Ejemplos con higos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la zona central de Dalmacia se produce una grappa con nueces conocida como orahovica que se sirve con galletitas e higos secos.
También trabajaba otros temas como las naturalezas muertas, flores y frutos que dejaban ver su interior, granadas o higos entre otros.
Semillas de cebada, huesos de aceitunas, pepitas de uva, de higos, de manzanas o bellotas atestiguan las principales especies cultivadas y recolectadas.
Como postres destacan los dátiles, las granadas, los higos y como dulces la Tortada de Elche o pan de higo, y las fogasetas que se elaboran en Pascua.
En esta zona agrícola, denominada el Campo de Elche, se cosechan granadas, higos, dátiles, cítricos, almendras, algodón y diversas hortalizas.
Apenas se tienen datos de su biografía: hija de un vendedor de higos conoció a la princesa Wallada, quién la acogió en su casa y la educó.
Cuando llega la época, ingieren frutas y bayas, como manzanas, ciruelas, moras, zarzamora, arándanos, fresas, higos y peras.
Serrana de Espadan, zona de producción en España: variedad autóctona de las Sierras del Levante español, características: Aceite con sabor ligero, afrutado y fino que recuerda a las aceitunas verdes recién cogidas y a las manzanas, con aroma a trufas maduras, higos y almendras.
Como la gente de Magnesia no tenía maíz, Filipo se conformó con suficientes higos para alimentar a todos sus hombres.
En la provincia se visten los campos durante las diversas épocas de los distintos frutos especialmente en primavera y verano, estos frutos son el durazno, la frutilla, bergamoto, peras, damascos, higos, ciruelos, tunas, pacay, y otros.
Alimentándose de numerosas frutas como higos o naranjas se supone que desempeña un papel activo en la diseminación de las semillas.
Su valor principal, junto a la técnica constructiva y las columnas de fundición que sustentaban su parte más alta, era el ser testigo de un momento pasado en el que la recolección de la almendra y los higos era un elemento básico en la economía de Lepe.
Se recomienda comerlo con dulces regionales, dulce de Cayote, dulce de Higos, entre otros queda muy bien con nueces y dulce de Cayote.
Con el tiempo, y con el objetivo de mejorar el desagradable sabor de estos extractos, se les añadieron concentrados de azúcares de uva, de higos secos y de algarroba.
No debían acordarse de este mal inevitable, de este último peligro sin remedio alguno, que entristece la vida, quitando su sabor al pan, su alegre topacio al líquido de la parra, su jugo al blanco queso, su sabor de azúcar a los higos purpúreos, y su energía picante a la sobreasada, entenebreciendo y amargando todas las cosas buenas que Dios puso en la isla para consuelo de las gentes de bien.
En la sombra verdosa de las higueras, amplias, bajas y redondas, apoyadas en un círculo de estacas como un techo de verdura, caían los higos abiertos por el calor, reventando en el suelo como enormes gotas de azúcar purpúreo.
Las hierbas marinas ondeaban temblorosas sus verdes cabelleras, frutos redondos semejantes a los higos chumbos agrupábanse blancuzcos en las aristas de las rocas, flores que parecían de nácar brillaban en la profundidad de las aguas verdes, y entre esta vegetación de misterio destacaban las estrellas de mar sus puntas de colores, apelotonábase el erizo como un borrón negro lleno de púas, nadaban inquietos los caballitos del diablo, y un chisporroteo de plata y púrpura, de colas y nadaderas, pasaba veloz entre torbellinos de burbujas, surgiendo de una cueva para perderse en otra boca de insondable misterio.
El sol hacía crujir las cortezas de los árboles y estallar las simientes olvidadas a flor de tierra, danzaban como chispas de oro los insectos zumbadores en las barras de luz que perforaban el follaje, caían con blando chapoteo, de tarde en tarde, los higos maduros despegándose de las ramas, sonaba a lo lejos el arrullo del mar, batiendo las rocas al pie de la muralla, y en esta calma poblada de murmullos seguía Febrer disparando pistoletazos.
Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel.
Consigo llevó a la niña Lucía, única prenda cara a su corazón, que con pueriles gracias comenzaba ya a animar la tienda, haciendo guerra crudísima y sin tregua a los higos de Fraga y a las peladillas de Alcoy, menos blancas que los dientes chicos que las mordían.
Así y todo, hizo papel, porque hay Arístides grandes y Arístides chiquitos, Cincinatos de dos en libra, de tres al cuarto y de ochavo la , que es como venden en Andalucía los higos chumbos.
En la puerta del Mercado vendíanse narices de cartón, bigotes de crin, ligas multicolores con sonoros cascabeles, y caretas pintadas, capaces de oscurecer la imaginación de los escultores de la Edad Media, unas con los músculos contraídos por el dolor, un ojo saltado y arroyos de bermellón cayendo por la mejilla, otras con una frente inmensa, espantosa, caras de esqueletos con las fosas nasales hundidas y repugnantes, narices que son higos aplastados, o que se prolongan como serpenteante trompa con un cascabel en la punta, sonrisas contagiosas que provocan la carcajada y carrillos rubicundos a los que se agarra un repugnante lagarto verde.
Dióme a probar sus higos y uvas, y nos separamos para siempre.
Llevábala enjaezada con estribos, bocado y todo, como si fuese el más brioso corcel, y la ilusión habría sido completa, sin el cesto de uvas y de higos, cubiertos de pámpanos, que sujetaba sobre el arzón con el brazo derecho.
Esto y los tambores, y los gritos de la vieja que vendía higos, y el clamor de toda aquella vecindad alborotada, y la risa de los chicos, y el ladrar de los perros pusiéronle a Jacinta la cabeza como una grillera.
En el primer peldaño de la escalera estaba sentada una mujer que vendía higos pasados en una sereta, y por poco no la planta el zapato de orillo en mitad de la cara.
En aquel telón había racimos de dátiles colgados de una percha, puntillas blancas que caían de un palo largo, en ondas, como los vástagos de una trepadora, pelmazos de higos pasados, en bloques, turrón en trozos como sillares que parecían acabados de traer de una cantera, aceitunas en barriles rezumados, una mujer puesta sobre una silla y delante de una jaula, mostrando dos pajarillos amaestrados, y luego montones de oro, naranjas en seretas o hacinadas en el arroyo.
No, hija mía, los higos chumbos los da esa otra planta baja, compuesta de unas palas erizadas de púas.
¿Será el de los higos chumbos?.
No se pasaron quince días, cuando ya nuestro renegado tenía comprada una muy buena barca, capaz de más de treinta personas: y, para asegurar su hecho y dalle color, quiso hacer, como hizo, un viaje a un lugar que se llamaba Sargel, que está treinta leguas de Argel hacia la parte de Orán, en el cual hay mucha contratación de higos pasos.

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