Ejemplos con obligó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El encanto de la música bárbara y monótona, admirada desde la niñez, obligó a callar a todos.
Triste y mustio de veras, se dejó conducir por Miranda a su cuarto, y es cosa averiguada también, que en todo el curso de aquel día no entraron en su cuerpo más alimentos que dos tazas de té y un huevo pasado por agua, que la extrema debilidad le obligó a sorber, entrada ya la noche.
Cogiola de la falda y la obligó blandamente a sentarse.
Su Excelencia tomaba el café al aire libre, y le obligó a sentarse a su lado.
La doctora, que había huído gradas abajo ante esta aparición, obligó a descender a Freya con sus repetidos llamamientos.
En el viaje siguiente, doña Cristina la obligó a quedarse en casa, temiendo que la emoción y las aglomeraciones del puerto perjudicasen su próxima maternidad.
Les echó en cara su crimen, los humilló, los hizo temblar, los convenció, y los obligó a ponerse de rodillas para pedir perdón por su delito.
Y logrando cogerla por un brazo, la obligó a sentarse.
Ya sabemos que dibujo maldijo clavándole una mirada provocativa, relampagueante, que obligó al joven a bajar la suya.
Al llegar la columna caminando por la calle de Atrás, cerca de la de Santa Brígida, oyó gritos y lamentos que la obligó a hacer alto.
El público obligó a su madre a que lo sacase.
El Conde, a fin de que nadie se enterase y procurase inquirir el motivo, buscó al galán y le obligó a reñir con él a la espada, sin ninguno de los trámites y formalidades del duelo.
Maximiliano la sujetó por el vestido y la obligó a sentarse otra vez.
El campanillazo de la puerta la obligó a dejar el tocador.
Fortunata se detuvo ante su amiga, y esta la obligó a sentarse otra vez a su lado.
Asegura Perucho que no ha sabido jamás si fue el miedo o su propia voluntad lo que le obligó a descolgarse del murallón y descender, más bien que a saltos, rodando, los atajos conocidos, magullándose el cuerpo, poniéndose en trizas la ropa, sin hacer caso de lo uno ni de lo otro.
El padre la empujó bruscamente, y la chica vino a caer contra el primo, toda ruborizada, recibiendo un apretón en regla, amén de un frote de barbas que la obligó a ocultar el rostro en la pechera del marqués.
—Su padre fué quien la obligó a casarse.
Y plantóse delante de Manuel, con la cabeza caida sobre un hombro, los brazos a la espalda y el abdómen en completa exhibicion, miróle de hito en hito con sus ojos de santon marroquí, llenos al par de valentía, de fanatismo y de paternal afecto, y, cimentando la pregunta, por vía de exordio, en una barrigada cariñosa, que obligó al jóven a dar un paso atras, díjole nobilísimamente:.
Avendaño, su amigo, viéndole muchas veces melancólico é imaginativo, fiado en su amistad se atrevió a preguntarle la causa, y se obligó a remediarla, si pudiese y fuese menester, con su sangre misma.
Apénas se habian retirado, cuando llegó a los oidos de todos los que en el barrio despiertos estaban, una voz de un hombre que sentado sobre una piedra frontero de la posada del Sevillano, cantaba con tan maravillosa y suave armonía, que los dejó suspensos, y les obligó a que le escuchasen hasta el fin.
Rafael, le obligó a no dejarle hasta que volviese a su tierra, y viendo que habian de ir a pié como peregrinos, envió las mulas a Salamanca con la que era de D.
Mirad, dije entre mí, que néctar o ambrosía me da este poeta, de los que ellos dicen que se mantienen los dioses y su Apolo allá en el cielo: en fin, por la mayor parte grande es la miseria de los poetas, pero mayor era mi necesidad, pues me obligó a comer lo que él desechaba.
Quiso la reina saber de Ricaredo menudamente cómo habia pasado la batalla con los bajeles de los cosarios: él la contó de nuevo, atribuyendo la victoria a Dios y a los brazos valerosos de sus soldados, encareciéndoles a todos juntos, y particularizando algunos hechos de algunos que mas que los otros se habian señalado, con que obligó a la reina a hacer a todos merced, y en particular a los particulares, y cuando llegó a decir la libertad que en nombre de su Majestad habia dado a los turcos y cristianos, dijo:.
Y así lo hizo, ahechándole la cebada y limpiando el pesebre, humildad que obligó al hombre a contarle con buena voluntad lo que le pedía, y, sentándose en un poyo y don Quijote junto a él, teniendo por senado y auditorio al primo, al paje, a Sancho Panza y al ventero, comenzó a decir desta manera:.
Llegó Sancho a su casa tan regocijado y alegre, que su mujer conoció su alegría a tiro de ballesta, tanto, que la obligó a preguntarle:.
Sucedió, pues, que faltando poco por venir el alba, llegó a los oídos de las damas una voz tan entonada y tan buena, que les obligó a que todas le prestasen atento oído, especialmente Dorotea, que despierta estaba, a cuyo lado dormía doña Clara de Viedma, que ansí se llamaba la hija del oidor.
Hízose ansí, y en esto comenzó a soplar un viento largo, que nos obligó a hacer luego vela y a dejar el remo, y enderezar a Orán, por no ser posible poder hacer otro viaje.
De tal manera, y por tan buenos términos, iba prosiguiendo en su plática don Quijote que obligó a que, por entonces, ninguno de los que escuchándole estaban le tuviese por loco, antes, como todos los más eran caballeros, a quien son anejas las armas, le escuchaban de muy buena gana, y él prosiguió diciendo:.
Recogió las armas, hasta las astillas de la lanza, y liólas sobre Rocinante, al cual tomó de la rienda, y del cabestro al asno, y se encaminó hacia su pueblo, bien pensativo de oír los disparates que don Quijote decía, y no menos iba don Quijote, que, de puro molido y quebrantado, no se podía tener sobre el borrico, y de cuando en cuando daba unos suspiros que los ponía en el cielo, de modo que de nuevo obligó a que el labrador le preguntase le dijese qué mal sentía, y no parece sino que el diablo le traía a la memoria los cuentos acomodados a sus sucesos, porque, en aquel punto, olvidándose de Valdovinos, se acordó del moro Abindarráez, cuando el alcaide de Antequera, Rodrigo de Narváez, le prendió y llevó cautivo a su alcaidía.

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