Ejemplos con humeante

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De acuerdo al escritor Arturo Ambrogi: Óperas italianas, zarzuelas, dramas y prestidigitación, conferencias científicas, conciertos de caridad y filmes cinematográficos todo se convierte en un sueño humeante.
Los pilotos argentinos declaran haber visto un buque humeante e inmóvil, al cual se acercaron para atacar.
o parten en humeante enjambre hacia Cernégula.
Las superficies de yeso limpias estan en mayor peligro ante estos elementos destructivos que aquellas que estan cubiertas por una capa de cera humeante.
Sirvieron en seguida el chocolate humeante y espumoso, y mientras don Manuel lo tomaba a sorbos, con esfuerzo, el cura y el maestro lo saboreaban con deleite, mojando en los delicados pocillos hasta el último bizcocho y la última rebanada de pan rustrido.
Entró Antonia, dejando sobre la mesa un tazón humeante de café con leche y una gran rebanada de pan cubierta de manteca.
Cenaban al aire libre, sentados en el suelo alrededor de la marmita humeante.
Uno tenía siempre un proyectil en los brazos, pronto a dárselo al compañero, que lo introducía con rapidez en la recámara humeante.
Cada disparo arrojaba la cápsula vacía, introduciendo al punto un nuevo proyectil en la recámara humeante.
Quiso ver la cocina, o invadió los dominios del tío , poniendo en lamentable desorden sus formaciones de cacerolas, asomando su hocico sonrosado a la boca humeante del gran puchero en el que hervía el almuerzo de la gente.
Las cornetas de la isla del Huevo respondían a continuación, con su alegre llamada a la olla humeante, y por la escalera del hotel ascendía el chinesco estrépito del anunciando que el almuerzo estaba servido.
Una mañana tomó el tren, y luego de faldear la montaña humeante del Vesubio, pasando entre pueblos de color de rosa circundados de viñas, bajó en una estación: Pompeya.
En los domingos y fiestas de santos valencianos, que eran los primeros del cielo para el tío San Vicente Mártir, San Vicente Ferrer, la Virgen de los Desamparados y el Cristo del Grao, aparecía la humeante , vasto redondel de arroz, sobre cuya arena de hinchados granos yacían despedazadas varias aves.
El camarero que cruzaba a la sazón con una bandeja llena de platos de humeante sopa, indicó a Miranda que podía sentarse, y él en vez de oírle, tomó escalera arriba como un frenético, y entró sin respeto alguno en la cámara mortuoria.
En los días brumosos subía al puente con unos vasos de bebida humeante que él llamaba.
Entonces, semiaturdido, solicitando al sueño por las exigencias de su naturaleza hercúlea y de su espesa sangre, cogía el señor Joaquín la maquinilla, cebaba con alcohol el depósito, prendía fuego, y presto salía del pico de hojalata negro y humeante río de café, cuyas ondas a la vez calentaban, despejaban la cabeza y con la leve fiebre y el grato amargor, dejaban apto al coloso para velar y trabajar, sacar sus cuentas y pesar y vender sus artículos.
Luego, al saltar a otro país de cocoteros y bosques enmarañados, con ríos como mares, llanuras de infernal ardor, volcanes de cima humeante y lagos suspendidos entre cordilleras vecinas a las nubes, volvía a encontrar vestido de blanco, con el sombrero de paja en la mano, el mismo hidalgo cortés y ceremonioso, la dama de breve pie y ojos andaluces, discreta, juguetona y devota como una tapada de Lope, el antiguo convento colonial con sus torres encaperuzadas de azulejos que desgranan el campaneo de las horas en las tardes ardorosas o las noches lunares sobre calles de rejas ventrudas impregnadas de perfume de naranjo y de jazmín.
Quieras o no, vas a tomar algo Ya son las dos de la tarde, y estoy segura de que no te has desayunadodijo la joven, arrimando una mesilla y poniendo sobre ella el caldo humeante.
Había cambiado de tema, de norte y de ideales, pero su estilo era el mismo, y en los clubs tenía dejo y tonos de predicador, en el café, delante del licor negro y humeante, movía las manos y miraba al vaso como un grave sacerdote que está diciendo misa.
Al verle en la cama se aproximaba a él con el vaso de leche humeante, se lo hacía beber con mimos maternales, le arreglaba el embozo del lecho y cerraba cuidadosamente ventanas y puertas para que no le molestase un rayo de luz.
Aprovechando sus descuidos, arrojaban cosas infectas en la cesta de su comida, romperle la cazuela lo habían hecho varias veces, y no pasaban junto a ella en el taller sin que dejasen de empujarla sobre el humeante perol donde era ahogado el capullo, llamándola hambrona y dedicando otros elogios parecidos a su familia.
Y Batiste seguía pensando en su campo, sentado ante la mesilla enana, rodeado de toda su familia menuda, que a la luz del candil miraba con avaricia una cazuela humeante de bacalao con patatas.
Corrió el animal hacia su amo, el pequeñuelo alargó las manitas, y mientras el hombre sacaba de la cesta, y partía la dorada libreta, la muchacha, sin dejar de mirarle, apartó a un lado la ensalada, sacó la botella del tinto, la servilleta, las cucharas de palo, y sobre el hondo plato de loza blanca, con ribete azul, volcó el puchero de cocido amarillento y humeante.
Al poco rato vino con una cazuela humeante, que depositó sobre la mesa, diciendo:.
Pero había que repetir la frase sacramental, las excusas de rúbrica, y mientras todos aseguraban que no tenían sed y preguntaban con enfado a los dueños de la casa por qué se molestaban, la lengua, seca por el calor, parecía pegarse al paladar, y los ojos se iban tras las tazas de filete dorado que contenían el humeante chocolate, las anchas copas azules, sobre las cuales erguían los sorbetes sus torcidas monteras rojas o amarillas, y las maqueadas bandejas cubiertas de dulces.
La humeante sopera descansó en el centro de la mesa, con el cucharón de plata metido en las entrañas, y rápidamente se llenaron los platos.
Don Rodolfo,agregó, dirigiéndose a mí y desplegando la servilleta, mientras Angelina servía la humeante sopa,¡queda usted invitado a la boda!.
Si quedaban buñuelos de la víspera, los despachaba los primeros, al servir de aguardiente, cuando presumía que el gaznate del parroquiano estaba insensible, daba lo barato al precio de lo caro, y para los favorecedores constantes de la casa iba a buscar la pasta recién frita, humeante, en que aún no se habían bajado las burbujas del aceite hirviendo.
Y a la salida del túnel, el enamorado esposo, después de estrujarla con un abrazo algo teatral y de haber mezclado el restallido de sus besos al mugir de la máquina humeante, gritaba:.
A cada lado de estos espejos se colocó un quinqué, sostenido por una peana anacreóntico-fúnebre también, en donde se apoyaba el receptáculo, y este recibía diariamente de las entrañas de una alcuza, que detrás del mostrador había, la substancia necesaria para arder macilento, humeante, triste y hediondo hasta más de media noche, hora en que su luz, cansada de alumbrar, vacilaba a un lado y otro como quien dice , y se extinguía, dejando que salvaran la patria a obscuras los apóstoles de la libertad.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba