Ejemplos con hebras

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

-Rifle monofilamento Rifle usado por las Arañas de Disformidad para lanzar estas hebras a corto alcance con efectos devastadores.
Las proteínas iniciadoras reconocen secuencias de nucleótidos específicas en esos puntos y facilitan la fijación de otras proteínas que permitirán la separación de las dos hebras de ADN formándose una horquilla de replicación.
La molécula de ADN se abre como una cremallera por ruptura de los puentes de hidrógeno entre las bases complementarias liberándose dos hebras y la ADN polimerasa sintetiza la mitad complementaria añadiendo nucleótidos que se encuentran dispersos en el núcleo.
El estropajo o lana de acero, es un conjunto de hebras de varias fibras de acero finas y blandas, que se usa en trabajos de acabado, limpieza y reparación como el pulido de madera u objetos de metal.
Años más tarde -en la Colonia- el jesuita Rafael Landívar en su obra Rusticatio mexicano, en la que aparecen los relatos de las experiencias de sus viajes, describe el géiser de la siguiente manera: Allí Ixtlán ¡Inexplicable portento! hay una fuente, reina de las demás y el mayor germen de la fertilidad de aquel terreno, que brota de escabrosa abertura con inusitada violencia, mas si algún curioso se acerca a contemplarla, el agua recoge, retrocede y cesa su curso, apenas interrumpido por finísimas hebras de cristal, como si la ninfa que la guarda llena de rubor, no pudiese contener algunas lágrimas brillantes.
El Furikake es una condimento a base de algas, pescados, huevos o vegetales secos y deshidratados, en finas y pequeñas hebras.
Una vez concluido el dibujo, se protege con cristal que aplasta ligeramente las hebras de lana conservando la sensación de esponjosidad y dando profundidad al cuadro.
La primera capa de lana virgen va pegada al lienzo o cartón, Las hebras teñidas en diferentes colores se van colocando con los dedos, en capas superpuestas que por si solas se enlazan entre si.
Las hebras de lana tienden a pegarse las unas con las otras por su forma sinusoidal.
La actividad helicasa de TFIIH separa las hebras de la secuencia de ADN que corresponde al promotor mínimo, lo cual se traduce en que el complejo de preiniciación está entonces preparado para escapar del promotor e iniciar la síntesis de ARN leyendo la hebra apropiada situada aguas abajo de aquél.
Toda su nutrición reside en su pulpa, la cual contiene también muchas hebras y semillas incrustadas.
Se realizaban con agujas de madera, roca o hueso y hebras vegetales o de piel de animales.
Esa mata o plantación nacida en forma silvestre, y los aborígenes sacaban de las pencas abundantes hebras, las cuales tejían parar hacer diversos objetos que utilizaban en sus labores agrícolas.
El hilado se hace uniendo hebras, torciéndolas con un movimiento veloz de las manos sobre el muslo, el cual ha sido untado con una ceniza de una piedra carbonizada, haciendo más suave el hilado.
-Tejedora de Muerte Artillería eldar que dispara estos hebras como si se tratase de un mortero.
Utiliza como munición un polímero líquido que al ser disparado y entar en contacto con el aire, solidifica formando hebras cortantes que desgarran fácilmente la carne, pero no las armaduras.
Ingredientes naturales, únicos e inalterables, arroz, aceite de oliva virgen, pollo, conejo, ferraura o judía verde ancha, garrafón, judía o tavella, tomate natural, pimentón rojo dulce molido, azafrán de hebras, agua, infusión de romero.
El dimorfismo sexual se complementa con el polimorfismo de las hebras.
El virus replica su genoma circular empezando por un punto de éste, y desenrollando sólo una de las dos hebras.
Juntando con un fuso, porque está desfilachada y en hebras, la que nos dan a todos, saldría, a lo más, a lo más, un ovillo no mayor que este puño.
