Ejemplos con oís

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Figuraos que ha llegado a domesticar un bando de gorriones ¿Os sorprende? Pues es como lo oís.
¿Lo oís, panolis?exclamó el valentón.
Real y verdaderamente os digo, señores que me oís, que a mí me pareció todo lo que aquí ha pasado que pasaba al pie de la letra: que Melisendra era Melisendra, don Gaiferos don Gaiferos, Marsilio Marsilio, y Carlomagno Carlomagno: por eso se me alteró la cólera, y, por cumplir con mi profesión de caballero andante, quise dar ayuda y favor a los que huían, y con este buen propósito hice lo que habéis visto, si me ha salido al revés, no es culpa mía, sino de los malos que me persiguen, y, con todo esto, deste mi yerro, aunque no ha procedido de malicia, quiero yo mismo condenarme en costas: vea maese Pedro lo que quiere por las figuras deshechas, que yo me ofrezco a pagárselo luego, en buena y corriente moneda castellana.
Pero, con todo esto, por dondequiera que va muestra su tristeza y melancolía, y no se precia de criar en sus aguas peces regalados y de estima, sino burdos y desabridos, bien diferentes de los del Tajo dorado, y esto que agora os digo, ¡oh primo mío!, os lo he dicho muchas veces, y, como no me respondéis, imagino que no me dais crédito, o no me oís, de lo que yo recibo tanta pena cual Dios lo sabe.
¿No me oís?.
-Ya lo oís, al señor mayor Bartolomé Cavalcanti, de la más antigua nobleza de Italia, además, su hijo, un apuesto joven de vuestra edad, o poco más, vizconde, que lleva el mismo título que vos, y que hace su entrada en el mundo con los millones de su padre.
-Lo que no quiero, señora, es que acabéis en el cadalso, ¿me oís?.
-Eduardo -dijo el señor de Villefort tan ásperamente que el chico saltó sobre la silla-, ¿me oís?, id.
-¿Lo oís? -dijo el guardián con una maligna sonrisa-, os trata bien, prestadle los veinte francos.
¿Lo oís?, la amo, y pido a Dios y a vos que me ayuden a salvarla.
, ¿lo oís.
Y dichas tales palabras, el persa se acurrucó, sacó de un talego un paquete de arena, que desató y extendió delante de él, luego puso en medio de la arena cinco guijarros blancos y tres guijarros negros, dos varitas y una uña de tigre, los colocó en un plano, después en dos planos, y luego en tres planos, los miró, pronunciando algunas frases en lengua persa, y dijo: ¡Oh vosotros que me oís! ¡Sabed que la persona se encuentra en este momento en Bassra! Después reflexionó y dijo: ¡No! Los tres ríos que ahí veo me han engañado.
-Ya lo oís, señor barón, mi abuelo os ruega que los leáis -repuso Valentina.
-Ya le oís, caballero, me remiten a vos -dijo la condesa.
Vamos: ya le oís hablar en lo profundo ¿Queréis jurar?.
¿Lo oís? ¡Cómo a mi persona!.

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