Ejemplos con mía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La mía está tranquila y confiada ante Dios, que ve el secreto de mis intenciones.
Tal era la psicología de la Iglesia primitiva, tal era la mía, en los cinco primeros años de seminario.
Dondequiera que voy, no digo ya por las ciudades de estos reinos, sino a otras naciones, pues que he viajado largas tierras, Inglaterra, Rusia, Francia, Alemania, Italia y no digo ya estas naciones europeas, sino otros continentes, África, Asia, América, Australia, dondequiera que voy tengo una casa mía, ¡y qué casas!, mayores que un palacio, y mesa puesta, y lecho apercibido, y jamás me falta dinero para ir hasta el fin del mundo.
El griego me lo enseñó un opositor a cátedras, y muy rápidamente, con gran sorpresa mía.
¿Te han pegado? ¿Por qué sangras? ¡Habla, hija mía, por Dios!.
¡Hiciste bien en llamárselo, hija mía! ¿Quién es ella para ponerse a jugar contigo?exclamó, en un sincero arranque de soberbia, la mujer de Simón.
Y esto parecerá algo pueril a los que no tienen patria ni hogar, pero como en este prólogo voy dejando hablar al corazón tanto o más que a la cabeza, no quiero ocultar el íntimo regocijo con que oigo sonar, cercado de alabanzas, el nombre de Pereda unido al nombre de su tierra, que es la mía.
Y, por otra parte, esta opinión mía a nadie quiere imponerse.
¡Oh terrible combate! Gozo o peno, ya miro al lado ardiente, ya al sereno, y mirando a tu rostro, noche y día, pasan las horas de la vida mía.
¡Ángel consolador del alma mía! Te adoro, yo te adoro noche y día.
Y he llevado siempre conmigo la imagen de la mujer, la imagen anterior a su desdicha y a la mía, y no pudiendo hacerla mi amada, hice de ella mi hermana.
¡Calle el dios de la burla! ¡Por la laguna Stygia! Pero dejemos eso, y hable MINERVA, cuya opinión ha sido siempre la mía desde lejanos tiempos.
¿Cuál será la extensión de la mía? ¡Ah, querido padre! No crea usted nada de lo que oiga respecto a mí, y aténgase tan sólo a lo que yo le revele.
Inocencio, por el alma de mi padre, por el alma de mi abuelo, por la salvación de la mía, juro que deseo morir.
¿De quién es la culpa, mía o de usted?.
Dentro de mí tengo yo vivo y fuerte el sentimiento de tu religiosidad, como el de la mía propia.

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