Ejemplos con mojigato

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Al parecer era bastante mojigato de niño y empezó su adicción a las drogas a partir de un porro que le ofreció Chema en sus años de estudiante.
El mojigato médico le contestó.
¡si me habrá engañado el maldito francés y los que declararon que mi hija estaba en Jauja, en el Cuzco, en Arequipa, o en las Batuecas de los Andes! ¿Serán también una farsa los versos con que quisieron darme fe del alumbramiento de la niña? ¡Ajos!, no me falta más sino que tenga razón ese puerco mojigato de Binondo, que me asegura la muerte de Mara y su viaje al otro mundo para no volver de él.
Francisco, que también es de encargo, loco por los toros, loquito por las hembras, en privado, que en público no hay mojigato que le gane en hacer zalemas delante de un altar.
Felipe II, que cuando escribía al mismo Ticiano le llamaba , le encargaba para sus palacios cuadros como los de , , y , de lo cual se infiere que no era mojigato en materia de arte, y Felipe III y Felipe IV, siguieron reuniendo obras análogas en Madrid y el Pardo.
-¿En Marzo? Eso es hablar en mojigato -dijo Pluma señalando con picaresca malignidad a un anciano astroso y taciturno que hasta entonces no había desplegado sus sibilíticos labios-.
En el transcurso de esta fiel historia irán saliendo muchas cosas que ahora no conviene anticipar, y que completarán el conocimiento de este benemérito joven, primero mojigato, guerrillero después, y adornado siempre de estupendas cualidades.
-Ten mucho cuidado -me dijo- de fingirte mojigato, si no quieres que te echen a la calle.
—¿Tampoco será aquel compuesto mojigato que esconde uñas y ostenta barbas?.
El tabernero de la esquina, el mojigato de la vecindad, el cristiano viejo sin un abuelo que oliera a hereje, el sacristán de amén, parecíanos Muza o Tarik, grandes sultanes de serrallo, incapaces de probar el torrezno y de respirar el vino así que vestían los pantalones bombachos de seda amarilla, las fajas multicolores, las chaquetas bordadas de lentejuelas, los turbantes de gasa llenos de alharacas, las babuchas de tunecino tafilete.
Francisco, que también es de encargo, loco por los toros, loquito por las hembras, en privado, que en público no hay mojigato que le gane en hacer zalemas delante de un altar.
¡si me habrá engañado el maldito francés y los que declararon que mi hija estaba en Jauja, en el Cuzco, en Arequipa, o en las Batuecas de los Andes! ¿Serán también una farsa los versos con que quisieron darme fe del alumbramiento de la niña? ¡Ajos!, no me falta más sino que tenga razón ese puerco mojigato de Binondo, que me asegura la muerte de Mara y su viaje al otro mundo para no volver de él.
Pero de eso a hacerme mojigato hay mucha distancia.
Dicen que ese señor es mojigato.
Verá cómo no soy fanático, ni intransigente, ni mojigato.
Doña María había tomado su aire de costumbre, encogido y un tanto mojigato.

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