Ejemplos con nabab

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

-Sin duda es algún nabab que viene de la India.
-¿Es que ese hombre es algún nabab? ¿Sabéis lo que cuestan tres balcones como ésos durante ocho días de Carnaval, y en el palacio Rospoli, es decir, en el mejor sitio del Corso?.
-Señora -dijo Luciano-, creed que si yo tuviese medio millón a mi disposición, lo emplearía en otra cosa que no en tomar informes sobre el señor de Montecristo, que a mis ojos no tiene otro mérito que el ser dos veces más rico que un nabab.
-Seguramente un nabab no me habría enviado dos caballos de treinta mil francos y cuatro diamantes de cinco mil francos cada uno.
Había simpatizado con Danglars, que después de haber lanzado una mirada escudriñadora al padre y al hijo, pensó que el padre sería algún nabab que había venido a París para perfeccionar la educación de su hijo.
-¿Y tenía nada menos que un crédito de cinco millones sobre vos? ¿Pues sabéis que es un nabab el tal conde de Montecristo?.
Nuño mozo que aún no llegaba a los treinta, gallardo como no había otro en la villa, generoso como un nabab, de amena y fácil conversación y muy gran aficionado al comistrajo o golosina del Paraíso.
-Yo era un poderoso arráez aguerridas, pabellones de granete, bellos y suntuosos, y riquezas a montones, cuanto pudiera lisonjear el poderío, el amor propio y la ambición, eso mismo me pertenecía, era, en fin, un nabab, cuyos caudales perdíanse en la fábula por su inmensidad, y sin embargo, de tanta opulencia ¿qué me resta? Héme aquí reducido a la esclavitud, la más mísera de las condiciones humanas, proscrito mi albedrío, encadenado por las redes de la tiranía y convertido en un objeto de oprobio y vilipendio.
Juan tres viajes felices a las orillas del Ganges, donde, mientras se despachaba el navío y se preparaba y cargaba para la vuelta, vivió como un nabab, yendo en palanquín suntuoso, servido por lindas muchachas, querido de las bayaderas, cazando el tigre sobre los lomos de un elefante corpulento, y siendo agasajado por los más poderosos comerciantes de aquella plaza opulenta, emporio del extremo Oriente.

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