Ejemplos con numerosos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entre este palacio y la muralla de mar, en un profundo foso lleno de hierba, por cuyos muros trepaban guirnaldas de rosales, amontonábanse numerosos cañones: unos antiquísimos, montados sobre ruedas, otros modernos, esparcidos por el suelo, esperando, durante años, el momento de ser emplazados.
El opulento capitalista y diputado a Cortes don Simón de los Peñascales, y su distinguida familia, se disponen a recibir a sus numerosos amigos en sus espléndidos salones de la carrera de San Jerónimo.
Porque Pereda, el más montañés de todos los montañeses, identificado con la tierra natal, de la cual no se aparta un punto y de cuyo contacto recibe fuerzas, como el Anteo de la fábula, apacentando sin cesar sus ojos con el espectáculo de esta naturaleza dulcemente melancólica, y descubriendo sagazmente cuanto queda de poético en nuestras costumbres rústicas, ha traído a sus libros la Montaña entera, no ya con su aspecto exterior, sino con algo más profundo e íntimo, que no se ve, y, sin embargo, penetra el alma, con eso que el autor y sus paisanos llamamos , encanto misterioso, producidor de eterna en los numerosos hijos de este pueblo cosmopolita, separados de su patria por largo camino de montes y de mares.
Además vivía en París, en la ciudad que ella no había visto nunca, después de numerosos viajes por ambos hemisferios.
Y ella, con no menos olvido de la realidad, fijaba en su respuesta la hora de siempre, las cinco, creyendo que, después de pasar unos minutos en el o las con pretexto de hacer compras, podría deslizarse hasta el jardín solitario, sin riesgo a ser vista por alguno de sus numerosos conocimientos.
¡Eran tan numerosos los espías! Con frecuencia publicaban los periódicos noticias de fusilamientos: dos líneas nada más, como si se tratase de un accidente ordinario.
Iban a matarle: sus enemigos eran demasiado numerosos.
Las gentes se los imaginan numerosos y apretados como las piedras de un pavimento, pero sólo un buque entre mil recibe sus ataques Además, contigo no temo nada: si nuestro destino es perecer en el mar, moriríamos juntos.
La llanura árida en torno de Salónica estaba cruzada por numerosos caminos.
Nacían en sus profundos senos grandes y numerosos manantiales de agua dulce, en la costa del Asia Menor, en Morea, Dalmacia y la Italia meridional, recibía, además, un aporte considerable del mar Negro, pues éste, al revés del Mediterráneo, acaparaba con las lluvias y con el arrastre de sus ríos más agua que la que perdía por evaporación, enviándosela a través del Bósforo y los Dardanelos en forma de corriente superficial.
Cada vez eran más numerosos los buques de carga y el flete más barato.
Sin otras lecturas que las de su carrera, hablaban con asombro de los numerosos libros que llenaban el camarote de Ferragut, muchos de ellos sobre materias que les parecían misteriosas.
Cuantos más destruían los enemigos, más numerosos eran.
A su izquierdamás allá de los montes azules de Oropesa que limitaban el golfo valencianoveía imaginativamente la opulenta Barcelona, donde tenía numerosos amigos, Marsella, prolongación de Oriente clavada en Europa, Génova, con sus palacios escalonados en colinas cubiertas de jardines.
Los pastores de los numerosos rebaños que pastan en estas cercanías, como he dicho a Vd.
A pocas leguas de aquí están apacentándose hoy sus numerosos rebaños, en los terrenos que les arriendan los pueblos cercanos.
Se han traído algunos merinos, se han propagado fácilmente, y ya existen rebaños bastante numerosos, que se aumentan cada día en razón de que no se consumen para el alimento diario.
Ya en la ciudad de nuestro cuento, cuya gente acomodada había ido toda, y en más de una ocasión, de viaje por Europa, donde apenas había casa sin piano, y, lo que es mejor, sin quien tocase en él con natural buen gusto, tenía Keleffy numerosos y ardientes amigos, tanto entre los músicos sesudos, por el arte exquisito de sus composiciones, como entre la gente joven y sensible, por la melodiosa tristeza de sus romanzas.
