Ejemplos con mándame

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Particularmente significatva fue la frase: estoy aquí, señor, ¡mándame!, del propio Samuel, que infunde a Tamara coraje y determinación sufientes para hacerla llevar a cabo su misión.
? Sí que me atrevo, y sí en ello miento, mándame tus quejas a la Eternidad.
Ahora que me acuerdo: mándame también el tomo de poesías de Víctor Hugo,.
Déjame a mí de , hombre, y mándame si los hay.
Mándame también las de Cadalso.
Mándame las de Young, que encontrarás en la librería de Boix, Carrera de San Jerónimo, o en la de Pérez, calle de las Carretas, frente al Correo.
? Y en el entierro, ¿qué? ¿Fuiste tú? Mándame los versos de ese nuevo poeta.
Pues mira mándame la carta y le pondré yo cuatro letras, así me ahorro de escribirle largo.
Mándame fusilar, mándame fusilar porque he ganado una gran batalla sin consentimiento tuyo.
-Pues mándame el alma -dixo el demonio- y hazme una cédula firmada de tu mano de que sera mía cuando se aparte del cuerpo, y vuélvete seguro que antes que amanezca podrás cumplir a tu dama su imposible deseo.
mándame un soplo de aire del que tú alientas,.
-No cures, señora: mándame aparejar la colación.
Que se quede aquí Blanca y mándame a un convento.
A mí mándame una novela interesante o, si lo tienes, un tomo de causas célebres».
Al oír estas palabras del maghrebín, el pobre Aladino se olvidó de sus fatigas y de la bofetada recibida, y contestó: ¡Oh tío mío! ¡mándame lo que quieras y te obedeceré! Y el maghrebín le cogió en brazos y le besó varias veces en las mejillas, y le dijo: ¡Oh Aladino! ¡eres para mí más querido que un hijo, pues que no tengo en la tierra más parientes que tú, tú serás mi único heredero, ¡oh hijo mío! Porque, al fin y al cabo, por ti, en suma, es por quien trabajo en este momento y por quien vine desde tan lejos.
¡Y si sus versos no son mucho más admirables que los que ya has oído, mándame cortar la cabeza sin demora!.
Pues mándame tu hacienda.
Mándame, te lo suplico, algunos libros.
He aquí cuanto refieren los argivos sobre este caso, pero corre por la Grecia otra historia, a saber, que Jerjes, antes de emprender la expedición contra ellos, envió un heraldo a la ciudad de Argos, quien llegado allá les habló en estos términos: —«Caballeros argivos, mándame el rey Jerjes que os diga de su parte lo siguiente: Nosotros los persas vivimos en la inteligencia de que Perses, de quien somos descendientes, era hijo de Perseo, el hijo de Dánae, y que Perses tuvo por madre a Andrómeda, la hija de Cefeo, de donde venimos nosotros a ser descendientes vuestros.
- Mándame tú, señora, cosa que yo sepa hazer, cosa que sea de mi officio.
- Hermana mía, mándame tú matar con diez hombres por tu seruicio e no que ande vna legua de camino a pie.
E mándame mostrar aquel sancto cordón, que tales miembros fue digno de ceñir.
¡Mándame! Y la reina respondió: Entonces, ¡oh Grano de Coral! escucha bien lo que voy.

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