Hundía los brazos hasta los codos en los enormes bolsillos de sus mugrientos pantalones, y asomaban entre sus gruesos amoratados labios las húmedas y requemadas hebras de una punta de cigarro, que destilaba, por la barbilla abajo, un regato de negruzca saliva, y, en tanto, fijaba el tal, con expresión estúpida, sus ojuelos verdes en los recién llegados.
Colgaban del techo pintado el fresco de unas caprichosas guirnaldas de hojas y flores como las de la enredadera, unos cestos de alambre cubiertos de cera roja, que les hacía parecer de coral, todos llenos de florecillas naturales, brillantes y pequeñas, y a menudo adornados con las hebras de una parásita que crecía sobre los árboles viejos de la finca, y era, por su verde blancuzco y por crecer en hilos, como las canas de aquella arboleda.
Eran hermosas de ver, en aquel domingo, en el cielo fulgente, la luz azul, y por entre los corredores de columnas de mármol, la magnolia elegante, entre las ramas verdes, las grandes flores blancas y en sus mecedoras de mimbre, adornadas con lazos de cinta, aquellas tres amigas, en sus vestidos de mayo: Adela, delgada y locuaz, con un ramo de rosas Jacqueminot al lado izquierdo de su traje de seda crema, Ana, ya próxima a morir, prendida sobre el corazón enfermo, en su vestido de muselina blanca, una flor azul sujeta con unas hebras de trigo, y Lucía, robusta y profunda, que no llevaba flores en su vestido de seda carmesí, porque no se conocía aun en los jardines la flor que a ella le gustaba: ¡la flor negra!.
Pepeta sacó de un envoltorio las últimas galas del muertecito: un hábito de gasa tejida con hebras de plata, unas sandalias, una guirnalda de flores, todo blanco, de rizada nieve, como la luz del alba, cuya pureza simbolizaba la del pobrecito.
Derrumbáronse a puntapiés las bóvedas de cañas por las cuales trepaban las verdes hebras de las judías tiernas y los guisantes, cayeron las habas partidas por la furiosa hoz, y las filas de lechugas y coles saltaron a distancia a impulsos del agudo acero, como cabezas cortadas, esparciendo en torno su cabellera de hojas.
Cuando yo le conocí pasaba de los cincuenta y cinco, y las canas que brillaban entre sus rubios cabellos, como hebras de plata, lo decían muy claro.
Francisco, y de una cinta pendiente al lado derecho un gran manojo de llaves: no traia chinelas, sino zapatos de dos suelas, colorados, con unas calzas que no se le parecian, sino cuanto por un perfil mostraban tambien ser coloradas: traia trenzados los cabellos con unas cintas blancas de hiladillo, pero tan largo el trenzado, que por las espaldas le pasaba de la cintura: el color salia de castaño, y tocaba en rubio, pero al parecer tan limpio, tan igual y tan peinado, que ninguno, aunque fuera de hebras de oro, se le pudiera comparar: pendíanle de las orejas dos calabacillas de vidrio que parecian perlas, los mismos cabellos le servian de garbin y de tocas.
Bastaros debiera, bellacos, haber mudado las perlas de los ojos de mi señora en agallas alcornoqueñas, y sus cabellos de oro purísimo en cerdas de cola de buey bermejo, y, finalmente, todas sus faciones de buenas en malas, sin que le tocárades en el olor, que por él siquiera sacáramos lo que estaba encubierto debajo de aquella fea corteza, aunque, para decir verdad, nunca yo vi su fealdad, sino su hermosura, a la cual subía de punto y quilates un lunar que tenía sobre el labio derecho, a manera de bigote, con siete o ocho cabellos rubios como hebras de oro y largos de más de un palmo.
Los cabellos, que en alguna manera tiraban a crines, él los marcó por hebras de lucidísimo oro de Arabia, cuyo resplandor al del mesmo sol escurecía.
¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salidad tan de mañana, desta manera?: Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel.

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