Ejemplos con metiéndose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿enamorarse de nuevo? ¿de una chica libertina, parrandera y muy linda con él a la que aceptó de mala gana? ¿metiéndose en pleitos y graves problemas por su inesperado cariño y amor por la chica?.
Es una persona que se interesa mucho por su equipo, en especial por Daichi, ya que al parecer siempre esta metiéndose en problemas.
La Carabobo realmente no pertenece a Tierra Negra, pues está entre Guavina y Miraflores por un lado y el Solito y Miraflores por el otro, sin embargo metiéndose por esas calles se llega directo a Tierra Negra.
La solución real al juego no fue menos macabra, implicando metiéndose a uno mismo en un bolso para cuerpos que se sacaría del país por un helicóptero de evacuación.
La entrevista comenzó normal cuando a los cinco minutos, una reportera de La Oreja intenta robar la entrevista metiéndose a cuadro de la periodista de TV Azteca, a Mónica no le queda más que tapar la cámara de la competencia con su agenda, argumentando que así como a ella no la dejan trabajar, ella tampoco permitirá que realicen el propio, esto ocasiona un alboroto y manotazos entre los trabajadores de las dos empresas.
En cada uno de ellos mantiene un estilo diferente y único, así la variedad es bastante amplia, metiéndose de lleno en géneros como el Música electrónica.
Lavalleja comprendiendo esta situación toma a su cargo las Reservas y las impulsa entre los brasileños, metiéndose en sus filas y arrollándolos hasta el centro de sus formaciones, aislando su dispositivo en dos.
A estas horas, muchas amigas suyas debían andar por las inmediaciones, a causa de la proximidad de los grandes almacenes Buscaron el refugio de una esquina del monumento, metiéndose entre éste y la.
¿Es que mamá no le permitiría trabajar en paz? Y la pobre señora, al salir de su casa todas las mañanas, iba hacia la , pero se detenía en mitad del camino, metiéndose en la iglesia de Saint-Honorée d’Eylau.
Y marchó resueltamente hacia el puerto, pasando sobre rieles de ferrocarril, contorneando los muros de largos almacenes, metiéndose entre montañas de mercancías.
Luego creyó reconocer en el otro sumergible a dos marineros de los que habían tripulado la goleta, los cuales fueron recibidos con gritos y abrazos por sus camaradas, metiéndose a continuación por una escotilla tubular.
Una señora muy hermosa y muy eleganteel joven apoyó con su admiración estos detallesacababa de llegar en un bote, y sin pedir permiso había subido la escala, metiéndose en el buque como si fuese su vivienda propia.
La soledad le desorientaba Y el automóvil fué avanzando con lentitud, sin más norte que los grupos de sepulturas, siguiendo la carretera central, lisa y blanca, metiéndose por los caminos transversales: zanjas tortuosas, barrizales de relejes profundos, en los que daba grandes saltos que hacían chillar sus muelles.
De pequeños recordaba Cecilia que cierta tarde en la romería de Elorrio bailando la giraldilla con otras chicas de su edad, se llegaron unos granujas a estorbarlas, tirándolas del pelo desde fuera, empujándolas con fuerza y metiéndose en el corro gritando para hacerlas perder el compás.
Cantaban también los borrachos de dos en dos o tres en tres con voces ásperas desafinadas, metiéndose el aliento por las narices, balanceándose grotescamente, esparrancados sobre el césped.
Me parece que sírespondió metiéndose en el coche.
A sus pies extendía el mar su ancha faja obscura, cortada a trechos por otros montes más bajos, metiéndose en triángulos, tierra adentro, en forma de ensenadas y rías.
Llegaba por las mañanas, a todo correr de sus briosos caballos y se arrojaba del coche, metiéndose en el escritorio como si huyera.
En la batalla de las Navas da el ejemplo metiéndose en lo más recio de la pelea, por lo que el rey, después de la victoria, le da el señorío de veinte lugares y el de Talavera de la Reina.
¡Mucho ojo, tío ! Aquella gente era de justicia, y el pobre siempre pierde metiéndose con ella.
Cruzóse de brazos, movió de arriba abajo la gran cabezota y desapareció sigilosamente por entre los bastidores, metiéndose luego por debajo del escenario como un nihilista que se zambulle en el centro de la tierra para fraguar siniestros proyectos.
Por la noche, ¡con qué placer saltó al andén de la estación, hendiendo a codazos la muchedumbre que obstruía la salida! Con los zapatos llenos de polvo, llevando en las manos dos ramas de naranjo cargadas de bolas de oro que esparcían fresco perfume, pasó como un hombre satisfecho de la vida ante los revisores y dependientes de Consumos que vigilaban la puerta, y corrió a la calle de Gracia, metiéndose en la escalerilla con un arranque de audacia que a él mismo le causaba asombro.
Y metiéndose la uña del pulgar entre los dientes, tiraba con fuerza, produciendo un chasquido.
Al principio, las figuras groseras y mal pergeñadas representaron escenas de la vida privada, murmuraraciones de vecinos, pero después la sátira se remontó, metiéndose de rondón en la política, y las se convirtieron en burlas al gobierno y caricaturas de la autoridad.
En la madrugada, cerca de las cuatro, oía chirriar los pesados portones, entraba el carruaje en el patio, con gran estrépito, y él saltaba de la cama metiéndose los pantalones.
Esto reza el epígrafe del capítulo Pero, criatura, ¿que siempre ha de estar usted metiéndose en lo que no le importa? ¿Qué le va a usted ni qué le viene con que aquellos bárbaros, que ya se murieron hace miles de años, adoraran muchos dioses? Es gana de meterse en vidas ajenas.
La delantera se insubordina metiéndose en la acera, y las otras toman aquello por pretexto para no tirar más.
A veces el joven volvía al camino real y se dejaba ir un buen trecho hacia el Norte, pero no tenía ganas de ver gente y se echaba fuera, metiéndose otra vez por el campo hasta divisar las arcadas del acueducto del Lozoya.
Después cogía en la boca un buche de agua y algunos granos de algarroba, y metiéndose el pico en la boca les daba de comer Era la paloma madre de los tiernos pichoncitos Luego les daba su calor natural les arrullaba, les hacía les cantaba canciones de nodriza ¡Pobre Fortunata, pobre ! ¿Te he dicho que la llamaban la ? ¿No? pues te lo digo ahora.
Dimos voces, y él, alzando la cabeza, se puso ligeramente en pie, y, a lo que después supimos, los primeros que a la vista se le ofrecieron fueron el renegado y Zoraida, y, como él los vio en hábito de moros, pensó que todos los de la Berbería estaban sobre él, y, metiéndose con estraña ligereza por el bosque adelante, comenzó a dar los mayores gritos del mundo diciendo: ¡Moros, moros hay en la tierra! ¡Moros, moros! ¡Arma, arma!.

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