Ejemplos con marcha

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Quiero decir con esto que su obra es la expresión fiel y sincera de su alma, que ningún esfuerzo ha sido ahorrado para lograr la mayor perfección e intensidad, que ninguna consideración fuera de este ideal artístico ha tenido cabida en el alma del poeta, el cual marcha, puro y abnegado como un santo, a la busca de su ideal sin concesión alguna a ningún otro interés humano.
Que no le importa un rábano a nadie de fuera de esta casasaltó Juana con acento brusco, temiendo que la intrusión de un tercero pudiera torcer la marcha de aquel asunto que tan a su gusto caminaba.
Las cosas, mujer, han de seguir su marcha naturaldijo Simón con acento solemne y reposado, como si hubiera consignado una gran sentencia.
Cabalgaron también los otros cinco auxiliares, y bajando callejones, y resbalando sobre lastras, y vadeando regatos, salieron a una senda que se llamaba , por el que continuaron su marcha a obscuras, porque es de advertir que había anochecido una hora antes, y además caía una lluvia menudita que enfriaba hasta los huesos.
La marcha de aquel día fue más penosa que la del anterior, pues a los inconvenientes de la víspera hubo que añadir los que ofrecían una capa de nieve de más de media vara de espesor, con que se hallaron a las pocas horas de camino, y la que continuaba cayendo.
Ya usted sabecontinuó éstecómo estamos autorizados, por un rasgo de confianza que nunca agradeceremos bastante a las Cortes, no solamente para arbitrar recursos con los cuales podamos vencer los gravísimos obstáculos que entorpecen la marcha desembarazada del Tesoro, ínterin se discuten los nuevos presupuestos, sino para decidir a nuestro gusto el cuándo y el cómo, en fin, que se nos han dado amplias facultades para contratar.
Vámonos a aquel rincón, a ver si se queda aquí sola y después se marcha.
¡Animo, amigo mío! La cosa marcha bien.
Entretanto los dioses y las diosas se ponen a ambos lados del escenario y sus tronos y asientos son transportados también a un lado, se toca la marcha filipina.
Será substituida, entonces, la marcha nacional filipina con la marcha real española.
Pepeta, insensible a este despertar que presenciaba diariamente, seguía su marcha, cada vez con más prisa, el estómago vacío, las piernas doloridas y las ropas interiores impregnadas de un sudor de debilidad propio de su sangre blanca y pobre, que a lo mejor se escapaba durante semanas enteras, contraviniendo las reglas de la naturaleza.
Era su marcha una enrevesada peregrinación por las calles, deteniéndose ante las puertas cerradas, un aldabonazo aquí, tres y repique más allá, y siempre, a continuación, el grito estridente y agudo, que parecía imposible pudiese surgir de su pobre y raso pecho: Jarro en mano bajaba la criada desgreñada, en chancleta, con los ojos hinchados, a recibir la leche, o la vieja portera, todavía con la mantilla que se había puesto para ir a la misa del alba.
Un perrillo sucio y jadeante cerraba la marcha.
Deseosa de llegar antes, abandonó a la vaca y al ternerillo, y las dos bestias siguieron su marcha tranquilamente, como quien no se preocupa de las cosas ajenas y tiene el establo seguro.
Nadie como él cuidaba el ganado y vigilaba la marcha.
Y el pastor llamó a su rebaño, le hizo emprender la marcha por el camino, y antes de alejarse se echó la manta atrás, alzando sus descarnados brazos, y con cierta entonación de hechicero que augura el porvenir o de profeta que husmea la ruina, le gritó a Batiste:.
Al distinguir a Batiste en medio del camino, el hombre fué retrasando su marcha y quedó lejos cuando Roseta llegó junto a su padre.
La muchacha no contestaba, seguía su marcha con el contoneo airoso de las hilanderas, la cesta en la cadera izquierda y el brazo derecho cortando el aire con un vaivén de péndulo.
Corrió la gente curiosa, agrupándose en torno a Batiste y el gitano, que seguían con sus miradas la marcha del animal.
Emprendieron la marcha los chicuelos, llevando en alto grandes ramos de albahaca.
Batiste, solo bajo la parra, sin abandonar su postura de oriental impasible, mordía su cigarro, siguiendo con los ojos la marcha de la procesión.
La muchacha también llevaba una cesta de blanco mimbre, cuyas tapas movíanse al compás de la marcha, haciendo que el interior sonase a hueco, pero no se preocupaba de ella, atenta únicamente a mirar con ceño a los transeúntes demasiado curiosos o a pasear ojeadas hurañas de la señora al cochero o viceversa.
La señora la hizo callar, muy contrariada por el escándalo, y siguieron la marcha, mientras Nelet, alegre por este incidente que rompía lo monótono de las compras, preguntaba como un testarudo a la muchacha en qué sitio la habían pellizcado, y sentía un escalofrío de gusto cada vez que ella, ruborizándose, le llamaba animal y descarado.

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