Ejemplos con marzantes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Después del placer de preparar la cena y del de tragarla, falta el de la llegada de los ''marzantes'', por los cuales ha preguntado ya muchas veces el vapuleado chicuelo, a quien, la verdad sea dicha, preocupan todavía más que la tardanza de su hermano. Y es porque el infeliz no los ha oído nunca, ni en la Noche-Buena, ni en la de Año nuevo, ni en la de los Santos Reyes, pues se ha dormido siempre antes de que lleguen al portal, así es que cree en los marzantes como en el otro mundo, por lo que le cuentan.
Y es porque el infeliz no los ha oído nunca, ni en la Noche-Buena, ni en la de Año nuevo, ni en la de los Santos Reyes, pues se ha dormido siempre antes de que lleguen al portal, así es que cree en los marzantes como en el otro mundo, por lo que le cuentan.
-Pues no, señor: son los ''marzantes'', es decir, dos docenas de mocetones del lugar que andan recorriéndole de casa en casa.
El coro contesta con relinchos a esta primera tirada de ''algarabía'', que así se llama técnicamente la introducción de los marzantes, y vuelve a continuar la voz pidiendo «morcillas en blanco, o aunque sea en negro,» y otras cosas por el estilo, hasta que concluye diciendo:.
Esta orden es acogida afuera con otro coro de relinchos, y al punto comienzan a cantar los marzantes, en un tono triste y siempre igual, un larguísimo romance que empieza:.
Esta copleja tiene esta otra variante que los marzantes suelen usar cuando no se les da nada, o cuando se les engaña con morcillas llenas de ceniza:.
Los pesados lances a que esta jaculatoria suele dar lugar, y los nada ligeros que se suscitan siempre al fin de la velada cuando van los mozos ''a comer las marzas'' a la taberna, ya encontrándose con los marzantes de otro barrio, o ya provocando a algún vecino, es sin duda la causa de que disfrace la voz el que pide y de que guarden asimismo el incógnito todos sus compañeros.
Pero en casa de Jeromo no se engaña a nadie, y la tía Simona alarga media morcilla de manteca a los marzantes, y éstos, después de echar la primera copla, se marchan relinchando de placer.
La familia tira los últimos golpes a la cena, agotándose los jarros de vino, y el chicuelo despierta preguntando por los marzantes.
Cuando sabe que se han marchado, alborota la cocina a berridos, dale su padre un par de guantadas, interpónense el seminarista y su madre, apágase la lumbre, oscila la luz del candil, dormita la moza, maya perezoso el gato, caésele la pipa más de una vez de la boca al tío Jeromo, habla torpe sobre los fenómenos de la luz el seminarista, y cuando los relinchos de los marzantes se escuchan lejanos, hacia el fin de la barriada, desfila a paso tardo y vacilante la familia del tío Jeromo a buscar en el reposo del lecho el fin de tan risueña y placentera velada.

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