Ejemplos con mirándolos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuando me dejaban entrar en la sala, me pasaba el tiempo mirándolos y diciendo:.
Los cuatro perros estaban juntos gruñendo sordamente, sin apartar los ojos de míster Jones, que continuaba inmóvil, mirándolos.
¡Qué rabia me da esta gente!decía Teri mirándolos con hostilidad y evitando su contacto.
Pasó mirándolos con ojos de provocación, pero todos parecieron ocupados de pronto en importantes reflexiones que les hacían bajar la frente, y no se fijaron en él.
Unos en sus meditaciones ven ante sí la imagen de Cristo crucificado, mirándolos con ojos amorosísimos, otros se deleitan contemplando la celestial figura del Niño Dios, a otros les embelesa la presencia de Santa Catalina de Siena o Santa Rosa de Viterbo, cuya castísima imagen y compuestos ademanes incitan a la oración y a la austeridad, pero yo ¡desgraciado de mí! yo, pecador abominable, que sentí quemadas mis entrañas por el mundano amor, y me alimenté con aquel rocío divino de la pasión, y empapé el alma en mil liviandades inspiradas por la fantasía, me he enfermado para siempre de impureza, me he derretido y moldeado en un desconocido crisol que me dejó para siempre en aquella ruin forma primera.
En tanto que el cura decía estas razones, estaba la disfrazada moza como embelesada, mirándolos a todos, sin mover labio ni decir palabra alguna: bien así como rústico aldeano que de improviso se le muestran cosas raras y dél jamás vistas.
Los ojos de ella brillaban en la noche con dulce y poética luz, y estaba tan orgulloso y enternecido Caballero mirándolos, que no se habría cambiado por los ángeles que están tocando el arpa en las gradas del trono del Criador.
Lo sorprendió tanto esa resolución que permaneció allí tristemente, de pie, mirándolos a los tres.
Si nosotras unimos nuestras fuer-zas y nos negamos a continuar colaborando con los hombrecillos, que mirándolos bien, son tan inferiores, tan incapaces de realizar grandes acciones sin nuestra ayuda, lograremos la libe-ración.
Y Oniox, mirándolos, vestidos de mil maneras, palpó la impresión jus-ta de que semejaban personas muy vivas y con-firmaba su satisfacción: ¡Hasta se me parecen!.
Mientras permanecimos en la cabaña se quedó ante el fuego, sumido en sus reflexiones, levantando alternativamente los pies para calentárselos y mirándolos pensativo, como si se compadeciera de sus recientes aventuras.
¿para qué? Entra el general Guido, y le comunica la idea, a que contesta, clavándoles unos ojos tamaños y mirándolos de hito en hito: ¿Coches? ¿acompañamiento?.
-En segundo lugar, perdonar de aquí para delante de Dios a los dos hombres que os acometieron la noche del domingo pasado, renunciando a toda idea de venganza, y mirándolos como amigos, si necesario fuese.
Preguntáronlos cómo se llamavan y, mirándolos las manos, dixeron que no porque negassen ser gente principal se persuadirían a ello, porque las personas y el valor lo davan a entender, y que ya que su suerte quiso que fuessen cautivos, que se tuviessen por afortunados en serlo del alcayde, porque desseava mucho unos christianos principales que a dos hijos suyos, varón y hembra, enseñassen la lengua y otras habilidades que saben.
¡Cómo no! ¡que la iban a tomar! con gorro blanco mirándolos, recostado en el mostrador.
¡Cómo no que la iban tomar!, con Gorro Blanco mirándolos, recostado en el mostrador.
Me quedaría ciega mirándolos.
El médico que asistía a Alejandro era un joven estudioso, simpático, aplicadísimo y que se encariñaba con los enfermos, mirándolos como amigos y como libros, cual materia de afecto y de enseñanza.
Ven: hallarás en mí un desdichado que padece no sólo sus infortunios propios, sino los de todos los infelices a quienes conoce, mirándolos a todos como hermanos, ninguno lo es más que tú.
Observé que todos los perros del pueblo, que durante la batalla se habían alejado del campo de guerra expresando su terror con aullidos, se congregaban en derredor de los bridones, mirándolos con respeto y envidia.
Todo sentimiento profundo y verdadero es como una voz de lo alto, que nos hace comprender claramente nuestros deberes y nos conduce a cumplirlos cual leyes inviolables, sin desfallecer, sin vacilar, no mirándolos como destructores de nuestra soñada felicidad, sino como piedra de toque en que se ensayan y demuestran los quilates de nuestra virtud.
Cosette, radiante de felicidad y de hermosura, seguía mirándolos.
Tal vez ama a los niños, tal vez, mirándolos, recuerda su infancia jumentil, las alegres hora de la dehesa, cuando triscaba libre junto a la madre y no conocía el yugo de los hombres.
A veces, alzando la mano en la aspereza de la educación, no impedían a los jóvenes que tuvieran algún cuidado del cabello y de su adorno en armas y vestidos, mirándolos con la complacencia con que se mira a los caballos, orgullosos y engreídos al dirigirse al combate.
Y es notable la conducta que cuando rey observó con dichos oráculos: ninguno de los dioses que le habían absuelto mereció jamás que cuidase de sus templos, que los adornara con ofrenda alguna, ni que en ellos una sola vez sacrificase, pues por tener oráculos tan falsos y mentirosos no se le debía respeto y atención, y por el contrario se esmeró mucho con los oráculos que le habían declarado por ladrón, mirándolos como santuarios de verdaderos dioses, pues tan veraces eran en sus respuestas y declaraciones.
He aquí, pues, la razón por qué no matan los Tebeos a los carneros, mirándolos como bestia sagrada.
Al oír tales palabras, Hayat-Alnefus, asustada, lanzó un grito ahogado, y sacó las manos de debajo de la colcha y extendió los diez dedos, mirándolos con ojos dilatados por el terror.
Le dieron las gracias, y como ya anochecía, le acompañaron hasta la puerta del hammam, y aunque insistió mucho para que fuesen a cenar a su casa, se excusaron, y se alejaron después de despedirse, mientras el jeique permanecía inmóvil mirándolos todavía.
Conocíalas perfectamente el tío Buscabeatas por la forma, por su grado de madurez y hasta de nombre, sobre todo a los cuarenta ejemplares más gordos y lucidos, que ya estaban diciendo guisadme, y pasábase los días mirándolos con ternura y exclamando melancólicamente:.
Alguno que otro extranjero va de grupo en grupo mirándolos con extrañeza.

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