Ejemplos con lisonjeras

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En un mismo día, y en ocasiones en una misma hora, escribía un discurso, redactaba una carta, pergeñaba una revista, otorgaba una clase, leía un libro, hojeaba un folleto, traducía una fábula, hablaba de cosas fútiles con su familia y de cosas lisonjeras con sus amigos.
Esto me aseguró mi buen padre, babeándose de emoción, mas como no me mostrara las epístolas en que tan lisonjeras cosas se le comunicaban, pensé que algún ángel se lo había contado en sueños.
Luego, sin darme reposo, enjareté las cláusulas lisonjeras y amables que sabía: A tu lado vuelan los instantes.
De casi todos le dio noticias lisonjeras.
Hízola sentar Butrón junto a sí, al lado de la marquesa, y ella, con los claros ojos fijos en el gran duque Alejo, que, sombreado por una telaraña, tenía delante, comenzó a lamentarse, con frases muy pulcras, del entripado de Fernandito Casi, casi había estado a punto de no venir, por miedo de dejarlo solo, pero las noticias que le había dado Butrón eran tan graves, tan lisonjeras, que acabó al fin por decidirse.
Y así por desagravio, como por la superior admiración que su impasibilidad le causaba, como por el convencimiento más firme cada vez de que no habría de enamorarle, hiciera lo que hiciera, se dejó llevar de su afición a prodigarle finezas y a darle las pruebas más lisonjeras de amistad profundísima.
Por coquetería, y por dar tiempo a que su dueño y señor llegara, iba lo más despacio posible, levantándose a veces para distraerse en otras cosas, pues lo esencial era que al aparecer su amante aún tuviese suelta la sedosa madeja que le inspiraba tantas frases lisonjeras, dándole a ella pretexto para estar con el escote entreabierto y los brazos desnudos, puestos en alto, haciendo mil embelesadoras monadas.
Muy abrigado y la cabeza bien envuelta para que no le diese frío, lleváronle a la casa matrimonial, que fue estrenada en condiciones poco lisonjeras.
Las dos damas esperaban ansiosas en el gabinete el resultado de la conferencia, y las impresiones de Barbarita no tenían nada de lisonjeras: Hija, Baldomero no se nos presenta muy favorable.
Trinidad, y áun estamos por decir que estas lisonjeras consideraciones, más que los razonamientos morales del cuerpo del sermon, convencerian al hijo de D.
Finalmente, entre paredes y entre soledades, acompañada no mas que de mis criadas, fuí creciendo, y juntamente conmigo crecia la fama de mi gentileza, sacada en público de los criados y de aquellos que en secreto me trataban, y de un retrato que mi hermano mandó hacer a un famoso pintor, para que, como él decia, no quedase sin mí el mundo, ya que el cielo a mejor vida me llevase, pero todo esto fuera poca parte para apresurar mi perdicion, si no sucediera venir el duque de Ferrara a ser padrino de unas bodas de una prima mia, donde me llevó mi hermano con sana intencion y por honra de mi parienta: allí miré y fuí vista, allí, segun creo, rendí corazones, avasallé voluntades, allí sentí que daban gusto las alabanzas, aunque fuesen dadas por lisonjeras lenguas, allí, finalmente, vi al duque y él me vió a mí, de cuya vista ha resultado verme ahora como me veo.
Juan, que habia de ser Andres Caballero, que en todo aciertas, sino en el temor que tienes, que no debo de ser muy verdadero, que en esto te engañas sin alguna duda: la palabra que yo doy en el campo, la cumpliré en la ciudad, y adonde quiera, sin serme pedida, pues no se puede preciar de caballero quien toca en el vicio de mentiroso: mi padre te dará limosna por Dios y por mí, que en verdad que esta mañana di cuanto tenia a unas damas, que a ser tan lisonjeras como hermosas, especialmente una dellas, no me arriendo la ganancia.
Habíase dirigido antes a Emilio, pidiéndole que no le llevasen en la pompa y que le excusara el triunfo, mas éste, escarneciéndole, a lo que parece, por su cobardía y apego a la vida, “pues esto- respondió- en su mano ha estado, y lo está todavía sí quiere”, dando a entender que, pues, por cobardía no había tenido valor para sufrir la muerte antes que la afrenta, seducido con lisonjeras esperanzas, esto era lo que había hecho que fuera contado entre sus despojos.
