Ejemplos con lacónico

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Jonson despachaba sus opiniones, en este lacónico informe de Drummond, de forma comunicativa e incluso magisterial.
Su estilo es lacónico e irónico, presentando además giros de la tragicomedia.
El comentario de Wild fue más lacónico : bien, viejo Joyce.
Pabón, lanzó un lacónico parte lastrado sobre posiciones bolivianas del sector:.
Se traduce por el hecho de que el relato manifiesto resulta lacónico en comparación con el contenido latente: constituye una traducción abreviada de éste.
Pocas pistas, descubrimientos inesperados y recuerdos lacónico ayudarán a los niños a reconstruir las piezas de un pasado enterrado que a veces parece oscuro e incluso aterrador.
Por ello, Ulrij formo parte de buena parte de los tribunales militares, llamando la atención de Stalin, que aparentemente le gustaba el modo eficiente en el que ejercía sus funciones, así como su suave, algunas veces lacónico estilo de informar las actuaciones en los tribunales.
Sin embargo, el texto es tan lacónico que no sólo se puede interpretar de muchas maneras, sino que es incomprensible sin la ayuda de los comentarios escritos posteriormente.
El lacónico Capitán permanece en la Sociedad de Almas mientras Ichigo Kurosaki, sus amigos y el grupo de avanzada encabezado por el Capitán T shir Hitsugaya libran diversas batallas contra los Arrancar del ejército de S suke Aizen.
Nacido en Sheffield, en el seno de una de las mejores familias de la aristocracia local, este hombre lacónico, distinguido y de pulso firme recibió una Medalla Militar durante la invasión de Narvik, donde eliminó al Comandante de la guarnición alemana de un solo disparo, a una distancia de más de una milla, mientras éste inspeccionaba las posiciones de sus tropas.
Faltaban dos días para vencer los primeros giros que había hecho a cargo de su misma casa, y seguía bajando desastrosamente el papel en que había invertido aquellos fondos, cuando recibió el siguiente lacónico telegrama de su apoderado:
Firme en su fatalismo, aceptó Juan la comisión sin decir nada en contrario, lacónico, frío, insensible.
Acisclo, y esto de tarde en tarde y por estilo lacónico y seco.
Cristeta pensó: ¡Qué lacónico y qué escamado! Lo que él quiere es visita, entrevista para empezar a mentir, ponerse cariñoso y volverme loca.
Respondieron los magistrados en aquella primera audiencia, más a lo burlesco que a lo lacónico, que no recordaban ya el principio, ni habían entendido el fin de la arenga.
¡Oh, pueblo lacónico y de una penetración singular! Una sola palabra te significa admiración, enojo, rabia, celos, engaño, placer, novedad, venganza, etc.
El relato que hizo Neluco al amor de la lumbre y vestido ya con ropas mías, fue lacónico, expresivo y pintoresco en sumo grado, y bien puede asegurarse que aun sin estas excepcionales condiciones, no le hubiera faltado la hondísima atención con que le oímos mi tío, sus dos criadas y yo.
Pero el bandido, lacónico, se limitó a repetir:.
A pesar de la prohibición de don Víctor, vino el retroceso, recayó la enferma, y se volvió a los sustos, a los apuros, a las noches en vela, el médico volvió a ser un oráculo, los pormenores de alcoba negocios arduos, el reloj un dictador lacónico.
A vueltas de mi pena, pensaba con extrañeza en el adiós lacónico que mi madre dio a Samuel, absteniéndose de recomendarle su hijo.
Faltaban dos días para vencer los primeros giros que había hecho a cargo de su misma casa, y seguía bajando desastrosamente el papel en que había invertido aquellos fondos, cuando recibió el siguiente lacónico telegrama de su apoderado:.
Después de tratado a fondo y de conocer sus gustos y su ''correa'' para conllevar impávido contrariedades y achaques que a otres hombres más fuertes los ponen a morir, se convenía en que era mozo de raro temple, cuando estos datos se sumaban con su estilo descarnado y lacónico y con ciertas y bien comprobadas genialidades, resultaba un carácter, cosa que no abunda en los tiempos que corren, y menos en los mozos que se usan, y, por último, después de añadir a esta ya respetable suma la cuenta que daba de lo que había visto, y sentido y observado en sus largos y extraños viajes, llegaba a confesar el más duro de convencerse, que en aquel cuerpo endeble había también un alma de artista.
No dirá zapatilla de pocos puntos, ni calzo, ó tengo el pie pequeño, dirá: ''tengo pie lacónico, ó calzo vizcaino''.
Pues como a los principios hubiesen procurado Pausanias y Eurianacte dar a entender con buenas razones a Amonfareto que de ningún modo convenía que se expusiesen los lacedemonios a tan manifiesto peligro, quedándose solos en el campo, viendo al cabo que no podían persuadírselo, paró la disputa en una porfiada contienda, en que al llegar el mensajero de los atenienses los halló ya enredados, pues cabalmente entonces había agarrado Amonfareto un gran guijarro con las dos manos, y dejándole caer a los pies de Pausanias, gritaba que allí tenía aquella chinita con que él votaba no querer huir de los huéspedes, llamando huéspedes a los bárbaros al uso lacónico.
Llegó ayer por la tarde un papelito donde la hacendosa mano había escrito este lacónico decreto: «Ven mañana a Samaniego, ni antes de las cuatro, ni después de las cinco y media de la tarde».
Solamente se notaba que cada día se mostraba más frío, más lacónico en la mesa, y con más frecuencia ausente de la casa.
¿Qué pasa, Grimaud? Considerando la gravedad de las circunstancias, amigo mío, os permito hablar, pero sed lacónico, por favor.
Parecióle, pues, preciso a Lisandro entrar ya en explicaciones con él, y el diálogo de ambos fue muy breve y muy lacónico: “¿Te parece puesto en razón ¡oh Agesilao! Humillar a tus amigos?- Sí, si quieren hacerse mayores que yo, así como es muy justo que los que contribuyen a aumentar mi poder participen de él.
Reconviniéndole los embajadores con que para entrar así en su país no les había declarado la guerra, “Bien sabemos- les respondió- que tampoco vosotros los Lacedemonios avisáis a los otros de lo que intentáis hacer”, y uno de los que allí se hallaban, llamado Mandroclidas, usando del dialecto lacónico, le repuso: “Si eres un dios, no nos liarás mal, porque no te hemos ofendido, si hombre, no faltará otro que valga más que tú”.
Dícese, pues, del rey Agis que burlándose un Ateniense de las espadas de los Lacedemonios por ser cortas, y diciendo que los jugadores de manos se las beberían con gran facilidad en sus tablados, “pues nosotros:- le respondió- alcanzamos muy bien con ellas a los enemigos”, a este mismo modo hallo yo que el lenguaje lacónico, que parece demasiado conciso, abraza bien los asuntos, y se clava en la mente de los oyentes: porque el mismo Licurgo parece que era también hombre de pocas palabras y muy sentencioso, si hemos de juzgar por las memorias que nos quedan: como, por ejemplo, en cuanto a gobierno, cuando a uno que deseaba se estableciese la democracia le respondió: “Establece tú primero democracia en tu casa.

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