Ejemplos con inventé

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Siempre me dicen que el mundo que inventé es irreal, fue eso lo que me sirvió para evadirme.
La casa de Usher y las desniveladas habitaciones del colegio de William Wilson están, notoriamente, en el origen arquitectónico de mi casa, mi edad cuando la inventé, y mi incapacidad para la vida castrense, son quizá su explicación psicológica.
Su extenso repertorio ha sido interpretado por destacadas figuras de la música: Es que estás enamorada, con Alberto Vázquez, Angélica María, Olga Guillot y Sophy, Engáñame, Te inventé, Todo a cambio de ti, Para cuando vuelvas amor y Yo no te olvido, con Alberto Vázquez, Además ya tengo un nuevo amor, con María Victoria, Cuatro veces amor, con Mijares, y Tu amante de repuesto, Canción infiel y Mitad mujer mitad gaviota, con Raquel Olmedo.
Aunque José Carlos cuenta otra versión Bueno, Leño lo formé yo, y el nombre me lo inventé yo.
Cuando yo era muchacho y aún no había aprendido a leer, inventé muchos versos como éstos, mientras punteaba la guitarra.
Esto de las papeletas lo inventé yo.
Subí a su sotabanco, ni más ni menos que en las novelas, y para hablar con ella inventé una piadosa mentira.
¡Ay, qué malo me puse! Te digo que cuando inventé aquel sistema filosófico tan ridículo, estaba en el periodo peorcito.
Primero tuve el delirio persecutorio, después el delirio de grandezas Inventé religiones, me creí jefe de una secta que había de transformar el mundo.
Quise entonces recoger como en un ramillete todo lo más precioso, o lo que más precioso me parecía, de aquellas flores místicas y ascéticas, é inventé un personaje que las recogiera con fe y entusiasmo, juzgándome yo, por mí mismo, incapaz de tal cosa.
-Pues yo no lo inventé -manifestó la menor- que eso me lo dijo ayer Suspiritos.
¡Inventé el color de las vocales! -A negra, E blanca, I roja, O azul, U verde-.
Inventé todas las matanzas imaginables, y las relaté junto con las.
Toda la historia que yo inventé para justificar mi casamiento, se vino abajo.
Yo les inventé la agricultura y domesti-qué animales en pos de estar siempre unidos.
Por eso elegí mi profesión, o, mejor dicho, la inventé, puesto que soy el único del mundo.
-Toma este látigo, ruégote que de esta mujer, quebrantadora de fe, tomes venganza, y aun si te pluguiere, cualquier otro mayor castigo que te pareciere, pero una cosa te ruego, creas y pienses, que no te di ni inventé este enojo, de mi gana, a sabiendas: mejor lo hagan los dioses que por mi causa tú padezcas un tantico de enojo, y si alguna adversidad tú has de haber luego, la pague yo con mi propia sangre.
Me llamaron a comer, sentéme a la mesa y no comí, ni siquiera supe disimular bien las inquietudes que eran la causa de ello delante de mi tío que no me quitaba ojo, inventé para tranquilizarle una mentira sandia y mal zurcida, y al fin me levanté de la perezosa, dejando al pobre señor persuadido de que mi resignación estaba a punto de agotarse en presencia de aquel negro temporal.
-Instigado y aun obligado por mi hermana, prosiguió, yo que ignoraba el fondo de la intriga que en torno mío se agitara, de acuerdo con ella, y aun también con la misma joven, inventé una trama, necesaria de todo punto, según la cual, debía ella tomar el nombre de Dalmira y pasar por hija mía, con otras particularidades que desfiguraban la verdad en la parte referente a aquella dama, en quien pude reconocer a la esclava fugitiva, a la esposa de Veremundo Moscoso de Altamira.
Cuando yo era muchacho y aún no había aprendido á leer, inventé muchos versos como éstos, mientras punteaba la guitarra.
Todo fue una comedia que yo inventé, y como soy del oficio tuvo mejor apariencia, y tú no pensaste en mi suspicacia.
-Pues yo no lo inventé.
Una vez inventé una fórmula para medir pies cúbicos de leña y la intenté introducir en Boston, pero el agrimensor de allí me dijo que los compradores no querían su leña medida tan correctamente, porque era demasiado minucioso para ellos, por eso la compraban antes de cruzar el puente, en la ciudad de Charleston.
Para los brazaletes inventé sustituir los colgantes simplemente enlazados a los colgantes soldados.
-Esos son demonios de mayores ocupaciones -le respondió la voz-: demonio más por menudo soy, aunque me meto en todo: yo soy las pulgas del infierno, la chisme, el enredo, la usura, la mohatra, yo traje al mundo la zarabanda, el déligo, la chacona, el bullicuzcuz, las cosquillas de la capona, el guiriguirigay, el zambapalo, la mariona, el avilipinti, el pollo, la carretería, el hermano Bartolo, el carcañal, el guineo, el colorín colorado, yo inventé las pandorgas, las jácaras, las papalatas, los comos, las mortecinas, los títeres, los volatines, los saltambancos, los maesecorales y, al fin, yo me llamo el Diablo Cojuelo.
¡qué sé yo lo que inventé por el estilo!, y a mayor abundamiento, le di cuanto dinero podía darle en aquel instante.

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