Ejemplos con mueble

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el centro del coro se halla un mueble llamado facistol que sirve de soporte al gran libro litúrgico de música coral, escrito con grandes caracteres para que pueda ser leído desde lejos por los monjes.
También se ha especulado que fuera la caja de un instrumento musical o parte de un mueble.
También es un mueble habitual en los dormitorios infantiles.
Tiene sus andas y se exhibe en el centro del retablo como única imagen del mueble.
Es frecuente utilizar un bajo-mantel o muletón con finalidades tan importantes como evitar el deslizamiento del propio mantel superior, evitar asimismo ruidos desagradables durante el servicio y la comida, proteger la mesa de golpes, impedir que el derrame de líquidos pueda ocasionar desperfectos en el acabado del mueble, así como proteger la mesa de platos y demás utensilios calientes, evitar humedades por el derrame de líquidos y proteger la mesa de golpes.
Monument historique es un estatus que otorga el Ministerio Francés de Cultura a un mueble, conjunto de muebles, edificio o partes de los mismos, conjunto de edificios o algún otro tipo de construcción o infraestructura como puentes o jardines, en base a su importancia histórica o arquitectónica.
También debía tener entre varias guías de viaje y numerosas postales con vistas, guardadas en un mueble antiguo de su caserón, un retrato de la doctora en música, vistiendo una toga de luengas mangas y un birrete cuadrado del que pendía una borla.
Cumplida la cuarentena de años, faltábanle ya los billetitos de recomendación o por lo menos no eran tan calurosos: en los despachos de las notabilidades iba siendo su persona como un mueble más, y hasta él mismo sentía apagarse su facundia.
Recordaba con nostalgia su camarote reducido y ordenado, donde no había un mueble que escapase a su vista ni un cajón cuyo contenido no estuviera en su memoria.
Ella no podría comer al lado de este mueble inmundo, por el que había pasado lo peor de Nápoles.
No sabía con certeza su origen: tal vez era un mueble de príncipes, tal vez debía la existencia al capricho de una cocota ansiosa de ostentación.
Erase una pareja, él, bohemio del Rastro, ojos soñolientos, raído levitín, corbata rota, semejante a una curiosidad más, a algún mueble usado y desvencijado, ella, rubia, flaca, ondulante, ágil como una zapaquilda de desván, al deslizarse entre los objetos preciosos amontonados hasta el techo.
Había allí un mueble precioso, también de palo de rosa, con cerradura de plata, donde el tío Frasquito guardaba los papeles importantes, abrió un cajoncito y sacó un paquete de cartas.
Currita abrió la gran tapa delantera, cuyas bisagras y cerrajas doradas dejaban ver, a través de sus artísticos calados, un fondo de terciopelo rojo, y entonces apareció el interior de aquel precioso mueble, compuesto de bellísimos arquitos, de galerías en miniatura en que encajaban infinidad de cajoncillos, ocultándose los unos a los otros, con múltiples secretos.
Casi en el centro del gabinete, una mesa, una gran mesa con su cubierta de paño verde, que caía hasta cerca del suelo, dejando ver los pies del mueble, unas garras de león o de grifo que hincaban en sendas esferillas las pujantes uñas, como en mísera presa famélico milano.
De este mueble también se hablaba con respeto en casa de doña Manuela.
Por dos pesetas diarias la explotaban las parroquianas de un modo irritante, mostraban un ansia furiosa para exprimir todas sus habilidades, la hacían cortar y probar como una maestra y coser o zurcir como una oficiala, obligábanla, con falsos mimos, a no levantar la cabeza del trabajo ni un solo instante, se mordían los labios con rabia y dudaban de su laboriosidad cuando no podía convertir en vestido flamante un guiñapo viejo, y después de todo, cuando la costurera terminaba, despedíanla sin cariño alguno, como un mueble inútil, y no se acordaban de ella al darse tono en paseos y teatros, asegurando que era de una modista francesa el vestido cuya confección les costaba unas cuantas pesetas.
¿Qué soy en aquella casa? Un trasto inútil, un mueble incómodo que se empeña en permanecer intacto y todos desean verlo hecho astillas para arrojarlo al montón.
El único mueble moderno que allí había era una poltrona de caoba, obsequio de algún cliente agradecido.
Poco después entró un hombre en el cuadro de tropa, llevando un mueble, que dejó en tierra.
La interposición de su cuerpo no me dejó clasificar aquel mueble, pero, en cambio, advertí que lo clavaba en el suelo.
Sin duda buscaba algún mueble debajo del cual se pudiera meter.
No salvó más mueble que la vara de medir.
De pronto oyó un golpe, como caída de persona contra algún mueble, y vio a la moza recostada en la cama, despidiendo lastimeros ayes y hondos suspiros.

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