Ejemplos con marasmo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El factor decisivo para sacarlos de su marasmo fue el llamado telefónico del comandante interino del regimiento Lanza quien, conminado por sus oficiales, les hizo saber la decisión adoptada por éstos de lanzarse al asalto con o sin autorización de sus superiores.
Los pequeños labradores no pudieron entrar en las pujas y las tierras fueron compradas por nobles y burgueses adinerados, de forma que no pudo crearse una verdadera burguesía o clase media en España que sacase al país de su marasmo.
El reblandecimiento de los huesos del cráneo o craneotabes puede ocurrir con cualquier trastorno que afecte el crecimiento o desarrollo de estos huesos, tales como raquitismo, osteogénesis imperfecta, marasmo, sífilis o una talasemia, en especial si aparecen en un punto de rápido crecimiento óseo.
No obstante, otros autores como Justino y Taciano, relativizan esta condena a la poesía y observan que, en el marasmo de oscuridad en que está escrita, pueden encontrarse, a pesar de todo, ciertas verdades.
De esta manera se hace perfectamente distinguible, por ejemplo en sus serie Landscapes , reminiscencias de su etapa anterior, donde el marasmo urbano se vuelve casi delirante, el espacio que ocupa cada una de aquellas, se destaca su autonomía, no mediante el perfilado que tanto caracterizó a los expresionistas de la primera época, y a los nuevos salvajes ulteriores, sino mediante la acotación limpia de unos planos que hacen de casas en los que son acogidas esas figuras.
Belarmino se hundió en una especie de marasmo o abstracción.
Cuando el dolor enerva, cuando el dolor es la irresistible pendiente que conduce al marasmo o el consejero pérfido que mueve a la abdicación de la voluntad, la filosofía que le lleva en sus entrañas es cosa indigna de almas jóvenes.
Horrible es esto, pero hay allí lucha, y donde hay lucha hay siempre una esperanza, una probabilidad de vencer Por eso sobrepuja a este horror aquel otro horror que suele encontrarse tras aquellas pupilas vidriosas, aterradoras en esos momentos, cual la puerta siniestra ante la cual se sintió Dante desfallecer y vacilar: el marasmo, la quietud horrible de un alma que se hunde poco a poco en lo eterno, dándose cuenta de ello, pero sin que crucen por su mente más que ideas triviales, bagatelas con que procura distraerse y divertirse, ocultándose a sí propia el abismo, hasta que la muerte descarga de súbito la guadaña, y despierta de improviso aherrojada ya en lo profundo del infierno.
Sus grandes ojos negros habían renunciado a la afectación del dulce marasmo en que la encontró Martín, y recobraban la viveza y animación que a tantos espíritus habían turbado, y sin embargo, se sentía débil, Muriel no se arrastraba humillado y vencido a sus pies, sino que se presentaba tratando de igual a igual, de potencia a potencia.
Aquella fiebre angustiosa que llenaba la imaginación de alucinaciones terribles, haciéndole sufrir tan grandes tormentos, había degenerado en lento marasmo, en un letargo moral que le embrutecía.
Si yo te abandono, ¿qué va a ser de ti en poder de esos cuatro demonios? ¿Cómo he de consentir el crimen espantoso de este encierro, de esta soledad, de este marasmo, de esta tortura lenta que te aplican esas infames? No, Clara: tú me conoces muy bien en las pocas veces que me has tratado para saber que yo no puedo consentir tal cosa.
Yo la amaba como a mí mismo, más que a mí mismo: la amaba hacía mucho tiempo: para conocer que la amaba necesité verla en el esplendor de su hermosura, en el lujo de su transformación, y entonces comprendí que yo no estaba hastiado sino sediento, que en mí no había muerto nada, que mi vida había pasado entre un marasmo fatigoso producido por el lodo del mundo en que hasta entonces me había revolcado.
Si yo te abandono, ¿qué va a ser de ti en poder de esos cuatro demonios? ¿Cómo he de consentir el crimen espantoso de este encierro, de esta soledad, de este marasmo, de esta tortura lenta que te aplican esas infames? No, Clara: tú me conoces muy bien en las pocas veces que me has tratado para saber que yo no puedo consentir tal cosa.
