Ejemplos con mirándolo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El comandante lo sostuvo unos segundos, y mirándolo directo a los ojos, supo Grau que el marinero se había arrepentido, lo depositó en el piso y dijo:.
Cuando Adonis despierta, se sorprende al encontrar a Venus mirándolo, y canta de su terrible sueño del salvaje jabalí que es interpretado como símbolo de su muerte.
Burns se declara a sí mismo un dios y realiza una gran presentación frente al edificio de la Planta Nuclear, con los residentes de Springfield y los trabajadores de la Planta mirándolo.
La inglesa callaba, mirándolo fijamente con sus pupilas azules claras, en las que parecía flotar una estrella de oro.
Estos personajes omnipotentes, tras un descanso en , habían subido a la torre, mirándolo todo, escudriñándolo todo, corriendo el terreno como si quisieran tomar medidas, obligándole a él, ¡al !, a que se tendiese en el sitio en que habían encontrado a don Jaime, adoptando su misma postura.
Otras veces, al abrir el herido sus ojos, veía la figura inmóvil y acurrucada de la mujer de Pep mirándolo fijamente con sus pupilas sin expresión, moviendo los labios como si rezase, interrumpiendo este silabeo mudo con suspiros profundos.
Y tú, hermana míaprosiguió, tomando en sus manos el joyel con el retrato y mirándolo con el rostro descompuesto por la piedad y la amargura, ¿dónde estás, en qué oscura mazmorra te encerré, a ciegas, que no doy con la entrada, aunque sangran mis pies de tanto caminar y mis manos de tanto tropezar a tientas?.
El siguió mirándolo todo con atención.
Subía al alcázar de proa, inspeccionaba el sollado, recorría el barco mirándolo todo, riñendo porque no encontraba las cosas bastante limpias, y al final de su paseo escalaba la toldilla de popa y se apoyaba en unos de los cañones.
Había ayudado a la implantación del ataque submarino en el Mediterráneo Pero cuando el capitán español contó cómo había sido él una de las primeras víctimas, cómo había muerto su hijo en el torpedeamiento del , el juez pareció conmoverse, mirándolo con ojos menos severos.
Sí, estoy muy envejecida y enferma, he tenido ya ataques a los riñones y ustedañadió mirándolo con ternura¡siempre igual! Verdad es que no tiene treinta años aún Lidia también está igual.
Paso las horas mirándolo en silencio.
Sus mujeres marchaban junto a ellos, mirándolo todo con ojos de asombro.
Desde allí, cual si temiese por la integridad de aquellos bocales de dulces, que eran la fortuna de la familia, abarcándolos en sus brazos, avanzaba la jeta, mirándolo todo con ojos de antílope asustado.
El imbécil era el hermano, que se presentó saludando a Ojeda con voz balbuciente, mirándolo como a un personaje importante que inspira respeto y poca simpatía.
Y envuelta en el humo del cigarrillo que le dio Ojeda, siguió mirándolo con una fijeza audaz, como si concentrase toda su voluntad en esta contemplación, sin importarle los comentarios de las personas cercanas.
Un personaje importante el tal vasco La señora infundía respeto a los dos compatriotas del esposo, siempre con la cabeza alta, parca en palabras, llamando a Goycochea por su apellido, como si fuese un amigo en visita, mirándolo todo insolentemente con sus ojos de miope.
Y la familia entera con un aspecto de audacia tranquila, de inmutable atrevimiento, robustos, duros y grandes por la alimentación carnívora desde el momento del destete, mirándolo todo con descaro, llamándose a gritos, introduciéndose por las puertas en irrupción arrolladora, como si todo fuese suyo.
Pero es muy breve el tiempo que permanece mirándolo, porque de pronto suenan en la calle unos cantos terribles.
Por eso creo que el señor Varona tenía razón cuando afirmaba que aquella palabra era la síntesis más cabal de toda su existencia: en el tiempo de su vida, haciéndola penosa, mirándolo todo como secundario, salvo aquel propósito fundamental y esencial de todos sus días, uno tras otros, y después, al iniciarse la lucha, lanzándose frente al enemigo, buscando la muerte y encontrándola al fin, ¡él no fue más que un sacrificado consciente y espontáneo, desde el primer momento hasta el último!.
¿Qué tiene usted que contestar a esto?dijo con frialdad Ferpierre, volviéndose hacia el Príncipe y mirándolo fijamente.
Uno de sus perros murió con la cabeza apoyada en sus rodillas, mirándolo hasta el último instante con sus ojos apagados y tristes, y cuando lo vio ya rígido, cuando sintió frío e inerte el cuerpo antes vibrante bajo sus caricias, cuando hubo comprendido el misterio de la muerte, el llanto, un llanto mudo y copioso se desbordó de sus ojos.
Aresti le escuchaba silencioso, mirándolo fijamente, sin pestañear, como en presencia de un enfermo, de un caso interesante.
¡Ah! ¡El señor ha estado en Roma!exclamó el hermano mirándolo con cierta admiración, como si de repente creciese ante sus ojos.
Creyó que una cara con bigotes, terminada por un sombrero de guardia civil, se inclinaba sobre la suya, mirándolo en los ojos.
Y habiendo sido tan ricos, Gabriel, hoy nos vemos en la miseria, y yo, hijo mío, un sacerdote del Señor, tengo que ir de un lado a otro con estas papeletas para que vivamos todos, como si fuese un revendedor de entradas de toros, como si la casa de Dios fuera un teatro, teniendo que aguantar a extranjeros herejes que entran sin santiguarse, mirándolo todo con gemelos.
Pero, mirándolo bien, esto no es espíritu democrático discreto, sino negro y desconsolador pesimismo.
Obedeció él, y en seguida, mirándolo todo con extrema curiosidad, sin poder ni querer contenerse, dijo:.
, y, conociendo, al propio tiempo, que ya no habia más palabras que decirle, ni fuerzas en el desgraciado para soportarlas, retiróse tambien lentamente, mirándolo con profunda piedad y sin recuerdo siquiera del pasado enojo.
—Del recogimiento, dijo Leocadia, no hay que tratarme, que tan recosida y tan honesta era yo como cuantas doncellas hallarse pudieran, y con todo eso hice lo que habeis oido: de que él la llevase, no hay duda, y de que ella no me haya agraviado, mirándolo sin pasion, yo lo confieso, mas el dolor que siento de los celos, me la representa en la memoria, bien así como espada que atravesada tengo por mitad de las entrañas, y no es mucho que como a instrumento que tanto me lastima, le procure arrancar dellas y hacerle pedazos: cuanto mas, que prudencia es apartar de nosotros las cosas que nos dañan, y es natural cosa aborrecer las que nos hacen mal y aquellas que nos estorban el bien.

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