Ejemplos con lícita

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Una enemistad lícita e indiferencia latente que han aparecido en la serie en forma de chistes o como tema colateral en algún que otro episodio.
Aspiramos a que la hacienda se rija moral e ilustradamente, modificando gravámenes, extinguiendo restricciones, dando amplitud al ejercicio de toda industria lícita y ancho campo a la actividad individual y al talento.
Aunque ahora no es lícita su captura, la tradición es la tradición y en Eljas se cocinaban los lagartos como en ningún otro sitio de la Península.
Para que le juramento sea lícito, lícita ha de ser la materia de él.
Debe darse en esta confrontación ideológica un Fair play, un juego limpio, entre las distintas corrientes ideológicas, debe haber una lucha lícita, y con medios lícitos que reflejen un espíritu de tolerancia y de respeto hacia quienes sostienen planteamientos diferentes.
Para nosotros no existen más actos de represalia lícita que los que la autoridad militar, siempre justa y ponderada, se crea en el deber de ordenar.
La justicia es el principio, la fuente y el mantenimiento del derecho y de la política, por lo que, en definitiva, el derecho fundado en la justicia es la única y verdadera utilidad lícita de los hombres en sociedad, a la vez que los afianza en la moral y en el deber.
Yo, naturalmente, juzgué espontánea, sincera, y, por lo tanto, lícita en la ocasión, la pequeña expansión retórica de don Guillén, y apenas concluyó y dejó caer con abatimiento la cabeza, dije, sin vacilar un segundo:.
Felicita sabía que algunos hábitos eran preciosos, y aun elegantísimos, si es lícita esta expresión profana.
En suma, él cayó en melancolía tal, que vino a serie indiferente hasta la honrada y lícita ganancia que debía a su industria: y como los facultativos le recetasen el sano aire natal y el cambio de vida y régimen, traspasó la lonja, y con magnanimidad no indigna de un sabio antiguo, retirose a su pueblo, satisfecho con lo ya logrado, y sin que la sedienta codicia a mayor lucro le incitase.
La única esperanza lícita para ella era que el Príncipe, reconociendo sus propias faltas y repudiando la obra cruenta a que se había consagrado, correspondiese por fin al amor y a la confianza que ella había puesto en él.
Y don Pedro figuraba entre los que no juzgan limpia ya a la que tuvo amorosos tratos, aún en la más honesta y lícita forma, con otro que con su marido.
Si fuese lícita la venganza, los agravios que yo he recibido de la familia de usted no quedarían compensados con dos días de prisión.
Nunca yo acostumbro dijo don Quijote despojar a los que venzo, ni es uso de caballería quitarles los caballos y dejarlos a pie, si ya no fuese que el vencedor hubiese perdido en la pendencia el suyo, que, en tal caso, lícito es tomar el del vencido, como ganado en guerra lícita.
¡Porque vean vuestras mercedes clara y manifiestamente el error en que está este buen escudero, pues llama bacía a lo que fue, es y será yelmo de Mambrino, el cual se lo quité yo en buena guerra, y me hice señor dél con ligítima y lícita posesión! En lo del albarda no me entremeto, que lo que en ello sabré decir es que mi escudero Sancho me pidió licencia para quitar los jaeces del caballo deste vencido cobarde, y con ellos adornar el suyo, yo se la di, y él los tomó, y, de haberse convertido de jaez en albarda, no sabré dar otra razón si no es la ordinaria: que como esas transformaciones se ven en los sucesos de la caballería, para confirmación de lo cual, corre, Sancho hijo, y saca aquí el yelmo que este buen hombre dice ser bacía.
Y si diese cargo a otro, o a este mismo, que examinase los libros de caballerías que de nuevo se compusiesen, sin duda podrían salir algunos con la perfección que vuestra merced ha dicho, enriqueciendo nuestra lengua del agradable y precioso tesoro de la elocuencia, dando ocasión que los libros viejos se escureciesen a la luz de los nuevos que saliesen, para honesto pasatiempo, no solamente de los ociosos, sino de los más ocupados, pues no es posible que esté continuo el arco armado, ni la condición y flaqueza humana se pueda sustentar sin alguna lícita recreación.
