Ejemplos con música

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

la música de las panderetas? ,- me gusta ,-.
La banda ,- música que oímos está en el pueblo.
A lo lejos sube sobre el pueblo, como una corona chocarrera, el redondo vocerío, las palmas, la música de la plaza de toros, que se pierden a medida que uno se va, sereno, hacia la mar.
Lo que estoy pensando tres años hace, desde que conocí que en esta recua siempre había de tocarme ir a la cola, lo que hubiera hecho entonces a tener el remedio entre las manos, como le tengo hoy: sacar a más de cuatro fachendosos a la vergüenza pública, y largarme en seguida con la música a otra parte.
Tal vez el piano amansase a don Juan, pero ¡quia! éste formaba parte de las fieras, a quienes domina la música, y con gran pesar de su hermana no salía de su indignación.
Aquella vida siempre dada al ensueño, siempre mecida en los columpios de la fantasía, alimentada y nutrida con platillos lamartinianos, era desviada, acaso perniciosa, pero ¡ay! tan bella, que cada hora, suya se me antojaba como el canto de un poema sublime cuyas delicadezas y excelsitudes nos arrancan de esta pobre vida terrena y nos llevan a vivir en un mundo ideal, me parecen como una sinfonía adormecedora, algo como la música de los grandes maestros, así como de Mozart, Beethoven o Wagner, que nos saca de la penosa y prosaica vida material y por breves horas nos hace felices, aniquilando en nosotros todo dolor, todo fastidio.
En un ángulo de la plaza estaba la tribuna de la música, un tablado bajo, cuyas barandillas acababan de cubrirse con telas de colorines manchadas de cera, como recuerdo de las muchas fiestas de iglesia en que se habían ostentado.
Allí permaneció toda la noche, confundido con la demagogia lírica, sin entender una palabra, fastidiándose horriblemente, diciendo en su interior que aquella música era como la de las iglesias, pero sin valor para estornudar ni mover pie ni mano, por miedo a aquellos señores que oían con la boca entreabierta, los ojos puestos en el techo, inertes y extasiados como fakires en el , y que, al menor ruido, ponían el mismo gesto que si un ratero les hurtase el bolsillo.
Y como si la cancioncilla del tío fuese la señal para que comenzase la música de las niñas, éstas atronaron el salón con el tecleo del piano y los gorjeos esforzados.
Como al señor le ha dado por la música.
Doña Manuela hablaba a la criada distraídamente, oyendo aquella música que nunca podía comprender.
Al comedor llegaba la música que hacían en el salón las niñas de doña Manuela para entretener al tío.
Me puse a leer los periódicos, pero ni oía yo la música ni me enteraba yo de las noticias.
El balcón abierto, las llanuras adormecidas, la selva silenciosa, el cielo límpido y puro, sin nubes ni celajes, la luna a la mitad de su carrera, el piano derramando a torrentes la música de los grandes maestros, la belleza y la juventud rindiendo culto al arte, y en mi alma la dulce alegría de quien ama y es amado, el enjambre cerúleo de las más risueñas esperanzas.
¡Cuentan en Villaverde tantas cosas! Sí, me gusta la música desde que oí tocar a Luisa.
Aun no cesaba la música de las mil campanas villaverdinas.
Manos habilísimas tocaban en él una redoma muy aplaudida, La caída de las hojas , música soñadora y lánguida que delataba un ejecutante melancólico.
Aquel repicar vario y caprichoso, sin unidad ni medida, tan distinto del otro con que se anuncian los días solemnes y las fiestas clásicas, tenía algo de la maravillosa música moderna en que parece que los instrumentos van libres, de su cuenta, campando por sus respetos, desdeñando compás y disciplina, huyendo los unos de los otros, pero que de pronto se unen y concuerdan en rara e incomparable harmonía que primero sorprende, luego subyuga, y, por último, nos hace ver bosques silenciosos, regiones celestes sin nubes ni celajes, cerúleos adormecidos mares.
La música de los campanarios caía sobre la ciudad en frescas oleadas y se difundía por el valle, a manera de río desbordado que quisiera escaparse por los barrancos.

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