que redoblar su furia contra él, llamándole monstruo y otras cosas muy malas.
Tiitale dijo Isabelita haciéndose la ofendida.
Tampoco Julián olvidará el día en que ocurrieron acontecimientos tan extraordinarios, día dramático entre todos los de su existencia, en que le sucedió lo que no pudo imaginar jamás: verse acusado, por un marido, de inteligencias culpables con su mujer, por un marido que se quejaba de ultrajes mortales, que le amenazaba, que le expulsaba de su casa ignominiosamente y para siempre, y ver a la infeliz señorita, a la verdaderamente ofendida esposa, impotente para desmentir la ridícula y horrenda calumnia.
Quiero inferir de lo dicho, que podría ser que yo tuviese alguna gracia déstas, no del no poder ser ferido, porque muchas veces la experiencia me ha mostrado que soy de carnes blandas y no nada impenetrables, ni la de no poder ser encantado, que ya me he visto metido en una jaula, donde todo el mundo no fuera poderoso a encerrarme, si no fuera a fuerzas de encantamentos, pero, pues de aquél me libré, quiero creer que no ha de haber otro alguno que me empezca, y así, viendo estos encantadores que con mi persona no pueden usar de sus malas mañas, vénganse en las cosas que más quiero, y quieren quitarme la vida maltratando la de Dulcinea, por quien yo vivo, y así, creo que, cuando mi escudero le llevó mi embajada, se la convirtieron en villana y ocupada en tan bajo ejercicio como es el de ahechar trigo, pero ya tengo yo dicho que aquel trigo ni era rubión ni trigo, sino granos de perlas orientales, y para prueba desta verdad quiero decir a vuestras magnitudes cómo, viniendo poco ha por el Toboso, jamás pude hallar los palacios de Dulcinea, y que otro día, habiéndola visto Sancho, mi escudero, en su mesma figura, que es la más bella del orbe, a mí me pareció una labradora tosca y fea, y no nada bien razonada, siendo la discreción del mundo, y, pues yo no estoy encantado, ni lo puedo estar, según buen discurso, ella es la encantada, la ofendida y la mudada, trocada y trastrocada, y en ella se han vengado de mí mis enemigos, y por ella viviré yo en perpetuas lágrimas, hasta verla en su prístino estado.
Y, porque vieses que, siendo conmigo tan inhumana, no era posible dejar de serlo contigo, quise traerte a ser testigo del sacrificio que pienso hacer a la ofendida honra de mi tan honrado marido, agraviado de ti con el mayor cuidado que te ha sido posible, y de mí también con el poco recato que he tenido del huir la ocasión, si alguna te di, para favorecer y canonizar tus malas intenciones.

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