Ejemplos con lavó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En este día Jesús vivió la Última Cena, donde instituyó la Eucaristía y lavó los pies a sus seguidores discípulos para indicarnos a todos que debemos limpiar nuestro corazón.
En el último paso de la ceremonia de purificación, Izanagi se lavó el ojo izquierdo y de ello nació , al lavarse el ojo derecho nació , y al lavarse la nariz nació.
Desafortunadamente, el aceite para la lámpara que debía arder en el faro nunca llegó, y pronto, después de construida la torre, una fuerte tormenta lavó gran parte de la arena que rodeaba la base y ésta se debilitó.
Otava es muy conocida como un río del oro, oro se lavó en sus orillas, también barsas navegaron y hubo la navegación de madera en el siglo XVIII y XIX.
El edificio pasó por una completa restauración: se repararon los vitrales, se restauraron las dos campanas, se puso en condiciones tnato la red hidráulica como la eléctrica, se solucionaron los problemas que amenazaban la estrutura -como rajaduras y filtraciones, y se lavó y pintó el edificio, entre otras cosas.
Los techos de estas galerías son de roble de Panamá, tallados al estilo mudéjar, también destaca en este claustro la presencia de una pileta de bronce, mandada a construir por los domínicos, muy famosa por ser donde San Martín de Porres, según el escritor Ricardo Palma, lavó el pan de azúcar rubia convirtiéndola en blanca.
Izzie recordó constantemente a George que Callie no se había lavado las manos después de ir al servicio y aunque Callie se las lavó más tarde en la cocina, George se lo había creído y Callie se decepcionó mucho con él.
En Super Mario RPG, alguien lavó el cerebro a un magikoopa, que aparece como un jefe.
Parecióle que el vestidito de la imagen estaba un poco sucio y se lo lavó, para volvérselo a poner muy bien alisado y pomposo.
La esposa de Adán barrió y lavó los pisos de la entrada de la casa, de la cocina y del dormitorio.
La anciana me lavó, me vistió, y me dió el desayuno.
Después arregló todas sus cosas, trazando una minuta ideal de su testamento, se lavó, se vistió con pulcritud y salió de casa en busca de la del doctor Ibarra, uno de los más celebrados médicos de Madrid, resuelto a saber la verdad de su estado y el tiempo que aún le quedaba de vida.
En seguida se lavó, casi a disgusto, porque el frescor del agua le arrancaba de la piel el perfume de los halagos de Cristeta, y después se marchó a dar un paseo.
Llegó por fin el día y con él la calma al corazón de Ido, quien se acicaló y se lavó casi toda la cara, poniéndose la corbata encarnada con cierta presunción.
Al amanecer se quedó adormitada y rendida a la fatiga del insomnio, pero era tal la agitación de su espíritu que, sacudiendo de súbito aquella falsa soñolencia, se levantó, y sin llamar a nadie, se lavó y peinó, poniéndose en seguida el traje más sencillo de cuantos tenía.
Con agua de una botella que había sobre el aparador, lavó al padre la frente y, convencido de que la lesión no tenía importancia, se limitó a ponerle en ella un trozo de tafetán, pero la ira no le salió del alma: comprendía que, a dar el golpe un poco más fuerte, aquello hubiera sido una escalabradura muy grave: doña Manuela no se atrevió a chistar: Leocadia continuaba mirando descaradamente a Pepe.
Ella la lavó ella la vistió ella le puso el hábito y tan tranquila.
Enseguida procedió a darle el baño a la abuela con no menos fe y cariñosa humildad que la mujer que le lavó los pies a Jesucristo en casa de Simón.
Luego que le lavó la herida, es decir, que se la empapó por encima de la camisa, que se la vendó lo mejor que supo y pudo con dos pañuelos, que le dio a beber el aguardiente, le ayudó a levantarse y por la mano le condujo hasta un cuarto de tablas en el interior de una ciudadela o casa de vecindad que había a la puerta inmediata del teatro de Jesús María.
No quiere este señor dejarse lavar, como es usanza, y como se la lavó el duque mi señor y el señor su amo.
Y, sacudiéndose los dedos, se lavó toda la mano en el río, por el cual sosegadamente se deslizaba el barco por mitad de la corriente, sin que le moviese alguna inteligencia secreta, ni algún encantador escondido, sino el mismo curso del agua, blando entonces y suave.
Ciñóse su buena espada, que pendía de un tahalí de lobos marinos, que es opinión que muchos años fue enfermo de los riñones, cubrióse un herreruelo de buen paño pardo, pero antes de todo, con cinco calderos, o seis, de agua, que en la cantidad de los calderos hay alguna diferencia, se lavó la cabeza y rostro, y todavía se quedó el agua de color de suero, merced a la golosina de Sancho y a la compra de sus negros requesones, que tan blanco pusieron a su amo.
Lo primero que hizo fue revolverse en la jaula, donde venía echado, y tender la garra, y desperezarse todo, abrió luego la boca y bostezó muy despacio, y, con casi dos palmos de lengua que sacó fuera, se despolvoreó los ojos y se lavó el rostro, hecho esto, sacó la cabeza fuera de la jaula y miró a todas partes con los ojos hechos brasas, vista y ademán para poner espanto a la misma temeridad.
Pensolo más, y se fue a una tienda, donde compró un poco de arrebol, se lavó, se peinó, se aderezó, se puso su colorete y se sentó a la ventana.
Se volvió a su cuarto, se lavó y vistió de prisa y se echó a la calle, ya un poco más valiente, gracias al chorro de agua fría con que se había regado el cogote.
Calló la esposa, lavó a su señor y le presentó el asado, las tortas de miel y manteca, las uvas de cuelga y las granadas rojas.
Desde temprano se lavó, se peinó, se rizó, se acicaló, se puso su mejor traje, su sombrero más de moda.
Androcles lo examinó y gentilmente extrajo la espina, lavó y curó la herida.

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