Vino en esta sazón trigo a Roma, en gran parte comprado en Italia y en no pequeña regalado por los Siracusanos, enviándolo al tirano Gelón, con el que muchísimos concibieron lisonjeras esperanzas de que a un mismo tiempo iba la ciudad a verse libre de escasez y de disensiones.
Esta intimación hizo en unos el efecto de ser más remisos en el pelear, pareciéndoles que estaban dentro todos los enemigos, y en otros el de formar más lisonjeras esperanzas de favorable concierto.
Y lo que es los jóvenes espontáneamente se le unieron, acalorados con tan lisonjeras esperanzas, pues además oían a los ancianos deducir maravillosas consecuencias de aquella exposición, tanto, que muchos se ponían en las palestras y en los corrillos a dibujar la figura de la isla y la situación del África y de Cartago.
Encontrándole entonces, cuando todas las demás cosas habían perecido, preservado del incendio, concibieron esperanzas muy lisonjeras respecto de Roma, como que aquella señal le anunciaba una eterna permanencia.
Creyólo la mayor parte, y se retiraron contentos, venerándolo con las más lisonjeras esperanzas, pero hubo algunos que reconvinieron agria y desabridamente a los patricios sobre este hecho, inquietándolos y acusándolos de que querían hacer creer al pueblo los mayores absurdos, después de haber ellos sido los matadores del rey.
y los bosques voces, saludando lisonjeras siempre al sol que nace.
» Ciro entonces quiso saber cuál era el motivo de sus quejas, y Creso le dio razón de sus designios, de la respuesta de los oráculos, y especialmente de sus magníficos regalos, y de que había hecho la guerra contra los persas inducido por predicciones lisonjeras, y volviendo a pedirle licencia para dar en rostro con sus desgracias al dios que las había causado, le dijo Ciro sonriéndose: —«Haz, Creso, lo que gustes, pues yo nada pienso negarte.
¡Oh, cuántos soles hemos visto entrambos nacer con risa del aurora y también nuestra, y sepultarse después con llanto del ocaso! Saludáronlos al amanecer las lisonjeras aves con sus cantos, al fin quiebros, y despidiéronlos, al ponerse, nocturnos pájaros con sus aúllos.
» Y comienza la lista de nombres, precedido cada uno de ellos de las pomposidades lisonjeras de costumbre.
Como no iba firmada, las gentes indoctas que la habían leído se la colgaban a Casallena, fundándose en que aquél era su estilo, clavado, es decir, el estilo de que él abusaba cuando metía la pluma a revolvedora de estirpes, elegancias y finiquituras «de sociedad,» porque, como ya se ha indicado más atrás, Casallena valía mucho más que todas esas chapucerías de similor: pensaba por todo lo alto y escribía como un jerifalte, era agudo, ingenioso, castizo y ameno hasta más no poder, sólo que en cuanto le llegaba el acceso de cronista elegante, ¡adiós mi dinero! ya estaba con los ojos virados, la mano en la mejilla, y lánguido, lánguido, lánguido, trocando el tintero de sus glorias por una dulcera, y empapando las lisonjeras hipérboles de su pluma en almíbar de cabello de ángel.
No sería, pues, muy aventurado de nuestra parte suponer que la mahometana era de hechicero rostro, y que el joven Regidor granadino marchaba pegado a los pies de la caballera beldad, con una mano apoyada en sus rodillas, mientras que ella se inclinaba dulcemente para mejor mirarse en los ojos de su raptor o robado y escuchar sus lisonjeras pláticas.
Al contrario, si ella gustaba de reír era más bien para alegrar a los otros y sus travesuras eran tan benévolas y lisonjeras que cautivaban siempre el corazón de aquel que era su objeto.
Cada una de estas flechas lisonjeras han debido agradar a mi padre -añadió Morcef riendo-, de suerte que se han separado siendo los mejores amigos del mundo y el señor de Morcef quería llevarle a la Cámara para hacer que oyese su discurso.
Y se deshizo en amabilidad, cortesía y bromas lisonjeras.
Cuando le dirigía estas preguntas lisonjeras, don Álvaro inclinaba la cabeza y miraba con gesto compungido a la Regenta como diciendo:.
Los señores graves le recibieron con las más lisonjeras muestras de respeto y estimación.
Lindas mujeres se asomaban a los balcones para ver a los oficiales, que las saludaban con su música alegre y con sus miradas lisonjeras.

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