Ejemplos con ilustradísimo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ya sabemos que es un muchacho excelente, juicioso, ilustradísimo, que no hace más que leer y leer, que entiende de poesía, de literatura, de artes, y que manifiesta su saber con donaire y viveza, con un decir elegante.
Hubiera sido muy de mi agrado llegarme allá para ver a Espartero y hablar con él, pero no quise hacer ostentación de mis concomitancias y empleaba las horas de aquel destierro paseando con los curas amigos de Cornellá y míos, uno de los cuales era ilustradísimo, de buena sombra y un tantico maleante, el otro cerril y tozudo, con un acento catalán tan gordo y áspero, que me costaba trabajo entenderle cuando llenaba su boca de palabras castellanas, como si la llenara de sopas calientes.
Lo sé, lo afirmo, y no hay que desmentirme, ¿estamos? Usted quiere que yo le regale el oído repitiéndole que es un modelo de caballerosidad, una inteligencia de primer orden, un joven ilustradísimo.
Este inflexible, recto e ilustradísimo profesor, parecía nacido para domar aquella raza especial de estudiantes. Su vastísima instrucción, su carácter un tanto excéntrico, su proverbial voluntad de hierro, su continente severo e impasible, le investían en cátedra de cierta majestad sui géneris contra la que rara vez osaba rebelarse el alumno más díscolo. Sobre su mesa y bajo su mano, el reglamento disciplinario del Instituto adquiría todo el color de las terribles Ordenanzas de mar. ¡Ay del que infringiera sus bases! Así se hacía respetar. Su mayor deleite era enseñar lo mucho que él sabía, estudiar para saber más, y dar un estrecho abrazo, a vuelta de viaje, a un discípulo suyo. Así se hacía querer.
Don Braulio presentaba, a la faz de aquel pueblecillo ilustradísimo en el arte de la murmuración y de la chismografía, un lado más flaco todavía que el chocolate de doña Isabel.
Lo sé, lo afirmo, y no hay que desmentirme, ¿estamos? Usted quiere que yo le regale el oído repitiéndole que es un modelo de caballerosidad, una inteligencia de primer orden, un joven ilustradísimo.
Hubiera sido muy de mi agrado llegarme allá para ver a Espartero y hablar con él, pero no quise hacer ostentación de mis concomitancia sayacuchas, y empleaba las horas de aquel destierro paseando con los curas amigos de Cornellá y míos, uno de los cuales era ilustradísimo, de buena sombra y un tantico maleante, el otro cerril y tozudo, con un acento catalán tan gordo y áspero, que me costaba trabajo entenderle cuando llenaba su boca de palabras castellanas, como si la llenara de sopas calientes.
Y ya que he citado en apoyo de mis ideas la autoridad de un académico, no quiero concluir sin copiar palabras de otro ilustradísimo lingüista, también académico de la Española, don Eduardo Benot, que en su libro Acentuación castellana, escribe:.

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