Y cuando él vio el fracaso de aquella intentona y palpó la dolorosa realidad, se fue a Caracas, la ciudad de Bolívar, y allí agrupó en torno suyo numerosos admiradores y amigos.
Su mesa de trabajo, sumamente sencilla, estaba siempre repleta de papeles que formaban sus numerosos trabajos de correspondencia para los periódicos de Cuba, Méjico, Guatemala, Argentina, y las revistas que bajo su dirección se publicaban en Nueva York, aparte de los documentos oficiales de su consulado.
Y esta promiscuidad, bajo la misma manta, de viejos y jóvenes, de inocentes jayanes recién venidos de su tierra y veteranos de la vida errante, conocedores de todas las corrupciones, se efectuaba en medio de una forzada abstinencia de la carne, en un país donde por las condiciones del trabajo, los hombres son mucho más numerosos que las mujeres, y la continua afluencia de presidiarios licenciados traía consigo todas las criminales aberraciones de la virilidad aislada.
Era el inspector de los numerosos barcos de la casa, y además, no cargaba un buque extranjero minerales de su principal que no lo despachase él, acumulando así una pequeña fortuna que le envidiaban sus antiguos compañeros de navegación.
Entre esta red de acero alzábanse numerosos postes, con sus faros eléctricos semejantes a lunas apagadas.
El campanero corría por las naves agitando su llavero, que asustaba a los murciélagos, cada vez más numerosos.
En una de sus rondas tropezóse el padre Bonnet con Paco Luján, sentado a la turca en uno de los grupos más numerosos, parecióle el niño preocupado y taciturno, y observó ante él su plato vacío, y puesta sobre la servilleta su parte de pan intacta.
A las once de la noche, el palacio de Villamelón parecía, por extraño caso, la morada de la quietud y del silencio: la señora condesa se había retirado muy temprano a sus habitaciones, a causa de una fuerte jaqueca que le molestaba desde la tarde, el señor marqués habíase acostado también, aquejado de fuertes mareos, y la numerosa servidumbre, libre de toda traba y segura de no ser echada de menos, habíase esparcido acá y allá, por los numerosos centros de diversión que ofrecen en Madrid las noches de Carnaval a las gentes de todas raleas.
Porque era el caso que habían circulado por ciertas casas privilegiadas de la alta sociedad madrileña unas lindas tarjetas litografiadas, en que la marquesa de Villasis anunciaba a sus numerosos amigos que abría las puertas de sus salones, y fijaba como día de recepción¡aquí estaba el busilis!el mismo fijado por Currita: ¡los viernes! La noticia llegó a casa de esta un miércoles por la noche, estando presente tan sólo la duquesa de Bara, Carmen Tagle, Leopoldina Pastor y la Valdivieso, algunos señores mayores jugaban al tresillo, y en la sala de billar oíanse a lo lejos los secos golpes de las bolas y los tacos.
Atropellándose al hablar, de pura rabia y despecho, insistió en que nadie imaginaría que el marqués de Ulloa, un señorito que sólo pensaba en cazar, se echase a político, que, a pesar de la gran influencia de la casa y de ejercer su nombre bastante prestigio entre los paisanos, la aristocracia montañesa y los curas, la tentativa importaría un comino si no la hubiese tomado de su cuenta Barbacana y no le ayudase un poderoso cacique subalterno, que antes fluctuaba entre el partido de Barbacana y el de Trampeta, pero en esta ocasión se había decidido, y era el mismo mayordomo de los Pazos, hombre resuelto y sutil como un zorro, que disponía de numerosos votos seguros, pues muchísima gente le debía cuartos que tenía esquilmada la casa de Ulloa a cuyas expensas se enriquecía con disimulo y que este solemne bribón, al arrimo del gran encausador Barbacana, se alzaría con el distrito, si no se llevaba el asunto a rajatabla y sin contemplaciones.
¡Qué mejor esposo podían desear sus hijas que el primo Ulloa! Entre los numerosos ejemplares del tipo del padre que desea a sus niñas, ninguno más vehemente que don Manuel Pardo, en cuanto a la voluntad, pero ninguno más reservado en el modo y forma.
De pronto, cundió por toda la plaza una noticia que revolvió y barajó los grupos, formando otros nuevos y más numerosos, en que ingresaron hasta los paseantes.

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