Ejemplos con gustaba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Mañana? ¿Mañana, dice usted? Hombre, precisamente mañana, norespondió don Simón desconcertado, por dos razones: porque le habían leído parte de su pensamiento, y esto no le gustaba, y porque se le hacía desde luego capaz de hablar en el Congreso, lo cual le halagaba sobre toda ponderación.
Sé que al pícaro don Pedrito le gustaba la niña, que se veían a menudo en vacaciones, y hasta que le escribía desde el Seminario, pero, la verdad, no creí que iba a perder el sentido hasta ese punto.
Le gustaba el porte aseñorado , como ella decía, de aquel hombre, la soltura que le daba su antiguo trato con el mundo.
Pero el verdadero motivo de que Luna no volviese a Toledo era que le gustaba seguir la corriente de los hechos, viendo nuevas tierras y cambiando de costumbres.
A don Antolín le gustaba verse rodeado por tanta gente, no creyendo que fuese Gabriel quien la atraía, sino su autoridad, que inspiraba miedo y respeto.
Luna gustaba de la existencia libre y sin leyes de la guerra con la avidez de un colegial que sale de su encierro, pero no podía ocultar la decepción dolorosa que le producía la vista de aquellos ejércitos de la Fe.
A Gabriel le gustaba, por su silencio y su imponente soledad, aquel mundo extraño aposentado en la cabeza de la catedral.
Le gustaba pasear por las naves, detrás del altar mayor, el sitio más obscuro y silencioso del templo.
Muy mal, él también, en su juventud, había sido atrevido: le gustaba llevar a todos la contraria.
¿Y su barraca? ¿Y las tierras? Seguían abandonadas, ¿verdad? Esto le gustaba: ¡que reventasen, que se hiciesen la santísima los hijos del pillo don Salvador! Era lo único que podía consolarla.
¡Claro! le había tomado ley al camino no, al camino no, lo que le gustaba era acompañarla.
No le gustaba, pero un hombre debe probar todas las cosas, y volvió a animarse con las mismas reflexiones que le habían llevado hasta la taberna.
No llore usted, Teresa, eso es lo que le gustaba al mío.
El buen servidor gustaba de bromearse conmigo, se complacía en tratarme como a un niño en quien conviene apagar las llamaradas de una vanidad jactanciosa.
Entonces no me gustaba el tabaco.
Cosa rara en una joven, gustaba de los libros serios y se perecía por los históricos.
Me gustaba la rubia, a qué negarlo, pero nada más, mi corazón era de Angelina.
También le gustaba a Jacinta ver que todas las mujeres, aun las viejas que piden limosna, llevan su flor en la cabeza.

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