Ejemplos con liceo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la cima del monte Liceo Pausanias vio el altar a Zeus formado por una pila de cenizas, pero, como asistir al rito era imposible, fue obligado a dejarlo como estaba y como estuvo desde el principio.
Según la tradición, Evandro, hijo de Hermes, guió una colonia desde Palantion en Arcadia hasta Italia, donde construyó la ciudad homónima en el monte Palatino e introdujo el culto a Pan Liceo y las fiestas de las Liceas, que más tarde se convertirían en las importantes fiestas romanas de las Lupercales.
Tiene su liceo, sus escuelas y demás instituciones básicas de una comunidad.
Estudió en el Liceo de Ovalle e Internado Nacional Barros Arana en Santiago.
A los diez años toda la familia se trasladó a Barcelona y Eduard Toldrà comenzó sus estudios musicales, primero en el Conservatorio Superior de Música del Liceo y después en la Escuela Municipal de Música de Barcelona, donde estudió solfeo con el maestro Lluís Millet, violín con Rafael Gálvez y armonía con Antoni Nicolau.
Ese año vuelve y trabaja como profesor de castellano en el Liceo de Costa Rica, durante seis meses, porque el gobierno de Ascensión Esquivel lo califica de subversivo y anarquista.
Más tarde se trasladó a Milán gracias una beca concedida por el Gran Teatro del Liceo de Barcelona.
Se encuentra dentro del aglomerado del Gran La Plata con , incluyendo Escuela y Liceo Naval Río Santiago.
Peña, el Liceo de Hombres de Copiapó, el Centro Cultural Jotabeche, la Ilustre Municipalidad de Copiapó, el Regimiento Copiapó y algunos particulares.
La institución tiene una extensión en Ciudad Ojeda, localizada en el Liceo Blas Valbuena.
Estudió la secundaria en el Liceo Militar Jáuregui.
En nuestros días, la mejor universidad, el verdadero convento, el más cumplido liceo, el más poblado huerto de Academo, y el más genuino trasunto del pórtico de Júpiter Liberador y del clásico mercado, todo esto es, amigo mío, la casa de huéspedes española, señaladamente la madrileña.
En el Áticame dijo aquel día de sobremesa don Amaranto, ostentando didácticamente un tenedor de peltre, al modo de férulase iba a buscar la sabiduría al mercado o bajo el pórtico de Júpiter Liberador, donde Sócrates, con palabra ligera y gesto sonriente, parteaba, como avezada comadrona, el alumbramiento de las ideas, al huerto umbrátil de Academo, donde Platón, de hombros anchos y labios melifluos, empollaba en las almas jóvenes los alados anhelos con que volasen de lo sensible a lo absoluto, en el Liceo, donde el seco Estagirita desmontaba en piezas la máquina del mundo, y mostraba sus relaciones, ensambladuras y modo de funcionar.
El baile de confianza que se dará el jueves en el Liceo.
Era presidente del Liceo, sociedad de baile, desde hacía muchos años, y nadie pensaba en substituirlo por otro.
Unas veces era un baile campestre el que organizaba, otra vez hacía construir un escenario en el salón del Liceo, y ensayaba alguna comedia, otras, contrataba compañías de saltimbanquis o de músicos.
Los esfuerzos titánicos de don Mateo no habían bastado tampoco a prestar animación a los bailes del Liceo.
A fuerza de transacciones y equilibrios, había conseguido hasta entonces sostenerla lo mismo que el Liceo.
Los bailes del Liceo, si no tan brillantes, eran tan animados y divertidos como los que se celebran en los palacios más opulentos de la corte.
Hasta, con gran pasmo de la villa, en uno de los bailes que se dieron en el Liceo, bailó toda la noche como un pollastre que por primera vez pisase el salón.
Bajo la fe de esta palabra, el buen Marín se dejó llevar al Liceo.
Los vecinos, a quienes el sueño no tenía presos, decían: Ahora salen del Liceo.
En los cinco últimos años, los bailes del Liceo parecían visitas de pésame.
La sociedad del Liceo se hallaba establecida en la única ala sana de un viejo convento derruído.
Luego se dió tan buena maña para alborotar a la población, anunciando extraordinarias sorpresas, que habían de salir de un famoso globo encargado a Burdeos, que consiguió inspirar vivos deseos en todos de acudir aquella noche al Liceo.
Cuatro fueron las veces que habló Martí en el Liceo de Guanabacoa.
Primero se puso a trabajar como abogado, aunque sin jurar su título, en los bufetes de don Nicolás Azcárate y Miguel Viondi, dándose luego a conocer de sus paisanos como orador, en notables discursos y conferencias pronunciadas en el Liceo de Guanabacoa, y en un brindis que hizo en un banquete celebrado en honor del genial periodista Adolfo Márquez Sterling.
Y resultó ser que llegó al bufete del señor Viondi un empleado suyo, un hombre sencillo y bueno, pero sin gran cultura, y declaró, en medio de la mayor jovialidad, que el doctor José Antonio Cortina disertaría aquella noche en el susodicho Liceo acerca de un inglés que pretendía que el hombre descendía del mono.
En aquella época el Liceo de la Habana se hallaba establecido en la Calzada de la Reina.
Ocupado en trabajar por mis ideas políticas, no prestaba atención a la suerte editorial de mi obra, cuando algunos meses después recibí una carta del señor Hérelle, profesor del Liceo de Bayona.

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