Ejemplos con jeta

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Desde allí, cual si temiese por la integridad de aquellos bocales de dulces, que eran la fortuna de la familia, abarcándolos en sus brazos, avanzaba la jeta, mirándolo todo con ojos de antílope asustado.
Sentí el ruido que hacía la muchacha lavoteándose la jeta y requiriendo su ropa y zapatillas.
Asomé la jeta por la puerta del reloj.
Feo, tontole dijo aguzando la jeta cuando le vio sentarse en la mesilla de pino de la cocina.
Tiempo hacía que Guillermina la fascinaba, más por el señorío que por la virtud, y ya que la gran fundadora iba a hacer patente su santidad, teniendo por corte a las damas más encopetadas, en lugar accesible a doña Lupe, ¿por qué no había esta de intentar meter la jeta? Pues qué, ¿no era ella también ? Sobre estos particulares habló largamente con Casta Moreno, que algunas noches iba de tertulia con sus dos hijas a casa de Rubín, y la viuda de Samaniego se hacía lenguas de Guillermina, conceptuándola sobrenatural.
¡Por vida de la santísima uña del diablo! Si consigo yo ponerte bueno, mi querida tía, la baronesa de Rothschild, no tendrá más remedio que hincar la jeta y darme lo que necesito.
Si lo dejo para mañana, ya no iré, porque me lo quitarán de la cabeza Y yo le he de refregar la jeta con la suela de mis botas.
¿No le viste siempre inclinada la cabeza, como si recibiera bendiciones, y negociar de puro humilde a lo Guadiana, por debajo de tierra, y aquel amén sonoro y anticipado a todos los otros bergantes a cuanto el patrón dice y contradice? Pues mírale allí por debajo de la cuerda royéndole los zancajos, que ya se le ve el hueso, abrasándole en chismes, maldiciéndole y engañándole, y volviendo en gestos y en muecas las esclavitudes de la lisonja, lo cariacontecido del semblante y las adulaciones menudas del coleo de la barba y de los entretenimientos de la jeta.
Acomodóse, porque estaba muy fatigada, en la silla que había desocupado Bastián, metió las dos manos, palma con palma, entre las rodillas, echó el enjuto tronco hacia adelante y dijo, alargando la jeta rugosa y siguiendo con la vista a don Sotero en sus vueltas de zorro enjaulado:.
En éstas y otras comenzó a darme en la nariz un olor muy agradable de fritangas, y con él entró en la sala un rapaz como de seis años, con la jeta muy pringosa y la ropilla estropeada, después otro de igual pelaje, pero de menos edad, enseguida otro menor que los dos, luego una muchachuela rubia, de ojos saltones, muy enjuta de canillas y larga de brazos, tras ella, otra rapaza morena, carrilluda, de ojos negros y gruesas pantorrillas, la cual traía de la mano a un chiquitín muy risueño que se tambaleaba al andar con sus patucas estevadas, y, por último, llegó el muchacho que con su descomedida diligencia había sido la causa de cuanto estaba sucediendo allí.
-Pues ahora mismo voy yo a poner a su señoría macarena -dijo Bermúdez empujando hacia dentro a las dos mujeres-, delante de algo que no se pueda ver desde allá por mucho que levante la jeta el serrano de más alzada.
Refractario a todo lo que fuera innovar, vivía en su cascarón, embozado en la manta de abolengo, sin necesitar otra cosa, atento sólo, para romperle el bautismo, a los intrusos que trataran de asomar la jeta dentro, con el fin de imponerles sus leyes, sus hábitos o sus costumbres.
Y Merto, puesto como su madre desea, o mejor dicho, como su madre le pone, al quedarse mirando a Gedeón, que también le mira a él, frunce la jeta y échase a llorar.
En cambio, al volverse hacia el gitano, veía una jeta de caricatura, una boca de puchero desportillado, unas pupilas malignas detrás de un matorral de cerdas grises.
¡No, era mucho, demasiado eso ya, como para que se le cayera la cara, la jeta, de vergüenza!.
Frunció la jeta el de la bata al oír esto, rascóse la punta de la nariz, carraspeó y dijo a Lucas:.
Estremeciose el joven un momento, arrojó los aros, dio dos pasos hacia el gigante que podía desbaratarle entre sus brazos de roble, y le recibió con una puñada en la jeta, y tal puntapié en la barriga, que el oso lanzó un bramido y necesitó todas sus fuerzas bestiales para no desplomarse, como torre socavada.
-No quiero tu vida, que ya veo la mala calidá que tiene, pero te voy a pintá un muñeco en la jeta pa que le llevej' a la boa el día que te cazej', y tenga la moza argo güeno que mira en ti.
Momentos después asomaba la jeta en ella, dejando todo lo restante de su cuerpecillo acartonado en el carrejo, la Cándida.
-El que está con Pepe y en pepe es usted, su maula, y ahora mismo le voy a abrir un ojal en la jeta para que aprenda a ser mejor hablado -dijo el famoso Pato picaso atropellando a Moreira con la daga baja y en actitud de herir.
A primera vista, no tenía, por lo demás, nada de particular: bastante maciza, con filetitos de oro, se parecía a los millares de bombillas que hasta hoy circulan en toda la República Argentina, pasando a veces todavía, con la más democrática falta de cumplidos, de la jeta risueña de la negra fiel a los repulgados y rosados labios de la aristocrática niña, de la boca sin urbanidad del peón a la del hacendado enriquecido, o de los labios del ordenanza, menos pulcros que solemnes, a los del estadista refinado que, desde la poltrona oficial, suelta, entre dos mates, sus diplomacias enredadas.
¡Se miraron con una jeta.
'' DON LATINO'' guiña el ojo, tuerce la jeta, y desmaya los brazos haciendo el pelele.
Mientras se lee el testamento y le firman los testigos, Solita frunce en vano la afilada jeta, y en vano tira de sus párpados para arrancar de la fuente de sus ojos una lágrima siquiera: pesan más en su fantasía los risueños cuadros de lo porvenir que se forja, y en su memoria el recuerdo de tantos años de esclavitud y de aislamiento, que en su corazón la pena que le causa la agonía de su antiguo amante.
Siempre andaba avizorando por si en algún sitio descubría la ridícula jeta, la desportillada boca y los malignos ojos emboscados tras las cerdas grises de jabalí del donante de la milagrosa lima.

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