Ejemplos con interrumpiéndola

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Beethoven dejó madurar su concepción de la sinfonía, interrumpiéndola por la composición de otras obras.
-¡Admirable concordia de sentimientos! -exclamé interrumpiéndola-.
estás en lo cierto -dijo Chaperón con gozo, interrumpiéndola-.
-¡Jesús, María y José! -exclamé interrumpiéndola-: ¿fue usted capaz?.
-Sí -dijo Martín interrumpiéndola y en tono de amarga, aunque muy fina ironía-.
-¡Jesús! -exclamó Engracia, interrumpiéndola.
Interrumpiéndola con estos versos ño Cachito el mentado bailador de zamacuecas en Amancaes:.
-Apostaría -dijo Alberto interrumpiéndola- a que sé lo que me vais a preguntar.
Sobresaltose Ana, más por lo especial del sonido que por la fuerza de la voz, y dijo a María interrumpiéndola:.
-Vamos, cállate tú ya - díjole a Pepa, interrumpiéndola gravemente, Perico, al notar cómo a las palabras de su mujer se le demudaba el rostro y se le crispaban las manos al Carambuco, que hacía esfuerzos casi sobrenaturales para echarle galga a la tremenda ira que acababan de despertar en su alma las frases de la esposa del Talabartero.
-No se acalore, tanto señora, y explíqueme qué es eso de la timba de que me habla -exclamó el comisario interrumpiéndola con las cejas fruncidas y el bigote erizado.
- Sí, señora - me apresuré a contestar, interrumpiéndola, pues temía que se echara a llorar.
-No me diga usté naíti -exclamó el de Écija interrumpiéndola bruscamente-.
-¿Acabaste, bruja de Barrabás?, gritóle interrumpiéndola el impío señor de Alanza.
-To eso se arregla, mujer -exclamó, interrumpiéndola, el Confitero-.
Buenaventura interrumpiéndola-, sin quererlo tal vez, has dicho una cosa muy sabia.
-Amiga de mi alma -dijo Paoletti interrumpiéndola-, creo que si se ocupa usted tan prolijamente de perfecciones físicas, es para asombrarse de que Dios, en su alto juicio, las haya unido a un espíritu ciego y muerto.
-¡Dios mío! -exclamé interrumpiéndola-, ¡cállese usted, señora!.
-¿Acaso usted cree -contestó interrumpiéndola-, que el amor es hijo del tiempo?.
-Escuchadme todavía -dijo don Álvaro interrumpiéndola con un gesto duro e imperioso-.

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