Ejemplos con limpiara

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los de la lancha me dijeron que me limpiara la frente, pues la tenía manchada de gotas de sangre por los pinchazos de las zarzas.
Vio cavidades obscuras, feas, despojadas de todo arte, como si las limpiara de belleza la escoba de la vulgaridad, vio feligresía de mujeres, más viejas que jóvenes, con predominio de la fealdad, vio curas y capellanes solícitos como abejas en su industria sacerdotal, y atentos a la obligación de criar las almas para el Cielo.
¿A qué esperanzas, si no había remedio, como no fuera la cristiana resignación? Largo tiempo estuve a su lado, recogiendo con avaro afán cuanto me decía en fugaces, desconcertadas, infantiles expresiones: Con modulaciones sólo por mí entendidas decíame que le limpiara la boca del agua que bebía, la frente del sudor, y que no quitase de su cuello el brazo mío que le servía de almohada.
Era el tal un joven de facciones finas y aristocráticas, ojos garzos, bigotillo nuevo, melena rizosa y negra, que sería bonita cuando en ella entrara el peine y se limpiara del polvo del camino.
Por la tarde, cuando la señora salió, encargando que le limpiara la ropa, ocurriole a la mona tomar de su ama una venganza terrible, pero una de esas venganzas que dejan eterna memoria.
Levanteme muy temprano a la mañana siguiente, y sin acordarme para nada de la hermosa inglesa, cual si la noche limpiara todas las telas de araña fabricadas y tendidas el día anterior dentro de mi cerebro, salí de mi alojamiento.
-Si es un bobo: los franceses lo destinaron a que les limpiara las botas.
Cuando Andrés acabó de leer la carta, su único amparo al dejar su patria, y a vueltas de algunos halagüeños comentarios que se hicieron sobre aquélla, la pobre mujer, a quien ahogaba el llanto, mandó entrar en casa a su hijo para que su hermana le limpiara la ropa que llevaba puesta y se la guardara, mientras ella daba las últimas puntadas a una camisa.
Posiblemente, si me hubiera escupido a la cara, me limpiara tranquilo con el revés de la mano.
Desnudos disfrutaban las vituallas derramadas a propósito en la piel para que la pareja la limpiara sibarita con mordisqueos, chupetes y lengüetazos.
Pero ¿dónde estaba la fe, la creencia en un objeto fuera del alma, y fuera del mundo, ante quien postrándose y humillándose y con quien viniendo a unirse luego, se limpiara el alma de todo pecado, desechase toda bajeza, y se levantase al fin a aquel grado de perfección, a donde había aspirado en vano a llegar por sí sola? No, ni el alma del doctor, ni otras almas atormentadas como la suya, podían ya huir a la Tebaida y renovar los tiempos y los prodigios de los Pablos, Antonios, Pacomios e Hilariones.
Vio cavidades obscuras, feas, despojadas de todo arte, como si las limpiara de belleza la escoba de la vulgaridad, vio feligresía de mujeres, más viejas que jóvenes, con predominio de la fealdad, vio curas y capellanes solícitos como abejas en su industria sacerdotal, y atentos a la obligación de criar las almas para el Cielo.
Mas un tal Panites, que este era su nombre, natural de Messena, sugirió entonces a los lacedemonios un buen medio para salir de duda, a saber: avisarles que fuesen observando cuál de los gemelos fuese siempre el primero a quien limpiara y diera la teta la madre que los había parido, y si notaban que ella constante en esto nunca variase, no les quedaba ya más que hacer ni averiguar a fin de saber lo que pretendían, pero que si la madre fuese en ello alternando, se cercioraran de que ni la misma madre que parió a los mellizos les distinguía ni acababa de conocerles, y en tal caso les sería preciso tomar otro rumbo para salir de duda.

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