Ejemplos con jarana

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Esta palabra se puede usar por ejemplo: 'El fol quiere jarana' y viene acompañada de unos golpes en la mesa que crean bienestar social.
En medio de la jarana pasaron varios altercados: acosó a Tulio, Juanín invitó a las novias de Bodoque y él tuvo que dar explicaciones a cada una y Patana rompió el corazón de y de.
Un caballero tonto del campo que permanece con Toby esperando cortejar a Olivia, pero en realidad se está gastando el dinero en la incesante jarana promovida por Sir Toby.
La Ganadora del concurso fue La Caidita, seguida de Jarana y Agüitas en tercer lugar.
Cuando apareció Avalancha De Éxitos una vez más volvió a tomar la guitarra durante No Controles y a partir de aquí comenzó su aprendizaje en la Jarana, instrumento al que recurriría una infinidad de veces en el futuro.
Cuando apareció Avalancha De Éxitos una vez más volvió a tomar la guitarra durante otros como No Controles y a partir de aquí comenzó su aprendizaje en La Jarana, instrumento al que recurriría una infinidad de veces en el futuro.
Como parte de accesorios y fondo en los instrumentos de violín, viola, violonchelo, contrabajo, en guitarras para diapasón, costilla, fondo, filetes, en jarana y charango para las clavijas, diapasón, para toda la pieza, para la leona: clavijas, diapasón y puente, arpa: costillas y fondo, teclas para marimba.
El jarana, Holopyxidium jarana, es una especie botánica de árbol grande, endémico de Brasil, en los Estados de Espíritu Santo y de Bahía.
En la parte más elevada, al nordeste del parque, se encuentra una porción de selva densa de submontaña, donde los arbustos más representativos son el Parahancornia amapa, Micropholis guyanensis, Couma guianensis y Holopyxidium jarana.
Por otro lado están los maridos encarnados por Alfredo Barbieri y Enzo Viena quienes también aprovechan la ausencia de sus mujeres para ir de jarana con su amigo el picaflor Tono Andreu quién encarna al típico representante artístico chanta a quien engaña a Elio Roca un pobre cantante nuovoelero lo lleva a todos a recorrer la noche porteña donde conocen a bellas y exoticas mujeres entre ellas Ana Maria Montero.
Estudió música en forma autodidacta e inició una vida de bohemio y criollo que lo llevó a ser conspicua figura de toda jarana limeña.
Gonzalo, después de un rato de conversación en voz baja con su novia, se levantó, dió tres o cuatro vueltas por la sala, y vino a sentarse al lado de Venturita, con la cual solía tener jarana.
Como teníamos jarana para toda la noche, me fui a cenar con Ramón Cala y don Santos la Hoz a la taberna de la calle del Turco, donde es fama que se dieron cita los matadores de Prim.
A regañadientes accedió el manchego, pues le pedía el cuerpo pendencia y jarana, se sentía popular, español de sangre, y de la tradicional casta de padres inflexibles, celosos de su honra.
Pero ya cerca del Carmen Calzado, pudo más el sentimiento de su obligación filial que el estímulo de jarana.
Jacinta presintió la jarana, y tomando una resolución súbita, tiró del brazo a su marido y se lo llevó, a punto que este empezaba a tomarle el pelo al inglés.
Vuelven los días de jarana, y ya estamos suspirando otra vez porque se acorte la cuerda.
Los demás tertulios se envalentonaban adhiriéndose algunos al bando de Pedernero, otros al de Rubín, no por convicción, sino por divertirse y aumentar la jarana.
No habría tiros, ni jarana no sería preciso hacer provisiones ¡Ah! Barbarita soñaba ya con hacer provisiones.
Deseé, puedes creerlo, que la fuera mala para darle una puntera Pero, quia ni por esas ¿Mala ella? a buena parte Si le mando echarse al fuego por mí, ¡al fuego de cabeza! Todos los días jarana en la casa.
Oyó risas, cuchicheos, jarana alegre, impropia del lugar y la ocasión.
Toda resistencia hubiera sido inútil, y más en tal momento, cuando la jarana crecía y el vino menguaba en los jarros.
La jarana con que en el hogar se celebraban los chistes del señor Pepe impedía que nadie atendiese al silabeo de la vieja.
Adelantaba la limpieza del desván: Manolita, con sus brazos nervudos, manejaba los trastos, Rita los clasificaba, Nucha los sacudía y doblaba esmeradamente, Carmen tomaba poca parte en el trajín, y menos aún en la jarana: dos o tres veces se eclipsó, para asomarse a la galería sin duda.
-Con esta jarana tan tremenda -pensó-, la policía no se cuidará de ir a mi casa.
-¡Jarana! ¡Que vienen los guardias!.
La batalla era inminente, porque los milicianos, locos de entusiasmo, querían jarana.
-¡Jesús y Santa Librada! ¡Otra jarana! -dijo la vizcaína con el rostro descompuesto y mudando de color-.
-Sí: bueno es que nos vayamos allá, porque hoy hay jarana en Madrid, y se me antoja que habrá tiros por esas calles.

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