Ejemplos con moquillo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los granjeros vacunan a los visones contra el botulismo, moquillo, enteritis, y si es necesario, contra la neumonía.
A pesar de los esfuerzos para preservar la raza, ésta estuvo al borde de la extinción debido a una epidemia de moquillo que asoló el país después de la Segunda guerra mundial.
Los síntomas anteriores, especialmente la fiebre, los indicios respiratorios, digestivos y neurológicos y el endurecimiento de las almohadillas plantares, son una fuerte evidencia del moquillo.
No hay un tratamiento específico para el moquillo.
Más noticias: uno de los lebreles pequeños se nos a muerto de moquillo.
Cápsulas o , lo mismo da del Doctor Rubín contra cualquier cosa contra la tisis o el moquillo de los perros Lo que importa es algo y plantarle unas etiquetas muy chillonas con tu retrato Eres un mandria.
Agitándose en su lecho con horrible desvarío, mandaba a los chicos a la escuela, le pasaba la lección a Rafaelito, reñía a Juanito Jacobo por romper los figurines del , bromeaba con Crucita por cuestión de pájaras lluecas o de perros con moquillo, daba órdenes a la criada sobre la comida, se afligía porque no estaban planchadas las camisas de D.
Lo mismo da morir de moquillo que de garrotillo.
Ya sabe usté que pa mí la Rosario es la Consagrá, porque la conozco desde que estaba en peligro de desangrarse por la tripa, y porque es más güena pa mí que el azufre pa el moquillo, y porque es una esgraciaíta que está pasando un día sí y otro no por la ruea de las navajas y buche de agua que se bebe a la vera del Carabina es una puñalá que le meten, y ea beso que le da, un vomitivo que toma.
Llamábase la Ribero, y era una vieja más flaca que gallina de diezmo en moquillo.
-¡Será moquillo! -insinuó Amelia en voz baja, sin perjuicio de ponerse de pie, decidida a seguir a la duquesa aunque fuese al Averno a ver al mismísimo Cancerbero, puesto que estar en la intimidad de la Gante era el espaldarazo de la elegancia.
Me volví médico de mi tropilla, bajo su vigilancia, y fui baquiano para curar el mal del vaso dando vuelta la pisada, el moquillo con la medida del perro o labrando un fiador con trozos de un mismo maslo, el mal de orina poniendo sobre los riñones una cataplasma de barro podrido, la renguera de arriba atando una cerda de la cola en la pata sana, los hormigueros con una chaira caliente, los nacidos, cerda brava y otros males, de diferentes modos.

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