Ejemplos con invendible

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

vio el video e instantáneamente quiso tirarlo, considerándolo invendible y argumentando que el beso alejaría a gran parte de los fans de la banda.
-Apenas me hablaste -le dijo-, te reconocí por la voz. Pensé que oía a tu madre, cuando, hace veinte años, ella misma, engañándose, me persuadía con dulces palabras de que me quería bien, y me halagaba con la esperanza de ser mi esposa. Pero, en mal hora para mí, vino al lugar el Indiano. Tu madre se prendó de él perdidamente. Yo la perdono. Comprendo que no tuvo ella la culpa de mi infortunio, sino la influencia invendible de nuestro sino. Entonces mi alma era más fervorosa y enérgica. Mi alma era injusta, y no la perdonaba. No pocas veces proyecté robarla o matarla, y me disuadía y me arredraba luego mi honradez... o mi cobardía. Como demente, vagaba yo en torno de vuestra alquería. Me ocultaba en el castillo. Atormentaba a tu madre como un vivo remordimiento, la asustaba haciéndole creer que el hechicero era yo. Dios, sin duda, quiso castigarme, y me dejó ciego. En adelante, no rondé más en torno de vuestra alquería. Mi vida fue cada vez más desastrosa. Viví errando por montes y valles, tocando mi violín y pordioseando.
¡Invendible la monumental Historia del movimiento republicano de Emilio Castelar! Es un colmo del desparpajo en provincias.
¡Al oír estas palabras, el subastador, en el límite de la desesperación, no quiso llevar más adelante aquella venta! Y exclamó: ¡Por Alah, que ya no ejerzo más por hoy mi oficio! Y cogiendo de la mano a la joven, poseído de terror, se la entregó a su antiguo amo el persa, diciéndole: ¡Es invendible entre nosotros! ¡Que Alah abra para ti por otra parte la puerta de la venta y de la compra!.
-Ya lo has oído, Pedro: vino «con Su Majestad», vive hace veinte años en Madrid «entre las batallas de la política y las agitaciones del gran mundo», le ha gustado la Montaña, necesitaba aires puros y proximidad al mar, y ha comprado esta casa, ¡la que nos parecía invendible!.
Las conversaciones hacen pasar el tiempo de la espera, noticias de todas partes y de todas clases se cambian entre los presentes, y basta esta media hora para que cada uno se vaya después a su casa, sabiendo que murió don Juan, que se casa la hija de don Antonio, Josefina, con ese condenado haragán de Basilio, que la mujer de don Juan Bautista ha tenido otro hijo, que las lanas están firmes y que los cueros suben, que el trigo vale poca plata y que el maíz es invendible.

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