Ejemplos con latió

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El corazón me latió locamente, pero como en un relámpago, la vi ante mí, como aquella noche, alejándose riendo y negando con la mano: “no, ya estoy satisfecha” ¡Ah, no, yo también! ¡Con aquello tenía bastante!.
En la esquina misma de Recoletos cruzóse el hombre del levitón con otro que venía apresuradamente de aquel mismo sitio, asomóse Currita al vidrio trasero y el corazón le latió con fuerza.
España entera se echó a la calle, o al campo, su corazón guerrero latió con fuerza, y se ciñó laureles sin fin en la gloriosa frente, pero lo extraño es que Napoleón, aburrido al fin se marchó con las manos en la cabeza, y los españoles, movidos de la pícara afición, continuaron haciendo de las suyas en diversas formas, y todavía no han vuelto a casa.
Su corazón latió de esperanza, y se incorporó en el lecho prestando atención.
El corazón le latió con tal violencia, que creyó que el pecho se le rompía.
Por más que en Flores protestasen una porción de nobles sentimientos, y hasta el orgullo ofendido con el placer que sentía, antes de que la reflexión pudiera deshacer el encanto, el corazón le latió con fuerza, un sudorcillo tibio, que parecía que le regaba por dentro, le inundó de una voluptuosidad también nueva, y, lo que es peor que eso, sintió en el alma, en el alma espiritual, no en el alma del cuerpo, que dicen que hay algunos filósofos, digo que sintió en lo más íntimo de sí, una ternura caliente, calentísima, que parecía acariciarle las entrañas y aflojar no sé qué cuerdas tirantes que hay en el espíritu de los que se han acostumbrado a sofocar ilusiones, a matar sueños y aspiraciones locas y románticas, decididos a ser unos muy sosos hombres de juicio.
Sobresaltóse mi corazón que latió a toda prisa y dando un largo rodeo fui a colocarme en acecho tras de un paredón ruinoso, temiendo, no sé por qué, a que aquellas gentes, si llegaban a verme, me señalasen con el dedo.
Flavio la vio, su corazón latió con violencia: quiso dirigirse hacia ella, pero sus pies se negaban a obedecerle.
El corazón me latió con más fuerza y armado de valor, sacado de no sé dónde, me dirigí a saludarla.
Allá en las inconscientes profundidades de la candidez villabravense latió la idea equívoca y maleante de la tradición.
Al fin la presencia de Blanca desvaneció algún tanto su tristeza, cuando en medio de los raptos de su felicidad le confesó inocentemente la doncella que sentía dejar en San Bernardo una joven novicia, a quien era deudora de la más blanda ternura, el corazón del caballero latió con desconocida violencia, mientras hubo de apoyar la frente contra los mismos hierros del locutorio.
Latió con violencia a tan tierno espectáculo el corazón del caballero Cisne, y no pudo dejar de pensar en que dentro un instante muchos de aquellos valientes dormirían en eterno sueño.
Hasta que un día, latió su corazón al ver que descargaban varios carros de maní.
Su corazón latió de esperanza, y se incorporó en el lecho prestando atención.
El corazón le latió con tal violencia, que creyó que el pecho se le rompía.
A la caída de la tarde, Andrea vino a su rancho para llevar una manta, pues aquella noche pensaba pasarla a campo, pero al aproximarse a la casita su corazón latió fuertemente y una suprema alegría asomó a su pálido semblante: había visto los caballos de Giménez que regresara un momento antes.
Le latió el corazón con desusada fuerza.
De pueblo en pueblo, de escondrijo en escondrijo, corriendo de noche y oculto de día, no descansó un instante, ni su sangre latió en las arterias, ni sus pulmones se dilataron, hasta que llegó a Coteruco y obtuvo del alcalde la susodicha certificación.
Pero al oír llamar a la puerta, se levantó y fué a preguntar: ¿Quién va? El capitán, fingiendo voz cascada, dijo: ¡Un pobre de Alah! Al oír esta súplica, dicha en árabe, Kamaralzamán, cuyo corazón latió de piedad, abrió.
Al encontrarme solo y dueño de aquella misteriosa puerta, mi corazón latió con violencia, no sé si de gozo o de temor.
A Mesía le latió el corazón y se le apretó la garganta, con lo que se asustó no poco.
Jamás latió su corazón a impulsos de un sentimiento honrado, ni su lengua se movió más que para difamar al género humano.
Un día -¡cómo latió mi corazón de niño!.
Luego nos dimos las manos, y juro a Dios que al estrechar la de Chisco entre las mías, latió mi corazón a impulsos del más vivo agradecimiento.

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