Pasó en breve el acceso, y volvió el enfermo a caer en el marasmo de antes.
La excitación cerebral de Miquis concluía en enfermizo marasmo.
Muchos juzgaron que su estado de marasmo provenía del exceso de licor que había bebido, y que al amanecer se hallaría con sus facultades intelectuales cobradas y expeditas, pero no faltó quien se alarmase, en atención a lo enfermo y débil que estuvo los últimos días, y hasta en los momentos mismos del matrimonio.
Ya avanzaba la noche, y cuando parecía que las energías mismas del dolor se cansaban, entrome aplanamiento de nervios y marasmo mental.
Sus grandes ojos negros habían renunciado a la afectación del dulce marasmo en que la encontró Martín, y recobraban la viveza y animación que a tantos espíritus habían turbado, y sin embargo, se sentía débil, Muriel no se arrastraba humillado y vencido a sus pies, sino que se presentaba tratando de igual a igual, de potencia a potencia.
y por último, todos a una se presentaron al señor gobernador exigiendo que los librara de aquel marasmo, que los llevara al gran Paitití, aunque les fuera en ello la vida.
Ahora, al sentir revolución repentina en las entrañas en presencia de un gallardo jinete, que venía a turbar con las corvetas de su caballo, el silencio triste de un día de marasmo, la Regenta no vaciló en creer lo que le decían voces interiores de independencia, amor, alegría, voluptuosidad pura, bella, digna de las almas grandes.
Aquella fiebre angustiosa que llenaba la imaginación de alucinaciones terribles, haciéndole sufrir tan grandes tormentos, había degenerado en lento marasmo, en un letargo moral que le embrutecía.
Pasada la estación de Santa Cruz de Mudela, Santiago, en un nuevo acceso de rabia, balbucía quejas y amenazas entre resoplidos, cayó al fin en silencioso marasmo, que aprovechó don Manuel para derivar el espíritu del pobre riojano hacia las ideas apacibles.
Empezaban con un recrudecimiento de la general tristeza, y con extremada flojedad, abatimiento y fatiga, seguía la hinchazón de encías, síntoma determinante del mal, luego la reapertura de las heridas, el que las tuviera, las manchas equimóticas que degeneran en úlceras, la emisión de sangre negruzca, la caída de los dientes, y, por fin, el marasmo, la muerte.
D'Artagnan, de quien conocemos el espíritu investigador y penetrante, por interés que tuviese en satisfacer su curiosidad sobre el tema, no había podido aún asignar ninguna causa a aquel marasmo, ni anotar las ocasiones.
Antón, agotada de pronto la excitación del vino, cayó como en un marasmo, cruzó los brazos, y entró en el corral oscuro.
Los duques jóvenes todo lo hallaban adecuado a las circunstancias: lo menos que podía sucederle a una modesta y oscura familia provinciana, a la cual se la dispensara de golpe y porrazo el honor de entroncar con otra de lo más ilustre y resonado de Madrid, era aquello, es decir, la enfermedad de la novia, y el atolondramiento y el marasmo de todos los de su casa.
Así las cosas, la víspera del precitado día de Nochebuena, cuando más preocupados se hallaban los cristianos viejos de Granada con las fechorías de los Monfíes alpujarreños y el sospechoso marasmo de los moriscos del Albaicin, D.
Hacia el amanecer, entre el pesado marasmo que sucedió al insomnio, pareciome escuchar un ruido confuso, semejante al de un torrente, que yo creí el zumbido de la sangre en mi cerebro.
A una exaltación sentimental sucedía un marasmo del espíritu que causaba atonía moral, la horrorizaba pensar que en tales días eran indiferentes para ella virtud y crimen, pena y gloria, bien y mal.
Otras veces los libros piadosos la hacían caer en somnolencia melancólica o en una especie de marasmo intelectual que parecía estupidez.

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