Ejemplos con mortaja

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En uno de los más notables viajes que conoció la historia, Glass curo su propia pierna, envuelta por una mortaja que habían puesto sus amigos encima de la herida que le ocasiono el oso, y comenzó la búsqueda.
Venerable, Humilde y Fervorosa Hermandad de Nazarenos Del Santísimo Cristo de La Caridad en el Misterio de Su Sagrada Mortaja, María Santísima de La Piedad, San Bernardo y Santa Ángela de la Cruz.
A todos les cae el traje demasiadamente holgado, y hace pensar en una mortaja.
Eran como una mortaja que se dilataba, ondulante y pesadísima, hasta tocar el fondo.
El Padre Arrigoitia y el médico Duhamel, de acuerdo con Miranda, y facultados telegráficamente por la desconsolada familia Gonzalvo, proporcionaron a la muerta cuanto necesitaba ya: mortaja y ataúd.
Mírelo aquí No le rematé los hilos de las costuras, porque, mi verdad, una mortaja tampoco requiere aquel cuidado que una falda para ir al baile.
Me parece que aún la estoy viendo el día que se casó, con su mantilla de casco fué el mismo año y el mismo día que vino la reina ¡Qué cosas tiene el mundo! ¡Ayudé a coserle el vestido de novia, y ahora tócame hilvanarle la mortaja!.
Dos veces le has cosido la mortaja Todo lo que tú coses son mortajas.
Para la mortaja iré a pedir una limosna en la casa que fue mía, y si hallo la puerta cerrada la derribaré para que entres tú con tus hijos.
Luego, se le acercan los moscones, escarabajos, sapos y sabandijas, y se saborean y complacen en el mal olor que despide y en la podre que empieza a manar, también se acercan los ratones, taladran sus vestidos o mortaja, se enredan entre el cabello, entran en la boca y empiezan a comer la lengua, salen luego y registran todo el cuerpo entre carne y vestido.
Había en él cierta desenvoltura profana que delataba al artista sepultado en los hábitos sacerdotales, ansioso por volar fuera de ellos, abandonándolos a sus pies como una mortaja.
El cubo del jardinero rompía un instante la capa verdosa de su superficie, dejando ver el azul negruzco de las grandes profundidades, pero apenas extinguidos los círculos excéntricos de la inmersión, volvían a aproximarse y a confundirse las verdes lentejas, y otra vez desaparecía el agua bajo su mortaja vegetal, sin un estremecimiento, sin un susurro, muerta e inmóvil como el templo en el silencio de la tarde.
Tras esa pared del San Cristóbal duermen mutilados, con mortaja de polvo, los grandes músicos españoles.
Mañana gozaré la primera alegría de mi vida, rasgando esta mortaja en pedazos pequeños, muy pequeños, para que nadie la pueda utilizar.
Ella iría a la ciudad con dos compañeras, para comprar la mortaja y el ataúd, otras fueron al pueblo o se esparcieron por las barracas inmediatas, buscando los objetos encargados por Pepeta.
¡Bien emprendía el pobre el camino del cielo de los inocentes! La vega, desperezándose voluptuosa bajo el beso del sol primaveral, envolvía al muertecito con su aliento oloroso, lo acompañaba hasta la tumba, cubriéndolo con impalpable mortaja de perfumes.
Y pugnaba con la madre por apartarla del ataúd, por obligarla a que entrase en el y no presenciase el terrible momento de la salida, cuando el , levantado en hombros, alzase el vuelo con las blancas alas de su mortaja para no volver más.
Oprimía el cuerpecillo frío contra su pecho con arrebatos de estéril pasión, introducía en la mortaja los rígidos bracitos con escrupuloso cuidado, como fragmentos de vidrio que podían quebrarse al menor golpe, y besaba sus pies de hielo antes de acoplarlos a tirones en las sandalias.
—, elige tu sitio, esgrime el arma que debas al cielo, cierra los ojos y baja la cabeza, envuelve tu corazón en un frac, como en una mortaja, y ¡adelante!.
—¡Ah, señores! ¡Contened vuestro entusiasmo! ¿Quién sabe si el año que hoy estrenáis habrá de ser vuestra mortaja?.
La mortaja de fina holanda la bordaron las señoras Micaelas, y es regalo de doña Bárbara.
La ropa que cuelgo me representa siempre hombres ahorcados, o difuntos que salen del ataúd con la mortaja puesta, no importa que mientras está el quinqué encendido, antes de acostarme, la arregle así o asá, al fin toma esas hechuras extravagantes aun no bien apago la luz y enciendo la lamparilla.
La almohada de ella es más severa y humilde, cual correspondía a su piadosa mortaja.
Parecía una mortaja tirada sobre un macizo de flores.
al día siguiente de casada, aunque su vestido de boda sea la mortaja con que la entierren.
En esto han parado las promesas de arreglarlo todo en menos de un mes: en que Clara se me esté muriendo, y en que además haya dejado de amarme y quiera ser monja, en que acabe por tomar el velo y luego la mortaja.
-Mira, Juan Mortaja, que voy a sacarle los ojos a esta rabuja si ahora no vienes conmigo.
El hastío es la modorra del espíritu, su condensación, su no hay más allá, su mortaja, su ataúd, su.
En fin, llegado el tiempo en que una flota partia para Tierrafirme, acomodándose con el almirante della, aderezó su matalotaje y su mortaja de esparto, y embarcándose en Cádiz, echando la bendicion a España, zarpó la flota, y con general alegría dieron las velas al viento, que blando y próspero soplaba, el cual en pocas horas les encubrió la tierra, y les descubrió las anchas y espaciosas llanuras del gran padre de las aguas, el mar Océano.
Venga, que es tiempo ya, del hondo abismo Tántalo con su sed, Sísifo venga con el peso terrible de su canto, Ticio traya su buitre, y ansimismo con su rueda Egïón no se detenga, ni las hermanas que trabajan tanto, y todos juntos su mortal quebranto trasladen en mi pecho, y en voz baja -si ya a un desesperado son debidas- canten obsequias tristes, doloridas, al cuerpo a quien se niegue aun la mortaja.

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