Ejemplos con inquina

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para Carvajal, aquella afrenta colma la inquina que desde hacía tiempo sentía por los alemanes.
Y de ahí vienen la inquina, los cuentos, las macanas, las calenturas al cuete, porque no hay gobierno capaz de sacar a este hombre de la frontera.
Años después, Ilene Berns llegaría a minimizar el escenario, aunque varios testigos de la época, incluida la ex-esposa de Van Morrison, Janet Rigsbee Minto, fueron describiendo la inquina personal de Ilene hacia Van Morrison.
Entonces Carvajal, dada la acusada inquina que siente por ellos, como procurador general les pone demanda en el juicio de residencia que se les abre en Coro.
Había ingresado en la facción con el grado de Teniente General, gozaba fama de ilustración, de práctica guerrera, pero la inquina que cordialmente le profesaba González Moreno, el brazo derecho y el seso militar de D.
Después, tomando tonos de transacción, les dijo: Yo creo que todo ello es cosa de Papitos porque ustedes no saben lo mala que es y la inquina que me tiene.
Poco a poco hemos ido intimando, y toda la inquina que le tenía se ha evaporado.
Así es que cuando menos lo esperaba el pobre arriero, y cuando más enfrascado estaba en su prolija charlatanería, Muriel se despidió de él, dejándole con la boca abierta y la palabra en ella, pesaroso de no poder desahogar toda su inquina contra el tío Segarra.
Por supuesto que las comunidades, sin exceptuar la agustina, asistieron a la fúnebre ceremonia, y el virrey no quiso desperdiciar la oportunidad para poner término a la escandalosa inquina.
Estas calumnias le servían de desahogo y si le preguntaban el motivo de su inquina, contestaba: «Señores, yo me debo a la causa que defiendo, y veo con tristeza, con grande, con profunda tristeza que esa señora, la Marquesa, doña Rufina, en una palabra, desacredita el partido conservador-dinástico de Vetusta».
El aborrecimiento de la gente de Madrid al cazador de ladrones y perdidos, recaía en los servidores que de ello no tenían ninguna culpa, a tanto llegaba la inquina ciudadana, que de él, Jerónimo Ansúrez, huían más de cuatro, y le miraban con miedo y repugnancia como si fuera criado del verdugo.
Así es que cuando menos lo esperaba el pobre arriero, y cuando más enfrascado estaba en su prolija charlatanería, Muriel se despidió de él, dejándole con la boca abierta y la palabra en ella, pesaroso de no poder desahogar toda su inquina contra el tío Segarra.
Le divertía y le convenía la inquina de Ronzal, gran propagandista de la leyenda de que era Mesía el héroe, y aquella leyenda era muy útil, para muchas cosas.
No estaba arrepentido, no tenía cómplices, ni recibía inspiraciones más que de su propia inquina, del aborrecimiento de toda injusticia y del mal gobierno de la Nación.
Rodrigo y la venenosa inquina de Doña Urraca me ocasionaran alguna desazón en el camino.
Pedro Miquis no participaba de esta inquina, y en las cartas que escribía a su hijo solía poner un párrafo como este: «No dejes de visitar con frecuencia a la tiíta Isabel, y aguántale sus rarezas».
Entonces sí que Anás y Caifás se tirarán de los pelos al ver la sutileza con que les he birlado sus monedas en castigo de su inquina y mala voluntad para con el Salvador.

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