Ejemplos con herencia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Antes había dejado caer la carta al llegar a lo de la herencia.
Se diferencian nobleza y santidad en que la nobleza se transmite por herencia y la santidad no.
Eso de la moral debe de ser cosa de herencia, como la escrófula y el herpetismo, yo, por más que me palpo, no encuentro haber recibido con la sangre de mis antepasados esa moral gazmoña de que otros hacen gala.
Sin embargo, yo me negué a aceptar la herencia, a no ser con una condición: que constase en el testamento que me dejaba su fortuna al modo de fideicomiso para que yo la emplease en aquellas empresas y obras de utilidad y beneficio del prójimo que yo juzgase conveniente.
No sé si continúo siendo su presunto heredero, o si algún fraile, que sé que la visitan en San Madrigal, le ha socaliñado la herencia para su Orden.
Este uno se llamaba Simón Cerojo, que había logrado interesar el corazón de una moza de un pueblo inmediato, la cual moza le trajo al matrimonio cuatro mil reales de una herencia que de repente un año antes de que Simón la pretendiera.
Era Juana, que así se llamaba la moza, más que regularmente vana por naturaleza, a la cual debía algunos favores, no muchos en verdad, pero desde los cuatro mil de la herencia, fué cosa de no podérsela aguantar.
Aceptó Juana la pretensión de buen grado, y se celebró en su día la boda, con la posible solemnidad, y como Simón, huérfano de padres años hacía, y sin pizca de parentela en el mundo, poseía en su pueblo, por herencia, una casuca con su poco de balcón a la plaza, trasladóse a ella el flamante matrimonio.
Colocó en él, según lo previamente pactado y convenido con su mujer, un mostrador y una estantería que improvisó con cuatro tablones viejos, e invirtió el resto de la herencia en aceite, aguardiente de caña, hormillas, hilo negro, cordones de justillo y otras baratijas por el estilo.
El nombre Xuantipa provenía, por contracción, de Xuana la Tipa, alias o apéndice adquirido por herencia paterna.
¡Aún está caliente el cuerpo de vuestra madre, y ya peleáis como Caínes! ¡Respetad el sueño de la muerte, sacrílegos! Esperad a que llegue vuestro padre, y él dará a cada uno lo que en herencia le corresponda.
Y los otros bandidos, temerosos de verse sin herencia por mi amor a los bastardos, han tratado de robarme, de matarme Pero yo tengo siete vidas.
Pero el gran mal del sistema monárquico es la herencia, el poder vinculado en una familia.
La herencia de su madre sólo la aprereciaba como buena para explotarla.
Dice que con la herencia que él le dejará, para nada necesita la carrera, quiere hacer de él un hombre a la moda, y quién sabe si tendrá pensado casarle por lo menos con la princesa de Asturias.
Aunque era partidario de las audacias financieras, siempre que pensaba en la posibilidad de poner en práctica sus entusiasmos surgían en él la prudencia y la desconfianza, los escrúpulos de la rutina comercial, como una herencia de raza.
Era un chico que tenía muy buenas relaciones, es verdad que su fortuna era poca, pues gran parte de la herencia de sus padres estaba ya enterrada en los garitos o entre las uñas de los usureros, pero esto no impedía que fuese un partido aceptable para las jóvenes de la clase media, que, colgadas de su brazo, podían entrar en un reducido círculo que ellas se imaginaban como el paraíso de la aristocracia.
Aquel tío era la esperanza de la familia, representaba el cebo capaz de atraer novios con la tentación de una herencia, y aunque lo encontraban poco simpático, por su carácter y la ruindad de sus regalos, sonreíanle y le adulaban, con gran contento de la mamá.
Tienes, a lo sumo, veinte mil duros, más ocho mil que pertenecen a Juanito, por ser la herencia de su padre.
El establecimiento de Gumersindo Arnaiz se vio amenazado de ruina, porque las tres o cuatro casas cuya especialidad era como una herencia o traspaso de la Compañía de Filipinas, no podían seguir monopolizando la pañolería y demás artes chinescas.
En un pueblo de la Alcarria tenían los hermanos Rubín una tía materna, viuda, sin hijos y rica, mas como estaba vendiendo vidas, la herencia de esta señora no era más que una esperanza remota.
Lo demás bien lo sabía Maximiliano El sucesor de Camps había sido él, y ya se le conocía en cierto resplandor de sus ojos el orgullo que la herencia le produjera.
Porque después del caso de la herencia, ya no podía dudar de que la Providencia le favorecía, abriéndole camino.
A Fortunata, sin mentarle la herencia por respeto a la difunta, le dijo algo de sus fincas de Molina de Aragón, y de que si el dinero en hipotecas era el mejor dinero del mundo.
A veces su imaginación agrandaba las cifras de la herencia, añadiéndole ceros, porque esa gente de los pueblos no gasta un cuarto, y no hace más que acumular, acumular.
Toda aquella tarde dominaron en el espíritu de la joven las ideas optimistas, porque él se dejó decir algo de su herencia, de tierras e hipotecas en Molina de Aragón, asegurando que.
Mi hermano Juan Pablo se fue a Molina a arreglar eso de la herencia de la tía Melitona.
Maximiliano calculó que probablemente hablarían de la herencia, pero no las tenía todas consigo.
Parecía que nada le interesaba, ni aun la herencia, de la que hablaba poco, aunque siempre en términos precisos.
La primera noticia que de la herencia tuvo Juan Pablo diósela su tía paterna por una carta que le dirigió a Bayona.

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