Ejemplos con impremeditación

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Lo que habían preparado las discordias, la impremeditación y la soberbia, rematolo la excesiva prudencia de autoridades timoratas, que, además de no ver dos palmos más allá de sí mismas, no comprendieron que la capital no debía rendirse con menos aparato que la última aldea de Castilla.
Y llegado a tal punto de confusión, como el que se pierde en un laberinto sin encontrar salida, no hacía más que interrogarse de este modo: ¿Y yo a dónde voy? ¿Por qué he venido aquí? ¿Volveré a ver a mi madre, a mi querido capellán, a mis entrañables amigos de Villarcayo? ¿Habrá dispuesto Dios que deje yo aquí mis pobres huesos? ¿Tendré que hacer el héroe por fuerza para llegar a serlo de verdad? ¿Es ley constante que las acciones muy estudiadas y previstas resultan siempre bien? ¿Es seguro que los actos de impremeditación y de temeridad, comúnmente tenidos por locuras o necedades, enderezan siempre al mal? ¿Qué caminos llevan a la vida, qué veredas llevan a la muerte? ¿Toda senda tenebrosa conduce al Infierno? ¿Toda senda iluminada y florida conduce al Cielo?.
Y bajo la impresión del temor y el aturdimiento, confió con su impremeditación ordinaria al necio viejo, si no la parte más culpable, la más peligrosa, al menos, de la aventura de los masones.
Prevaleciendo y aun privando en Villafría tan sanas doctrinas acerca de la longevidad de los noviazgos, ya se hará cargo el lector del asombro que produciría aquel arrebato, aquella impremeditación con que doña Luz se decidió.
El lector comprenderá aquella situación terrible, y no es posible que vitupere mi conducta, si es que tales hechos, hijos de la ciega cólera y la impremeditación, pueden llamarse conducta.
¡Ah!, bien castigada está mi impremeditación.
Y llegado a tal punto de confusión, como el que se pierde en un laberinto sin encontrar salida, no hacía más que interrogarse de este modo: «¿Y yo a dónde voy? ¿Por qué he venido aquí? ¿Volveré a ver a mi madre, a mi querido capellán, a mis entrañables amigos de Villarcayo? ¿Habrá dispuesto Dios que deje yo aquí mis pobres huesos? ¿Tendré que hacer el héroe por fuerza para llegar a serlo de verdad? ¿Es ley constante que las acciones muy estudiadas y previstas resultan siempre bien? ¿Es seguro que los actos de impremeditación y de temeridad, comúnmente tenidos por locuras o necedades, enderezan siempre al mal? ¿Qué caminos llevan a la vida, qué veredas llevan a la muerte? ¿Toda senda tenebrosa conduce al Infierno? ¿Toda senda iluminada y florida conduce al Cielo?.
-Es preciso que usted conozca más a fondo a las personas que ataca, y que no se haga un daño irreparable por impremeditación juvenil.

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