Ejemplos con intranquilo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y este verano, me estoy sintiendo intranquilo, estoy comenzando a pensar que nuestra cultura es frenética y carente de sentido, ya que no se da cuenta de que los últimos trozos de naturaleza no son el recurso más sabio.
Aunque el hueco en los Shichibukai se ha llenado, Kuma le dice a Moria que se siente intranquilo con la situación.
De acuerdo a su enferma dueña, el animal se ponía nervioso, irritable e intranquilo antes de que a ella le dieran los ataques.
Pasó la noche intranquilo, agitado por tristes presentimientos.
A medida que el momento se acercaba, me sentía intranquilo y febril.
El muchacho durmió algo intranquilo, pero durmió.
¡Habla, hombre! ¡Rompe de una vez! Me tienes intranquilo.
Sobre las diez de la noche llegaron a Salvatierra: Calpena iba intranquilo, un poco febril, empezando a sentir molestia en su herida.
Durmió Calpena intranquilo, y al despertar sobresaltado, no se apartaba de su mente la imagen de los dos Fonsagradas, a quienes conocía por las relaciones de aquella familia con la Zahón.
¡Y qué noches de insomnio! ¡Y qué días tan penosos! A las veces me reía de mí, sí, reía de mi locura, y maldecía yo de aquella pasión que poco a poco me iba subyugando, que me tenía intranquilo, y que ante mi propia conciencia me hacía parecer despreciable y desleal.
¿A diario, chica? No sé si podrédijo él algo intranquilo.
A la madrugada despertó intranquilo.
No había transcurrido una hora, cuando Juan despertó intranquilo, rompiendo a hablar de una manera algo descompuesta.
En aquellas tristes horas engañaba el insomnio paseándose a ratos por la habitación, a ratos echado y descabezando un ligero intranquilo sueño.
Anoche estuve toda la noche discurriendo muy intranquilo, los sesos como ascuas, porque al plan, mejor dicho, al sistema no le faltaba más que una fórmula para estar completo ¡La maldita fórmula! Por fin, ahora, hace un ratito, se me ocurrió, di un brinco de alegría.
Sumida en profundo y silencioso abatimiento, la mirada inquieta reflejaba el fondo intranquilo de su espíritu, pero no brotaba una queja de sus labios, ni hubiera sido posible averiguar, aun espiándola de cerca, la causa verdadera de su pesar.
Hablaron breve rato de cosas indiferentes, y como ella al fin se aventurara a indicar de un modo delicado la extrañeza que le producía ver tan intranquilo al que algunas horas antes parecía sereno y feliz, Monsalud le dijo secamente:.
El tío Licurgo no contestó a la pregunta, porque con toda su alma atendía a lejanos ruidos que de improviso se oyeron, y con ademán intranquilo detuvo su cabalgadura, mientras exploraba el camino y los cerros lejanos con sombría mirada.
-Y nuestro amo, ¿dónde está? -pregunté intranquilo-.
Bermúdez lo notaba intranquilo, y oía el borboteo del agua debajo del lanzamiento de la popa, el crujir de la perchería del aparejo y el crepitar de las lonas, y hasta comenzó a ver una faja de espumilla hervorosa a todo lo largo del carel inclinado, como si pugnara por colarse adentro.
No sabiendo a qué atenerse, abstúvose de indagar por derecho cosa alguna, y salió del saloncillo tan a obscuras como había entrado en él, pero menos intranquilo, porque viendo y oyendo a su hija, le parecía imposible que en ella cupiera misterio por el cual debiera él alarmarse.
Sus ojos eran oblicuos, las mejillas y la barba salientes, crespo y enmarañado el pelo, rechoncho y pequeño el cuerpo, aunque de titánica pujanza, y el genio intranquilo, mofador y orgulloso.
El único bien que le produjo la muerte de Herodes fue el poder vivir menos intranquilo con respecto a Solita.
Por esta causa se encontraba intranquilo.
Como de costumbre, se paseaba intranquilo y febriciente por la habitación, cuando sintió que golpeaban la puerta.
Esa noche tuvo algún insomnio, a las doce, mas o menos, consiguió dormir, pero su sueño fue intranquilo.
Iba y venía intranquilo, vagaba de un sitio a otro, acercábase a los grupos, escuchaba hablar a los demás, con esa expresión extraña en el semblante de quien hace por oír y no acierta con lo que oye, ensimismado, absorto, abismado por completo en una preocupación única: su examen.
El desconocido ayudó a Amín a saltar a tierra, cogiéndole de la mano, lo guió a través de unas calles angostas, y el joyero, muy intranquilo, pensaba: ¡En mi vida he puesto aquí los pies! ¿Qué aventura será esta aventura?.
-¿Qué móviles son los que guían a ese hombre -se decía el jurisconsulto volviendo a pasear intranquilo y vertiginoso-, para conducirse como se conduce conmigo? Su altanería, su soberbia.
Intranquilo, el cebruno parecía mirar con las orejas, vueltas en giros bruscos a todo bulto turbio de obscuridad.

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