Teneos, señores, teneos, que no es razón toméis venganza de los agravios que el amor nos hace, y advertid que el amor y la guerra son una misma cosa, y así como en la guerra es cosa lícita y acostumbrada usar de ardides y estratagemas para vencer al enemigo, así en las contiendas y competencias amorosas se tienen por buenos los embustes y marañas que se hacen para conseguir el fin que se desea, como no sean en menoscabo y deshonra de la cosa amada.
Quiso asimismo Cambises entrar en el templo de los Cabiros, donde nadie más que a su sacerdote es lícita la entrada, con cuyas estatuas tuvo mucho que reír y mofar, haciendo después del escarnio que las quemaran.
Mi rival empleaba el sistema de perseverancia, era «el que está allí siempre», lo cual, en toda empresa amorosa, lícita o ilícita, suele producir seguros resultados.
Pero la duda de si es o no lícita la trampa, les hunde en nuevas preocupaciones, de lo cual les resulta una manía-remedio tan molesta como la manía-enfermedad.
El asunto no es de transcendencia, pero sí de perenne actualidad, como ahora se dice, y se presta, como ningún otro, a la salsa de una murmuración lícita, sin ofensa para nadie, como las que a usted le gustan, y de cuya rayano pasa aunque le desuellen vivo.
Salió con su mujer al viaje acostumbrado, y el velo de oro de la lícita ilusión le impidió ver que Sarito, gradualmente, cambiaba de estilo y de manera de ser.
Y Muza esta vez aceptó, y dijo para sí: ¡Ahora que la cosa será lícita con la joven, podré usar sin reticencias su trasero bendito!.
Porque mi Melibea mató a sí misma de su voluntad a mis ojos con la gran fatiga de amor, que la aquexaba, el otro matáronle en muy lícita batalla.
Como este fausto suceso no es un secreto ya para nadie en el gran mundo, no pecamos de imprudentes al dársele a conocer a nuestras elegantes conterráneas, con la lícita vanidad de ser los primeros en cumplir esta ambicionada misión.
Entonces arrojó la pluma pecadora y se curó de toda tentación de meterla en donde no la llamaran, pero, en cambio, fue desde aquel momento un devoto, hasta lo místico, del arte en todas sus verdaderas manifestaciones, sin temores ni barruntos de que pudiera incurrir jamás en el feo vicio de profanarle con atrevimientos de aficionado, y con la lícita vanidad de ser el único español que, pudiendo, no había molestado a la paciencia pública con una sola «muestra de su menguado ingenio».
En cuanto a ella, Verónica, ¿en qué había de fundarle? Reconocía que era hermoso de cuerpo, noble de alma, y culto y rico de inteligencia, que levantaba muchos codos por encima de los galantes frívolos, de los mozos simples y de los viejos verdes que más abundaban a su alrededor, que sentía una lícita y honda complacencia en verse objeto de sus codiciadas atenciones, que le ola con gusto y que se apartaba de él con cierta pena, que después de cada entrevista le duraba su recuerdo largas horas, que se preparaba para la inmediata con mayores precauciones que las de costumbre en parecidos casos, y, por último, que haría cualquier sacrificio por vencerle en el duelo medio empeñado entre ambos, es decir, por arrancarle el secreto de sus intenciones, la primera gota.
Era vanidad lícita la que él tenía en considerar aquel pueblo, morigerado y feliz, como obra suya.
Pero Abí-Hanifa replicó: Verdaderamente, es cosa lícita, ¡pero Abí-Hanifa no será jamás servidor de los tiranos!.
Entonces el enviado dijo: Puedes estar seguro de que todo este dinero que te traigo es cosa lícita y admitida por el Libro Noble.

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