Ejemplos con meciendo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

cortes de pelo mop-top, meciendo viejos libros de bolsillo, hablando por teléfono celular, fumando cigarrillos europeos,.
El viento meciendo la hierba y las nubes, las olas, las fases de la luna, las constelaciones, el transcurrir del día y de la noche, la personalidad e individualización de los numerosos personajes,.
Se desconoce si él se asesina en la versión estadounidense, pero es más probable que Kayako lo haya asesinado - en la versión regular del filme, sus pies son vistos balanceando sobre la tierra, pero en el director's cut, se ve más claro, colgando del cabello de Kayako con el fantasma de Toshio meciendo el cuerpo contra la pared.
En el altar mayor, sobre su cuadrada carroza, estaba la famosa custodia ejecutada por el maestro Villalpando: un templete gótico, primorosamente calado, que brillaba con el temblor del oro a la luz de los cirios, y de labor tan sutil y aérea, que al menor movimiento estremecíase, meciendo sus remates como manojos de espigas.
''Llega'' EL SERENO'', meciendo a compás el farol y el chuzo.
El sol se había puesto: en el jardín se escuchaba esa confusa algarabía de los pájaros tan característica de las tardes de estío, la brisa del mar, meciendo lentamente las copas de los árboles y empapándose en el perfume de las acacias, entraba a bocanadas por el balcón, inundando el gabinete en olas invisibles de fragancia y de frescura.
pero la brisa era saludable, y graciosamente meciendo el espíritu, el metro rítmico refrigeraba el alma, el sol del ocaso era sublime en su tristeza de rosa y oro, los colores del mar encanto de los ojos, la paz de las ondas parecía una música silenciosa.
Y el gordifloncillo se metió por entre la multitud que escombraba la plaza, meciendo su fresca y redonda figura, al compás apresurado de un andar, y llevando a vanguardia la esfera de su vientre.
Callaron, la música sonaba, ligera, alada, en frufruar de vestidos femeninos, abrir y cerrar de abanicos, murmurar de risas en sordina y chasquear de galantes besos, acariciadora, amable, la multitud iba y venía sin objeto, sin norma ni meta, fuera, el mar ritmaba ritornellos meciendo los frágiles barquichuelos, y Lina y Willy, frente a frente, hablaban con amical indiferencia, tal vez con vago asombro de que el amor, el dolor y la muerte hubiesen pasado por sus almas sin dejar huella.
A manera de un joven cíclope, ebrio, con la mocedad, de los laboriosos instintos de su raza, recorre la Italia de aquel tiempo como su antro, meciendo en su cabeza cien distintos proyectos, ejecutados unos, indicados o esbozados otros, realizables y preciosos los más: canales que parten luengas tierras, forma de abrir y traspasar montañas, muros inexpugnables, inauditas máquinas de guerra, grúas y cabrestantes con que remover cuerpos de enorme pesadumbre.
¿Y cuál ha de ser este principio, y centro, y soberano móvil de nuestra sensibilidad, sino aquel poder primigenio que, en el albor de cuanto es, aparece meciendo en las tinieblas del caos los elementos de los orbes, y en la raíz de cuanto pasa asiste como impulso inexhausto de apetencia y acción, y en el fondo de cuanto se imagina prevalece como foco perenne de interés y belleza, y más que obra ni instrumento de Dios, es uno con Dios, y siendo fuente de la vida, aun con la muerte mantiene aquellas simpatías misteriosas que hicieron que una idea inmortal los hermanase?.
Un vientecillo fresco susurraba meciendo las copas de los árboles y doblando la yerba, pero el susurro, oído desde el lugar donde el doctor se hallaba, tenía más de medroso que de apacible y grato.
Cuando esa naturaleza se concreta en la porción de tierra de una patria y se dice, tierra, con emoción, el hombre adquiere la total integración de su ser, y en su excelencia humana es, ala que se abre acariciando espacio, pero llevando el nido en la pupila, o árbol que vive cargando cielo y manoteando vientos, meciendo nidos y volando en hojas, pero sintiendo en la raíz hundida, el sostén de la tierra y —porque tiene corazón el árbol— sintiendo, en el pulso, al correr de la savia, la comunicación vital con esa madre tierra.
:::y meciendo las ramas, con procaz vocerío.

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