Ejemplos con leyéndolo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la escena de su muerte, Kilgallen tenía afianzado un libro, The Honey Badger de Robert Ruark, en su mano, sugiriendo que había estado leyéndolo en cama, pero sus lentes para lectura no estaban en la habitación, Kilgallen y Sinclair discutían acerca del libro semanas antes de que lo terminara.
Valencienne recupera el abanico y le asegura su fidelidad a Zeta leyéndolo lo que había contestado a la declaración de Zeta: soy una esposa respetable, una dama de honor, de esta manera todo acaba felizmente.
Novillo celebraba mucho los poemas amatorios de Apolonio, y siempre que componía uno nuevo se lo pedía para empaparse en él, decía, leyéndolo a solas.
Y, para encenderle más el deseo, que a mí me celaba y al cielo a solas descubría, quiso la fortuna que hallase un día un billete suyo pidiéndome que la pidiese a su padre por esposa, tan discreto, tan honesto y tan enamorado que, en leyéndolo, me dijo que en sola Luscinda se encerraban todas las gracias de hermosura y de entendimiento que en las demás mujeres del mundo estaban repartidas.
¿Si será verdad que el público no se ha dormido leyéndolo?.
Eso se queda para el profano vulgo, los verdaderos inteligentes no gozan con que les interpreten otros las grandes páginas, han de traducirlas ellos, sin intermediario, en silencio absoluto, leyéndolas con el cerebro y el pensamiento, lo mismo que se lee un libro, el cual no hay duda que se entiende mucho mejor leyéndolo para sí que si nos lo lee otra persona.
Si solo ha tomado este librito, seducido por lo que le pareció contener de ameno, para pasar, entretenido, las largas horas de un viaje, mire, leyéndolo, de cuando en cuando, por la ventanilla del vagón, y verá que la Pampa, por monótona que parezca, no carece de atractivo.
Mientras leía las fórmulas y los primeros artículos entraron en la estancia algunos de nuestros herederos y los que antes habían salido de ella, y viéndole con el testamento en la mano pidieron oír su lectura, a lo que accedió Eumolpo, leyéndolo de punta acabo.

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