Ejemplos con mandad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En ellos y en su lozano rostro encendido por el calor y el entusiasmo fijé yo los míos, y para ella dije: Pedid al Santo Padre su bendición y os la dará gozoso, y vosotros le diréis: 'Santísimo Padre, mandad al punto a vuestro nuevo territorio todos los frailes y monjas que tengáis disponibles, y que sean de diferentes órdenes, sin que ninguna falte, y con la sola invasión de esa católica hueste, dad por conquistado vuestro reino, y bien asegurado contra heresiarcas y contra la peste de nefandos políticos.
Pero mandad muchos, Santísimo Padre, los más robustos, los más enérgicos, los más sabios, y con ellos mandad cuantas vírgenes o esposas del Señor tengáis en vuestros sacros monasterios.
Molichard, sargento Molichard, mandad que le encierren en el calabozo.
¿Qué diablos de fortaleza o castillo es éste dijo uno, para obligarnos a guardar esas ceremonias? Si sois el ventero, mandad que nos abran, que somos caminantes que no queremos más de dar cebada a nuestras cabalgaduras y pasar adelante, porque vamos de priesa.
Y mandad que os le apliquen al instante,.
¿A qué hora? ¿Cuándo? ¿En este momento? Hablad, mandad, estoy pronta.
-Una gran desgracia, mas permitidme que me vaya: se trata de una cosa que es mil veces más preciosa que la vida, no me preguntéis, conde, os lo suplico, mandad, eso sí, que me den un caballo.
-Mandad vuestra silla al palacio de los Mosqueteros y os traerán vuestro caballo aquí con los nuestros.
- Señor cura, mandad que me prendan: soy un ladrón.
- Señores jurados, mandad poner en libertad al acusado.
Señor presidente, mandad que me prendan.
-¡Señor! -dijo don Antonio con el ademán de la desesperación- si queréis mi vida en garantía del secreto, ¡aquí la tenéis! Mandad abrir una sepultura en el frío piso de este templo, hacedme entrar en ella, rasgadme el pecho, y haced cubrir mi cadáver con la tierra del eterno olvido! Os lo agradeceré, Padre mío, con lo íntimo del alma, porque me habréis librado del martirio intolerable a que me veo condenado.
-Si queréis, señor Lentini, que sea ahora mismo: vos sois el general: ¡mandad y yo ejecuto al momento!.
Vos me mandad todo lo que de vuestro gusto fuere, que para él me hallaréys criado obediente y mudo para callar sus favores.
-¿No basta que os lo diga yo? Id noramala, y mandad que abran la puerta a su reverencia.
Mandad calafatear que quizá dará remedio!.
-Señora, mandad que me provean de todo lo necesario.

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