Ejemplos con llueven

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sí, sobre esta tierra llueven libras, pero en su pesadez se meten hondas ¡muy hondas! Prepárese, Maltrana, tome fuerzas.
Si un día se nos meten por la puerta esos demonios de inquisidores, otros nos llueven escudos de oro, que nos vienen ahora como anillo al dedo.
, y todos acá y allá luchan, todos esperan, todos temen, y en vez de derechos y de dignidad llueven lutos y desastres, y el ángel del exterminio se cierne en el espacio, señor de los destinos de la Tierra.
Nunca fue más terrible el jefe de las manos sangrientas, su corazón rebosa en ira, su rostro pintarrajado, en el cual saltan dos granos de candela en vez de ojos, es el del mungía, terror de los salvajes, la áspera y enmarañada melena, mojada en sudor y sangre, le azota las espaldas y los hombros, como para excitarle más y más al furor, su agitado aliento es el de un corcel herido en la batalla, sus brazos llueven muerte y exterminio en cada movimiento.
Si un día se nos meten por la puerta esos demonios de inquisidores, otros nos llueven escudos de oro, que nos vienen ahora como anillo al dedo».
sús, qué tiempo! Llueven capuchinos de bronce.
Cumplirá con su deber, sosteniendo los principios de progreso, y si a pesar de esta lealtad, llueven capuchinos de bronce, se encasquetará el sombrero hasta que pase el nublado.
Y los vecinos y los mercaderes del barrio, que oían resonar en la noche los gritos y los golpes, acabaron por conmoverse, y se dijeron: ¿Qué le habrá ocurrido a ese pobre mozo para que grite de esa matera? ¿Y qué golpes serán esos que llueven sobre él? ¡Acaso le hayan sorprendido unos ladrones y le peguen hasta hacerle morir! Y entonces, como los gritos y los aullidos aumentaban, y los golpes se hacían más numerosos cada vez, salieron de sus casas todos y corrieron a casa de Califa.
¡Vaya un orgullo! Te llueven tortas y torreznos, y en vez de ponerte a bailar, lloriqueas.
-¡Oh, señor! --dijo el ministro-, a Dios gracias, nada hay que inventar en cuanto a eso, porque todos los días nos llueven denuncias, y muy detalladas, de infelices que creen hacer un servicio y esperan que se les pague.
Y echando luego una mirada sobre las bases constitucionales, según las que se hace de un golpe casi rey al pueblo, aunque enfrente se halle con un Figuerola, que es tanto como si se hallara con la estampa de la miseria y de la anarquía, creerá a puño cerrado que ha caído sobre la franja y que le llueven ochentinas y tortas de mazapán.

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