Ejemplos con monotonía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuando no era así, la general revolución, en vez de marchar aceleradamente, se inmovilizaba en una monotonía desesperante.
Luego, Margalida, súbitamente tranquilizada por las palabras de su hermano, había callado, quedando inmóvil en el lecho, pero durante toda la noche oyó el suspiros de angustia y un ligero murmullo, como si debajo del embozo una voz queda murmurase palabras y palabras con incansable monotonía.
Ahora le pareció la capital isleña una población de irresistible monotonía, con sus señoritas encerradas en un aislamiento huraño y monjil.
¡Ah, la vida! ¡Qué engaños, qué ilusiones bordamos sobre ella para ocultarnos la monotonía de su trama! Lo limitado de sus sensaciones y de sus sorpresas resulta desesperante.
El payés, al entrar en la torre, habló sin ninguna emoción del suceso de la noche anterior, como si fuese un hecho normal que sólo alteraba levemente la monotonía de la vida del campo.
Giraba y giraba sobre sí mismo con una monotonía desesperante, pero este movimiento, que era el más inmediato, el más visible, el que todos podían apreciar, resultaba insignificante.
Al mismo tiempo se impacientaba ante la monotonía de sus palabras.
Mientras la fragata completaba en Iquique su cargamento, estuvo en contacto con la muchedumbre trabajadora de las salitreras, chilenos, obreros de todos los países, que no sabían cómo derrochar sus valiosos jornales en la monotonía de unas poblaciones nuevas.
La monotonía del prolongado salón abrumaba.
En Pasajes, tras de la monotonía fatigosa de las montañas reposaron al fin los ojos, viendo extenderse el mar azul, un tanto rizado, mientras los buques, fondeados en la bahía, se columpiaban con oscilación imperceptible, y una brisa marina, acre y salitrosa, estremecía las cortinillas de tafetán del coche, aventando el sudor de la frente de los cansados viajeros.
A cada paso corta la monotonía de las hileras de chopos y negrillos algún accidente pintoresco: ya un lavadero, ya una casita que remoja los pies en el río, ya una presa, ya un molino, ya una charca de patos.
Hubo una serie sucesiva de años en que toda aquella historia tuvo una trágica monotonía desesperante: degüellos de poblaciones enteras, incendios y saqueos de ciudades, exterminio de sus habitantes sin perdón ni aun para niños ni ancianos, lucha incesante de los pueblos entre sí y contra los invasores comunes, tales son las simétricas y feroces alternativas de aquella historia.
Era por dentro la casa blanca, como por fuera, y toda ella, salvo el colgadizo, tenía el piso cubierto por una alfombra espesa como de un negro dorado, que no llegaba nunca a negro, con dibujos menudos y fantásticos, de los que el del ancho borde no era el menos rico, rescatando la gravedad y monotonía que le hubiera venido sin ellos de aquella masa de color oscuro.
Cierta vez que el médico, cansado de la monotonía de su existencia, se divirtió en propagar el budhismo entre los rudos contratistas y hasta intentó algunas ceremonias del culto indostánico, a estilo de las que había presenciado en el museo Guimet de París, el cura no manifestó indignación, Bah, cosas de don Luis, chifladuras de los sabios: ya se cansará.
La gente parecía anonadada por la monotonía del espectáculo.
Construía barcos, y no naufragaba uno, para alterar con una catástrofe la monotonía de su existencia.
Pero, ¡ay! ¡cómo le aterraba la soledad de aquella existencia que aún le quedaba por delante! ¡Qué miedo le causaba la monotonía de una vida sin ilusiones!.
Viviendo en la eterna monotonía de las bellezas naturales, no ven en ellas nada de extraordinario, sintiendo con más intensidad los sucesos que tocan de cerca a sus personas.
La lucha se desarrollaba con la lenta y aplastante monotonía de todos los espectáculos de fuerza.
Crea usted que nada tiene de agradable vivir una existencia de apocamiento y monotonía, sin otra gloria que fusilar al obrero que protesta o al pueblo que se queja.
Por las tardes, a la hora del coro, cuando trabajaba solo el zapaterillo, Gabriel, cansado de la monotonía silenciosa de las Claverías, bajaba al templo.
Eran gentes acostumbradas a verse todos los días, siempre las mismas, a idéntica hora, y sentían revuelta su curiosidad cuando un rostro extraño alteraba la monotonía de su existencia.
De las vigas, como bambalinas grasientas, colgaban pabellones de longanizas y morcillas, o ristras de pequeños pimientos rojos y puntiagudos como dedos de diablo, y rompiendo la monotonía de tal decorado, algún jamón rojo y borlones majestuosos de chorizos.
Tenían sus apasionados, que se encargaban de ocupar el cuarto sitio en la partida, y al llegar la noche, cuando la masa de espectadores se retiraba a sus barracas, quedábanse allí viendo cómo jugaban a la luz de un candil colgado de un chopo, pues era hombre de malas pulgas, incapaz de aguantar la pesada monotonía de esta apuesta, y así que llegaba la hora de dormir cerraba su puerta, dejando en la plazoleta a los jugadores después de renovar su provisión de aguardiente.
Deslizábanse los días en santa calma, trabajando mucho, pero sin que un leve contratiempo viniera a turbar la monotonía de una existencia laboriosa.
Cantaban las ranas con una monotonía desesperante, reflejábanse las temblorosas estrellas en el fondo de las charcas, en el inmediato estanque conmovíanse con estremecimientos voluptuosos las plantas verdosas que extendían sus palmitos a flor de agua, y a lo lejos, como un eco, sonaban los ladridos de los perros del arrabal.
El silencio para siempre, la amarga satisfacción del no ser, la grandiosa monotonía de la eternidad libre de toda alteración.
Algunas capotas cargadas de flores o relucientes peinados, destacándose sobre los pañolones de Manila, rompían la monotonía de las hileras de puntos blancos.
Tal es la implacable monotonía del tiempo, el péndulo que oscila en el espacio, la indiferente repetición de los hechos, contrastando con nuestros leves años de peregrinación por la tierra.
En la clase misma, que por la placidez del local y la monotonía de la lección convidaba a la somnolencia, se ponía a jugar con la fantasía y a provocar y encender la ilusión.

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