Ejemplos con holán

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Vestía pantalón y chupa de dril crudo con listas rosadas, chaleco blanco de piqué, corbata de seda ajustada al cuello por un anillo de oro y las puntas sueltas, sombrero de yarey, tan fino que parecía hecho de holán Cambray, calcetín de seda de color de carne y zapato bajo con hebillita de oro al lado.
A tiempo mismo que el muchacho corría escaleras arriba, asomaba por la puerta del aposento una señora algo gruesa, hermosa, de amabilísimo aspecto, las facciones menudas, con el cabello todavía negro, aunque pasaba de los cuarenta de edad, vestida de holán clarín blanco, y abrigada con una manta de burato color canario y toda ella muy pulcra y de ademán reposado y señoril.
En el medio había una camita de caoba tapada con un mantón o velo grande de punto blanco, que el médico levantó con una mano, mientras que con la otra me señalaba para una niña blanca dormida entre pañales de holán batista, bordados o con encajes anchos.
Pero póngase en mi lugar, niña Adela, y considere cómo no sufriría yo cuando veía a su merced sanita, sonrosada, rolliza, limpia, con mucho birrete de punto, mucha faja bordada, mucha camisita de holán, faldellines con encajes, mediecitas de hilo y zapaticos de seda, durmiendo en cuna de caoba que la mandaron al amo de regalo desde el Norte, siempre en mis brazos o en los de Señorita, en los de la niña Antoñica, hasta en los del amo, porque su merced era muy chiqueada por todas las personas, porque su merced lloraba, o se quejaba de algo, se venía la casa abajo y eran pocos los amos, los amigos y los criados para correr por el médico, para ir a la botica y atender a la niña, hasta que se le pasaba el dolorcito y se ponía buena.
reclinando los rizos rubios de la hermosa cabeza sobre el holán.
Un peinador de holán, guarnecido de encajes de Flandes, cubría sus perfectas y juveniles formas, y sólo asomaba por entre el encaje la punta de su pie, calzado a la moda de entonces, con media de seda y zapato de raso blanco.
Brillaba en la mano izquierda de la joven acostada en el sofá un magnífico brillante, y con un pañuelo de holán, bordado en Méjico, que en ella tenía, enjugaba de cuándo en cuándo una lágrima que se deslizaba lentamente por sus anacaradas mejillas.
De la escofieta de holán y encaje finísimo le colgaban más cintas que banderolas tiene un navío de guerra en día de gala.

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