Ejemplos con nueve

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las nueve Hermanas y yo leímos en los jardines del Parnaso ese libro de que habla la sabia MINERVA.
El cerraba a las nueve las Claverías, y ellos querían pasar la noche fuera de casa.
La máquina volvía a agitarse y don Luis tecleaba el armónium, hasta que sonaban las nueve y el cerraba la escalera de la torre, agitando su manojo de llaves con un ruido que equivalía al antiguo toque de cubrefuego.
Ahí tengo en ese montón las nueve sinfonías del Hombre , sus innumerables sonatas, su misa, y con él a Haydn, a Mozart, a Mendelssohn, a todos los grandes tíos, en una palabra.
El buen rey da a la catedral nueve villas, y si quisiera te podría citar los nombres, varios molinos y un sinnúmero de viñas, casas y tiendas en la ciudad, y termina diciendo, con su largueza de caballero cristiano: Esto, pues, de tal manera lo doy, y concedo a esta Santa Iglesia y a ti, Bernardo, Arzobispo, por libre y perfecta donación, que por homicidio ni por otra alguna calumnia en ningún tiempo se pierdan.
A las ocho de la noche en invierno y a las nueve en verano cerraba la escalera del claustro alto, guardábase la llave en el bolsillo y toda la población quedaba aislada de la ciudad.
Apenas si cenaron, y antes de las nueve ya estaban todos en la cama.
A las nueve y media llegué a la casa de Gabriela.
Pues se engaña, no hemos de visitarla ni por una de estas nueve cosas.
Pues ya lo sabes, mañana, a las nueve, te presentas en la casa de Castro.
¡A las nueve en punto! Me gusta mucho la exactitud.
A las nueve de la noche recibieron las de Pajares la visita de Andresito y su papá.
Cuando sonaron las nueve, todos se sobresaltaron.
¡Que le fueran a él con Ayuntamientos! Había trabajado como un perro por la candidatura del partido repartiendo papeletas a las puertas de los colegios, tuvo una disputa con un municipal que le quería llevar atado, y lo sufrió todo todo por el partido y el candidato y ahora le ofrecían como recompensa un puesto de peón en el adoquinado, nueve horas de trabajo al sol y siete reales.
Levantábase Melchor al amanecer, y después de arropar cuidadosamente a la señora, rogándola que no abandonase la cama antes de las nueve, bajaba a la tienda para vigilar a los dependientes en las primeras ocupaciones del día.
¡Por Dios, Rorró! ¡Quieres que me dé un ataque! Son las nueve, y aquí me tienes, sin probar bocado, en espera del caballero, mientras éste duerme como un marqués.
Teníanle trabajando en el escritorio o en el almacén desde las nueve de la mañana a las ocho de la noche, y había de servir para todo, lo mismo para mover un fardo que para escribir cartas.
Falta consignar que de estas nueve cifras, siete correspondían al sexo femenino.

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